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Opinión VOCES. POR IGNACIO BRUSCO

El sesgo de naturalizar la guerra

Con el aumento de las armas masivas, se debe estudiar con mayor profundidad la conducta bélica de los humanos
Ignacio Brusco

Por Ignacio Brusco

"Todas las guerras son incomprensibles, caras y muy malas”. Benjamin Franklin

Nos encontramos actualmente con la naturalización de una guerra en el centro de Europa no recordando, en muchos casos, la problemática de tener en ese sitio el riesgo de una contienda mucho más grave. Quizás debemos recordar a Erasmo de Rotterdam quien planteaba sabiamente que “La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”.

Puede que el ser humano sea el único ser biológico que genere guerras. Pues si bien existe enfrentamiento entre animales, en ningún caso se plantean con la planificación, la masividad y el plazo necesario para considerarlo un acto bélico sino simples escaramuzas espontáneas e impulsivas que disminuyen conflictos sociales o territoriales. Es en escala muy menor, que además podría definirse como una toma de decisión a corto plazo, siendo la guerra una toma de decisión a largo plazo y planificada.

Es por demás interesante analizar semejante tema y su relación con la funcionalidad de la conducta humana, así como con la factibilidad evolutiva, especialmente en su comparación con los primates primos nuestros (chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas) y también con los primeros grupos humanos con el fin estudiarlo como una instancia innata, o por lo contrario que se haya desarrollado a medida de la evolución cultural.

Es más interesante aún en momentos de avance tecnológicos, donde la conducta guerrera o una alteración cerebral impulsiva puede llevar a la matanza de millones de humanos.

Tecnología, longevidad y actitud bélica

Ese mismo avance tecnológico permitió cuestiones ciertamente positivas, como la prolongación de la vida que conllevo al aumento de la población mundial. La misma ha pasado de los casi 1.000 millones de habitantes que había en el año 1800 a 8.000 millones en la actualidad.

Este escenario genera mayor lucha territorial y mayor disputa de recursos, con un umbral más bajo para alcanzar un conflicto bélico, con el aumento de armas masivas en zonas más densamente pobladas. Combo complejo, si lo hay. Estas condiciones disparan la necesidad de estudiar con mayor profundidad la conducta bélica de los humanos.

Se conoce que existen condiciones de lucha en manadas de chimpancés, con control de mono líder alfa y la posibilidad de expulsión del grupo. Con peleas a muerte, hasta incluso canibalismo de agentes externos pero de la misma especie. Esto sucede, pero siempre en el contexto de lucha esporádica aguda no programada. Sean por cuestiones materiales: como alimento, sociales como aspectos comunitarios o simbólicos generados durante las interacciones entre pares.

Sin embargo otros monos, también primos de los humanos: los bonobos presentan conductas sociales mucho más empáticas (son gregarios). Estos también comparten con el humano igual cantidad de genes que los chimpancés (pero otros), sin embargo, presentan una conducta más sociable con su comunidad; con menos niveles de agresión interespecie, con un claro componente pacificador.

Existen en el cerebro unas neuronas llamadas de Von Economo (llevan el nombre de su descubridor de 1913) con una conformación especial, que se las relaciona con la empatía, la confianza y los sentimientos de culpa. Se encuentran en mucha mayor concentración en cortezas de cognición social. Las mismas existen en el humano y en Bonobo, relacionándose con las cortezas sociales (prefrontal dorsolateral, cingulada anterior e insular). Pero estas células se las encuentra en menos cantidad en el chimpancé.

Los antropólogos describen una separación muy clara en cuanto a la violencia, entre los grupos de cazadores/colectores (edad de piedra, paleolítico) y los grupos sedentarios (neolítico).

Sucede en el estudio de cráneos de hombres de la edad de piedra de recolectores y cazadores (paleolítico); si bien existen muertos y lesiones del cráneo. Se sabe que el 95 por ciento de nuestra existencia en el mundo fue de cazador/recolector, durante todo este periodo no existieron verdaderas guerras planificadas, sino luchas esporádicas.

Recién, cuando el hombre se hizo sedentario (neolítico) comienzan a aparecer señales de luchas programadas. Encontrándose asentamientos de muertos, como una fosa común de 60 muertos encontrada en Sudán de 12.000 años de antigüedad; considerados las primeras víctimas bélicas.

Algo parecido sucede con algunas tribus nómadas todavía existentes, también estudiadas en la actualidad.

Violencia organizada

La guerra es definida como la violencia planeada y organizada; diferente a la violencia individual espontánea y con pocos contrincantes. La guerra entonces no es la acumulación individual de hechos violentes en una comunidad; sino que tiene su propia lógica, como dice Jurg Helbling, etnólogo de la Universidad de Lucerna. Este investigador del tema ha estudiado además otros grupos nómades pero arcaicos; donde no aparecen guerras sino solo eventos esporádicos y espasmódicos individuales.

En este sentido podríamos ser optimistas en cuanto a la violencia en el hombre; es decir que el hombre no generó las guerras sino se fueron conformando culturalmente, a partir de hacerse sedentario. Lo cual ocurre en el último cinco por ciento de su historia humana.

Los grupos nómades, en general pequeños (alrededor de 25 humanos), podían alejarse del territorio (que en general abundaba) y presentaban una capacidad mayor de negociación. Así podían resolver cuestiones como el adulterio con duelos ceremoniales o al recibir la presión de su comunidad eran pacificados. Así se podían evitar cuestiones más graves de violencia. Si bien existe la violencia como fenómeno universal, ésta no ha llevado a guerras en las comunidades nómadas. Solo desde hace aproximadamente 12.000 años, cuando nos hacemos sedentario, en el medio oriente empezaron las guerras planificadas y el estado como entidad organizadora.

Los grupos nómades resuelven arcaicos y actuales resuelven las cuestiones con negociaciones, apelando a rituales de lucha o escaramuzas esporádicas. Sin embargo el sedentarismo llevó a toma de decisiones a largo plazo a las luchas programadas; especialmente con disputas territoriales y de la propiedad.

Los fenómenos virtuales y la inteligencia artificial (IA) pueden ser capítulos no descubiertos todavía en una guerra masiva. Internet, drones, satélites y la IA pueden ser devastadores y sorprendentes usados en la guerra. Sumados a las armas de destrucción masiva que parecen haberse olvidado, a pesar de haber estado presentes durante décadas durante la guerra fría, nada de estas complejidades estarían siendo evocadas adecuadamente por los estudiosos del tema y los medios. Estamos en riesgo de sorprendernos como sucedió en la primera guerra mundial ante la novedad de la revolución industrial aplicada a las armas. Nos encontramos actualmente en la revolución informática y biomédica.

Una realidad temible, que pareciera virtual, acontece en la cognición de las personas cuando se naturaliza un fenómeno cognitivo de habituación a la destrucción y muerte masiva transmitidas en las redes o medios cual juego virtual de internet, aunque son destrucciones y muertes reales.

VOCES

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