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Cultura PRESENTACIÓN

Tonos y toneles: Memorias de canto y risa

Tito Acevedo acaba de presentar su último libro que lleva, precisamente, el nombre de aquel emblemático espacio cultural. Y lo hizo a sala repleta, en La Bici del Ángel, otro reducto cordobés que abre las puertas (y los brazos) a las diferentes expresiones artísticas de estos tiempos.

"Tonos y toneles fue una bandera de intelectuales y artistas en un momento en el que, entre otras cosas, no se podía reír porque la dictadura nos quería tristes. Pero nosotros sí reíamos, del principio al final de cada noche". El que cuenta es Tito Acevedo, el hombre que tenía una de las llaves maestras de aquel refugio. Como un orfebre de la noche cordobesa, desde entonces Tito no dejaría de abrir en la ciudad otras puertas con ese temperamento bohemio: La Nueva Trova, Gardel, Santa Cecilia, Industria Argentina, Discepolín, y ahora Santo Diablo, en Villa Carlos Paz.

Acevedo acaba de presentar su último libro que lleva, precisamente, el nombre de aquel emblemático espacio cultural. Y lo hizo a sala repleta, en La Bici del Ángel, otro reducto cordobés que abre las puertas (y los brazos) a las diferentes expresiones artísticas de estos tiempos. Tonos y Toneles abrió el 17 de abril de 1976, unos días apenas después de instaurada la gran dictadura, y ese rincón de calle Santa Fe 450 se convirtió en los años del silencio en un emblema del ánimo peñero, de los boliches en los que la música, el vino, las empanadas se confundían hasta hacer una argamasa espirituosa e inspiradora.

Y no sólo se trataba de cantar, de decir y de escuchar, sino también de reír. Era la risa, tal vez, el elixir que terminaba de fecundar el encuentro, la persistencia y la memoria. Algunas de esas historias en las que la música y los músicos aparecen en clave de humor  acudieron a otro rescate memorioso de Tito Acevedo. Tonos y toneles, se llama el nuevo libro de breves relatos, que se suman a otras obras del autor como Bares y La memoria de los boliches.

El momento de la presentación fue el pasado miércoles. En las palabras, lo acompañó Ramón Chiquito Catramboni (ex Los Trovadores), con cosas para contar y cantar, por su parte. La ilustración de tapa de esta entrega de Acevedo está hecha por Jorge Cuello, mientras que en la contratapa escribe "el Negro" Álvarez.

La risa fluía espontánea en las mesas y en las conversaciones, pero también se convocaban desde el escenario. "El primer espectáculo de humor lo organizamos junto a Raúl Colombo, y era con El tanque Rojas y El sapo Cativa. En esos días también estaba 'el Malevo' Oviedo, hermano de El Gordo', un extraordinario humorista, mientras que 'El Negro' Álvarez hacía sus primeros chistes cuando cantaba con el Dúo Argentino. También formaba parte de aquellas noches el primer travesti del humor, Raúl Ceballos ('Doña Rosa'), a la vez que por las mesas rondaba Crist con sus divertidos dibujos", recuerda Acevedo. "En el oficio de los músicos hay mucho humor", dice Tito. ¿Y por qué se llamó Tonos y toneles? "Pensaba ponerle: 'La música es el arte de combinar los oídos', pero recordé que a esos relatos los empecé a escuchar en el boliche que cobijó a tanta gente: a mí, a los amigos y a los que andábamos la noche en esos años de tristeza, dolor e impotencia, pero que de todos modos cantábamos y reíamos".

Acevedo saca, además, las siguientes conclusiones: "Creo que mis clientes buscaban refugio. Igual que yo, que mi mujer. Yo inauguré el 17 de abril de 1976, a menos de un mes del golpe de Estado. A pesar de la represión, seguíamos pensando en cambiar el mundo, o queríamos pasarla bien entre nosotros. Nos 'amuchábamos' como tribu que tiene miedo a la extinción". Cultura popular. 

En su libro autobiográfico, Memoria de los boliches (1996), para el cual colaboraron Marlene von Düring, Mónica Figueroa, Tulio Auerbach y varios más, Acevedo recorre los pasos de Tonos y Toneles Córdoba y sucursal Mina Clavero; de Ágora, La Nueva Trova, Gardel, Santa Cecilia, Industria Argentina y Discepolín. Todo lo que emprendía Tito Acevedo quedaba de la Santa Fe y la Humberto Primero "para allá", o el centro bajando hacia Güemes. "Aun cuando me haya ido mal económicamente, como militante de la cultura popular siempre me fue bien", dice sin pestañear. Tito asegura que, ayer como hoy, en dictadura o democracia, "la Dirección de Espectáculos Públicos ha tenido la misma estructura represiva". Del principio al fin los inspectores fueron su peor enemigo, peor aun que la propia "cana".

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