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Deportes TRAS LA PRIMERA SEMIFINAL

Insultos, mea culpa y una esperanzadora frase de Alfaro: los detalles del golpeado vestuario de Boca

Cómo asimiló el Xeneize la derrota en la ida con River y por qué se ilusiona con dar vuelta la historia en la Bombonera

Hubo alto voltaje en el vestuario visitante del estadio Monumental el martes pasado. Boca perdió de forma justa la ida de las semifinales de la Libertadores con su clásico rival y encima no convirtió goles. Ahora quedó obligado a ensayar una performance sin fisuras para acceder a la final de la Copa: concretar las chances que genere y evitar que River anote (si lo hace, el Xeneize tendrá que convertir al menos 4 goles).

Hubo rabia, bronca, impotencia después del llamado de la cabina del VAR a los 3 minutos de partido. Un racimo de jugadores azul y oro rodeó al árbitro brasileño Raphael Claus antes de que posara sus ojos sobre la pantalla al costado del campo. "Siempre lo mismo", le gritó Lisandro López, haciendo referencia a las situaciones de este tipo en las que River supo sacar provecho anteriormente.

En principio, Izquierdoz había trabado bien abajo a Santos Borré y el reclamo de los hinchas fue más de compromiso y para tratar de condicionar al juez que otra cosa. Sin embargo, la cámara lenta ofrecida por la tecnología fue lo que finalmente hizo revertir la decisión al referí. Fue Emmanuel Mas el que tocó al delantero colombiano adentro del área y no hubo reclamo que hiciera cambiar de parecer a Claus.

"Si lo revisó y lo vio, debe haber sido penal", declaró Gustavo Alfaro en conferencia. En Boca reina una sensación ambigua: por un lado la desconfianza por los llamados desde la cabina de jueces auxiliares que favorecieron a River; por el otro, el hecho de saber que el lateral izquierdo pecó de inocente en el marcaje pese a que en la previa había observado junto a sus compañeros una enorme lista de jugadas en las que los hombres millonarios trataban de sacarles jugo a las maniobras divididas.

En Boca estaban alertados, confesó el DT, por eso es que en el entretiempo hubo insultos al aire por esta maniobra puntual y también por la oportunidad desperdiciada sobre el final por Nicolás Capaldo. Aunque más allá del 0-1, el equipo no se sintió avasallado por el rival. Y con fe de conseguir un tanto salió a jugar el segundo tiempo. Alfaro hizo un movimiento táctico: Soldano se adelantó unos metros y Mac Allister pasó de izquierda a derecha en el medio. Igualmente al ex punta de Unión le quedaría poco en cancha.

El entrenador le preguntó a Salvio cómo se sentía para entrar en el complemento. "¿Estás para 30 minutos?", le preguntó Lechuga, pero el médico advirtió: "Está para 20". Fue entonces que el técnico se dirigió al banco visitante con la idea en la cabeza de meter a Tevez y no a Salvio antes de los 10 minutos de la etapa final, cosa que sucedió.

Culminado el encuentro todo fue frustración. Por la floja segunda mitad, por el resultado adverso, por no haber convertido goles y por la expulsión de Capaldo. La impotencia fue reflejada en los gestos de Tevez y Mauro Zárate entrando a la manga. Incluso se habla de la revisión de un exabrupto de Ábila contra la terna arbitral durante el reclamo por la roja según las escuchas del VAR.

"Hubo mucha calentura pero los jugadores se alentaron entre ellos mismos. Saben que quedan 90 minutos para revertirlo y llegar a la final. Hay gente de experiencia, madura y chicos jóvenes. Entre todos se dieron ánimo y salieron con la cabeza en alto", reveló Daniel Angelici, presidente xeneize, quien estuvo presente en los vestidores. Nicolás Burdisso, manager, también acompañó al contingente.

Mientras Capaldo era revisado por el cuerpo médico (sufrió un esguince de tobillo) Alfaro hizo juramentar al plantel que dejara la piel en la revancha para torcer la historia. "Tenemos una vida, River es un muy buen equipo pero confiamos en nosotros. No hay que trabajar en lo anímico, tendrías que haber visto cómo estaba el vestuario recién para darte cuenta que estos muchachos están de pie", respondió el DT ante la prensa. Y su charla/arenga tuvo una segunda parte en el entrenamiento vespertino de ayer en Casa Amarilla.

Con la cabeza a mil revoluciones, Lechuga se marchó del Monumental pensando en poner a punto futbolísticamente a Eduardo Salvio, Wanchope Ábila y Mauro Zárate de cara al desquite del martes 22. Pensando en afinar las líneas con los dos compromisos que se vienen (Defensa y Justicia este domingo en Florencio Varela y Racing en la Bombonera el sábado 19 tras el parate por fecha FIFA). Y pensando también en la baja del expulsado Capaldo.

Antes de subirse al micro, mostró signos vitales cual boxeador que se esfuerza por levantarse de la lona antes de que la cuenta llegue a 10 y dejó una frase esperanzadora para los boquenses: "Lo damos vuelta".

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