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Política

Carlos Corach: "Los 90 se están revalorizando porque la gente se da cuenta que fue una etapa positiva del país"

El ex ministro del Interior aseguró que el gobierno de Carlos Menem fue "demonizado" y destacó su gestión económica como "un éxito total"

Carlos Corach asegura que está retirado de la política hace muchos años. Sin embargo, quien supo ser uno de los ministros más importantes del gobierno de Carlos Menem emprendió una nueva tarea junto a varios de sus ex compañeros de gabinete: reivindicar la década de los 90 tras dos décadas de "demonización".

Domingo Cavallo, Eduardo Menem, Raúl Granillo Ocampo y otra veintena de ex funcionario participaron de la compilación de artículos titulada Los noventa (Sudamericana). La convertibilidad, la reforma del Estado, las privatizaciones, la desocupación y la deuda fueron analizadas por quienes tuvieron un rol protagónico en las diferentes áreas de gobierno.

"El menemismo no existió, no existe ni existirá, fue una forma de querer aislar al equipo de gobierno de Menem del conjunto del peronismo", resumió Corach en diálogo con Infobae.

-¿Cómo surgió la idea del libro? ¿Consideran que hay una visión distorsionada sobre los 90 que hay que corregir?

Fue una idea del doctor Eduardo Menem y mía. Hemos hablado durante casi un año con todos los que escriben, que fueron los protagonistas de la década, hasta que reunimos un material importante. Nosotros creemos que existe una obligación ante la historia y ante la sociedad de darle los elementos necesarios para juzgar con objetividad la década del 90, que fue demonizada pero ha dejado como herencia aspectos sustanciales de la vida argentina.

-¿Cuáles considera que fueron los principales legados del menemismo?

-Una es la reforma de la Constitución, que fue aprobada con el consenso mayoritario de los argentinos y de los dos grandes partidos políticos de la época, que eran la UCR y el PJ. Fue la primera vez en nuestra historia que se sancionó una Constitución por consenso, todas las demás de 1852 en adelante se sancionaron a partir de una derrota militar o de la victoria de una facción, como ocurrió tras la caída de Rosas o la del 49, que fue una imposición del peronismo. Nosotros le hemos dado al país un ejemplo importante de que se puede alcanzar el consenso entre las fuerzas políticas. El acuerdo de Olivos es un ejemplo muy importante, porque siempre se habla del Pactos de la Moncloa, pero el de Olivos es más importante porque le ha dado al país una Constitución moderna que generó para la sociedad una cantidad de derechos hasta el momento desconocidos e incorporó los grandes tratados internacionales. Nosotros entendíamos que la política es alcanzar consensos, no es quebrar, demonizar o desprestigiar al adversario. La política no tiene enemigos a los que hay que destruir sino adversarios a los que hay que convencer.

-¿Se perdió esa visión de la política?

-No quiero opinar sobre la actualidad, estoy retirado hace muchos años.

¿La Constitución fue el principal legado?

-Hay varios de mucha importancia. Por ejemplo, Menem terminó con los golpes de Estado. Los indultos de los líderes guerrilleros y de los militares los impulsa con la convicción de que era una contribución para la terminación de los golpes de Estado. Sin embargo, en diciembre del 90 se produce un nuevo intento de golpe con el coronel Seineldin que es abortado. Menem ya había advertido que era la última amnistía que se daba, lo reprimió con total severidad. Los protagonistas pagaron con largos años de cárcel.

-¿Reivindica los indultos? ¿No había otra forma de llegar al mismo objetivo?

-No, porque el indulto le daba a Menem la potencia moral necesaria para castigar las futuras intentonas de golpes. Después también tenemos la autocrítica por las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Fue promovido por Menem e instrumentado por el general Balza.

Otra cosa, la inflación que hoy está tan de moda. Yo fui designado ministro del Interior el 5 de enero de 1995, el diario Clarín publicó mi designación y abajo en un recuadro publicó: "La menor inflación en 51 años". La estabilidad económica, la unión nacional y hasta el cupo femenino. Fue Menem el que incorporó en la legislación argentina el cupo femenino. Él tenía una visión muy clara. Yo era secretario de Legal y Técnica y me encarga la redacción del decreto. Cuando se lo llevo, lo mira y me dice: "Carlitos, con este decreto a las mujeres las van a poner al final, poné que debe haber una mujer cada tres candidatos". Eso permitió el acceso de un número significativo de mujeres al Congreso.

¿Las privatizaciones?

-La famosa cantinela de la venta de las joyas de la abuela. ¿De qué joyas hablaban? Las empresas en manos del Estado por las cuales no había teléfonos para nadie y se tardaba años en conseguirlo. En YPF, nosotros conseguimos que la Argentina exportara petróleo y gas. Las autopistas, hoy no se podría circular por la General Paz si Menem no hubiera insistido en su ensanche. En aquel momento había gente que se ataba a los árboles para que no se ensanche. También controló el déficit fiscal y generó una extraordinaria corriente de inversiones extranjeras. Todo está expuesto por sus autores como Cavallo o Carlo Figueroa, entre tantos otros.

