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Policiales

Rosario: una mujer vivió secuestrada por su pareja durante 23 años

Se siguen conociendo detalles de la desgarradora historia de María Eugenia. Las cartas que le escribía su padre desesperado sin saber lo que ocurría: "Hija por favor volvé, pensá en nosotros, vos sabés quiénes somos, ¿qué te pasa?".

Mientras avanza el juicio oral que se lleva adelante en Rosario contra un hombre de 60 años que mantuvo cautiva a su pareja más de dos décadas en una casa del barrio Cura, se siguen conociendo detalles de la dramática historia, el calvario de la víctima y un padre que murió sin poder volver a verla.

María Eugenia tenía 18 años y un hijo de menos de dos cuando conoció a Oscar, un mecánico considerablemente mayor que ella del cual se enamoró y con el que empezó una relación. Pero el hombre que al principio se mostraba atento y protector con los meses reveló su verdadera esencia, aparecieron los celos obsesivos y los primeros golpes. Entonces un día, cuando ella ya había cumplido los 19 y después de pagar una coima 50 pesos en la comisaría 15º, el imputado la llevó por la fuerza a la casa de Santiago al 3500, de la cual no pudo escapar sino hasta después de 23 años.

El hombre la encerró en un altillo, tapó con diarios las ventanas y sacó el picaporte de la puerta. Bajo la amenaza de matar a su hijo y a toda su familia si intentaba salir de allí, la adolescente sufrió violaciones, golpes debajo del agua, dos abortos y hasta le suprimieron la identidad. La única vez que su captor le permitió ver a un médico fue después de que ella se tirara a la calle para intentar huir y se lastimara la cabeza.

La joven se volvió una mujer en esa habitación. "Estuve un año viviendo con un pijama, no tenía contacto con el afuera", dijo la víctima en diálogo con La Capital. Al poco tiempo de estar encerrada, aceptó con resignación que probablemente nunca abandonara viva ese lugar. "Es el precio que tenía que pagar por todo lo que le había hecho, según él. Pero hasta hoy no entiendo qué hice. Era una forma de sacrificarme para que a los míos no les pasara nada", dijo.

Durante todo el tiempo que estuvo secuestrada sus padres no lograban entender a qué se debía el cambio de actitud tan grande en ella y hasta llegaron a pensar que estaba en una secta. "Yo no tenía oportunidad de decirles lo que ocurría", se lamentó María Eugenia, y recordó: "Cada vez que mi mamá pasaba por la casa, me veía sentada en la puerta o barriendo el cordón. Ahora me cuenta que se conformaba con saber que estaba viva. Y cuando pasaba y estaba Oscar en la puerta, le decía 'gorda, hija de p.., ¿qué querés acá?'. Yo le decía que se fuera porque no sabía cómo terminaría eso".

Su padre, preocupado, le mandaba cartas y notas que nunca llegaron a sus manos porque su captor las escondía. "Pasaba y las tiraba en el jardín de la casa. Las pude encontrar mucho tiempo después. Encontré una caja grande de cartón, donde había papeles judiciales de Oscar, donde consta que estuvo varias veces preso, la denuncia de su primera mujer por agresiones, hasta con arma de fuego, el caso de una moto robada, otra denuncia de una mujer, a la que corrió en un campo con una carabina. Y encuentro una sola carta de mi papá, en un sobre chiquito que tenía por lo menos 15 años de escrita", contó.

"Hija por favor volvé, pensá en nosotros, vos sabés quiénes somos, ¿qué te pasa? Yo no te di un ejemplo así, nunca te abandoné. Tu hijo llora, pensá qué vas a hacer de tu vida", había escrito el padre, casi como una súplica. Y concluía: "Te quiero, te voy a querer siempre, te extraño, papá. Si no me contestás yo sé que es porque no llegó a tus manos". El hombre nunca perdió la esperanza de verla, pero con el tiempo cayó en una profunda depresión y hace 13 años murió sin poder cumplir su deseo. "Todavía siento que necesito ese último abrazo con mi viejo, pero es una de las cosas que no voy a conseguir nunca. Son los dolores de esta vida", expresó la víctima.

En mayo de 2019 en un descuido de su secuestrador, que olvidó poner el candado en la entrada y se fue a bañar, María Eugenia vio por fin la oportunidad de salir de ese infierno. Tomó 640 pesos que había en un monedero sobre la mesa de la cocina, dos fotos de su hijo y la carta de su papá que había encontrado, abrió la puerta y corrió por su vida. "Nunca pensé que iba a salir de lo que estaba viviendo", expresó a los medios.

Oscar, el acusado, empezó a ser juzgado la semana pasada por privación ilegítima de la libertad y reducción a la servidumbre y la fiscal de la Oficina de Violencia de Género, Luciana Vallarella, solicitó una pena de 18 años de prisión. María Eugenia volverá a la ciudad de Rosario para escuchar el veredicto del juicio. "Me explicaron que el máximo que se puede pedir es 18 años. Entendí que la justicia de los hombres tiene números. Espero conseguir esos 18 años. Pero no me alcanzaría ni 23 años, porque la vida no me la devuelve. Lo único que me sacaría de todo esto es una máquina del tiempo, que me mande 25 años atrás. Entonces hubiese criado a mi hijo, compartido con mi familia, pero es imposible. Me queda la condena, y el compromiso de que no salga y encuentre a una mujer que pueda matar".

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