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Sociedad

La nueva vida de los galgos drogados: tras el infierno de las carreras clandestinas a una familia adoptiva

Les daban inyecciones para que "rindieran" mejor, en un circuito que juntaba 100.000 pesos en apuestas por edición. Los rescató la Policía y ahora les encontraron un hogar.

"Cala" juega y salta junto a los otros cuatro perros que ahora son parte de su nuevo hogar. En la casa de Juan Carlos, en Puerto Madryn las mascotas son parte de la familia. Su hija Lara eligió el nombre para la nueva integrante de la "manada" porque en griego significa "Hermosa". Es uno de los ocho perros galgos que fueron rescatados cuando iban a ser protagonistas de una carrera clandestina.

"Los primeros días estuvo algo tímida, como temerosa. Tal vez porque pensaba que no la íbamos a tratar del todo bien. Pero después se fue adaptando y ahora es una más. No me imagino lo que tal vez habrá sufrido. Pero bueno, ahora está con nosotros y vamos a darle todo el amor que merece", le dijo Juan Carlos a Clarín.

"Cala" es una de los tres que quedaron en Madryn, ya que el resto partió hacia un hogar de tránsito que tiene sede en Merlo, provincia de Buenos Aires.

Los galgos fueron rescatados por la Policía en un sector conocido como Las Bardas, en Puerto Madryn. Fue el oficial Jorge Mulero quien, con un dato que recibió, comenzó a investigar.

Llegaron al lugar poco antes que comience la primera carrera. Ya estaba todo dispuesto. Había entre 30 y 40 personas. Y casi 100 mil pesos de apuestas.

"Era cómo que volvían a empezar las carreras tras las restricciones de la pandemia. Estaban los caniles colocados y todo listo. Una pista prolijamente armada. La Policía revisó los coches y encontró una importante cantidad de drogas y medicamentos. También jeringas. Se los inyectaban a los perritos para que 'rindan' más en las carreras", contó el fiscal Daniel Báez.

Lograron rescatar a los canes y llevarlos a un lugar en la comisaría cuarta de la ciudad portuaria. Una mujer de nombre Rosalía los llevó a su casa, pero a los pocos días comunicó que por una cuestión económica no podía mantenerlos. Entonces, la Justicia comenzó a darlos en guarda a hogares transitorios mientras la causa judicial se defina.

"Me avisó un amigo que había perritos en la comisaría y con mi familia no lo dudamos. Tenemos tres de raza 'perro' y uno más encajaba perfectamente en casa. 'Cala' enseguida se hizo amiga de los demás, no tuvo problemas. Es cariñosa y algo quedada", la describe Juan Carlos.

El hombre asegura que los perros forman parte de su familia y que "a nosotros no nos gusta que los perros sufran, al contrario". Pero, como todo hogar de tránsito, no sabe aún si podrán mantener a "Cala".

"Esperamos que termine todo el proceso y se quede con nosotros, aunque aún no lo sabemos. Por supuesto que nos va a doler si es que se la llevan porque en muy poco tiempo nos encariñamos un montón con ella", agrega. Su hija Lara relata que "llegó muy flaquita, por eso le hicimos una dieta con alimentos. Ahora está mejor. Juega todo el tiempo. Estamos muy felices por eso".

"Daysi" escribió otra historia. No es un galgo puro, pero estaba en el lugar donde se iban a desarrollar las carreras clandestinas.

"Fue como un amor a primera vista. Llegué a la comisaría y un agente me llevó al lugar donde estaban los perritos. Y ella fue la primera en recibirme. Comenzó a lamer mis manos y llevaba sus patitas a mi pecho. No tuve dudas en que era la perrita que tenía que llevarme porque ella me eligió", contó Liliana, otra de las adoptantes.

También tiene otras mascotas: un golden, una labradora y un caniche. Vive en el Barrio Oeste de Madryn, pero además tiene un pequeño campo en la zona de las bardas. Hasta ese campo trasladaron a "Daysi" los primeros días. "Le llevamos alimento balanceado pero ni lo probó. Le preparé arroz con pollo y comió muy poquito. Hasta que le dimos carne y la devoró. Tal vez la habían acostumbrado a comer así"

Describió a la perrita como "muy sumisa" y hasta "algo temerosa al principio". Pero se fue adaptando y ahora está en casa con las otras mascotas. "Daysi" comparte el cariño de Liliana con el de su esposo Miguel y sus hijas Valentina, Ludmila y Ximena. Es una familia de clase media, pero con el amor suficiente para hacer olvidar a la perra del infierno que vivió en manos de quienes las explotaban vilmente en carreras clandestinas.

"Ella buscaba cariño, no hay duda. Nosotros la tendremos hasta que la Justicia decida. Nos dieron la guarda mientras dure la causa. Confiamos en que se quedará aquí. Ya la queremos un montón", confesó Liliana.

Los otros cinco galgos fueron derivados a Buenos Aires. Enterados de la situación, las familias voluntarias que conforman el "Hogar Amor de Galgos" llegaron a Madryn y se los llevaron. Ya están en hogares de tránsito esperando la adopción definitiva.

"En general estaban en buen estado. Es que al galgo de carrera se lo cuida más que al que se utiliza para la caza. Igualmente cuando alguno se lastima o ya no puede cumplir con la función pasa a descarte", le contó a Clarín Carina, integrante del hogar.

Mientras, en la fiscalía de Madryn se inició un proceso por maltrato animal: tanto el dueño del campo como algunos de los presentes en las bardas están imputados. Creen que hay muchos otros organizadores de estas carreras clandestinas y también muchos otros perros que son explotados en medio de fuertes apuestas.

El tercer galgo que quedó en Puerto Madryn está en manos de una mujer que no quiso hacer comentarios: "Tenemos miedo, esa es una mafia muy peligrosa". Igualmente, el can está en buenas manos, cuidado por la familia.

Lo cierto es que "Cala" y "Daysi" ya disfrutan de una vida nueva. Lejos del maltrato y de las maniobras de los organizadores de las carreras clandestinas.

"Hay que darles amor a estos perritos. Aun cuando sabemos que están de paso por nuestras familias y tal vez un día se los lleven. Pero eso no importa. Vivimos el día a día y la disfrutamos como a los demás. Uno no entiende como puede haber gente tan mala. Pero existe. Lamentablemente", cerró Liliana.

Apenas dos historias de las muchas que suelen escribirse cuando las personas comprenden el verdadero valor de las mascotas y la crueldad de explotarlos o hacerles vivir lo peor, como ocurre con quienes organizan las carreras de galgos. Bien vale la frase: "El mundo sería un lugar más agradable si todos tuvieran la capacidad de amar tan incondicionalmente como ama un perro". Todo dicho.

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