-¿Cuál considera la crítica más injusta o el aspecto de los 90 más distorsionado?

-Lo fundamental es el desconocimiento sobre la gestión económica. La gestión económica fue un éxito total. A tal punto que cuando termina el segundo período de Menem la convertibilidad era un ícono de la sociedad. El mismo doctor Fernando de la Rúa dijo en la campaña que la iba a mantener. Y nuestro candidato (Eduardo Duhalde) era un poco reacio a mantenerla y eso nos perjudicó electoralmente.

-Usted habló de demonización, ¿quién demonizó al menemismo?

-Había una opinión generalizada en la prensa y en muchos otros lugares de la sociedad, una opinión a mi juicio equivocada. Pero yo creo que hay que respetar las opiniones diversas y ahora estamos dando elementos para juzgarnos. Cada uno que lea este libro decidirá si mantiene o modifica su concepto.

-¿Por qué cree que la sociedad dejó de acompañar ese proyecto? Menem no fue al balotaje contra Néstor Kirchner porque iba a perder.

-Menem comete un error al no presentarse, porque es cierto que iba a perder. Pero yo creo que cuando uno concurre a una elección tiene que ir hasta el final. Y no iba a ganar porque las sociedades, en el mundo, contemplan períodos del mismo equipo de gobierno no mayores a 10 o 12 años. Es lo que le pasó a Tony Blair en Inglaterra, a Felipe González en España, a Winston Churchill, cuando terminó la guerra la gente no lo votó. Es decir, es necesario el cambio. La gente se cansa de ver las mismas caras y escuchar las mismas voces, las mismas discusiones. Más de 10 años es un período no recomendable para un equipo de gobierno.

¿En qué fuerza política ve el legado del peronismo de los 90?

-En el peronismo. El menemismo no existe, fue una forma de querer aislar del conjunto del peronismo al equipo de gobierno. Pero el menemismo no existió, no existe ni existirá, hay peronismo, nada más.

-¿El menemismo no sería el peronismo cuando adopta ciertas políticas económicas, como las del Consenso de Washington?

-Las políticas económicas los gobierno no las imponen a la realidad, la realidad te impone las políticas económicas. Y no solo la realidad nacional sino la realidad internacional. Cuando Perón instaura la política de sustitución de importaciones era la única posible y la que prevalecía en la posguerra donde no había nada que comprar. Había que fabricar cosas que no se podían conseguir. Cuando Menem instaura la política de apertura y privatizaciones, eran las políticas prevalecientes en el mundo. Cuando Kirchner instaura la política de revitalización del Estado, era la corriente que empezaban a imponerse.

-Siguiendo esa lógica, ¿si Antonio Cafiero hubiera sido la cabeza del peronismo en los 90 hubiese adoptado las mismas políticas neoliberales?

-Seguramente.

-Y si Menem hubiera sido presidente en 2007 hubiese reivindicado la intervención del Estado.

-Y te diría que sí. Una adaptación a la realidad internacional. El libro Perfiles de Coraje, de John Kennedy, escrito cuando era senador, trata sobre lo que debe hacer un hombre de Estado cuando llega al gobierno. Si a partir del conocimiento del estado real de las cosas siente que debe cambiar sus ideas en beneficio de la sociedad, debe hacerlo. Tenemos un ejemplo muy trascendente, de un gran estadista argentino, Arturo Frondizi. En su libro Petróleo y Política sostenía una política petrolera totalmente contraria a la que luego implementó. Pero interpretó que era lo que debía hacer.

-¿Cuál es la principal autocrítica que plantea el libro?

-Hay que leerlo. Pero una de las principales autocríticas que yo hago es que Menem no debió intentar una segunda reelección en 1999. Porque era jurídica y políticamente imposible. Esto lo perjudicó a él y al peronismo. Él hubiera quedado siempre como una reserva posible.

-¿Por qué cree que el kirchnerismo tomó a la década de los 90 como enemigo discursivo?

-Porque había una filosofía de encontrar un enemigo y encontraron este. Pero no me preocupa esto y no quiero abrir juicios sobre la realidad actual.

-¿Cree que la inestabilidad económica que viene arrastrando la Argentina hace que cambie la perspectiva sobre los 90?

-Los 90 se están revalorizando porque la gente que se trata de enterar se da cuenta que fue una etapa positiva del país. Pero Argentina tiene una larga historia de demonizaciones. Todavía se discute sobre Rosas y Roca, algo que no ocurre en ningún lado.

Fuente: Infobae

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