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Opinión VOCES. POR IGNACIO BRUSCO

La música como lenguaje

La capacidad musical es aquella empleada para percibir o ejecutar música, la cual es llamada frecuentemente “oído musical”.
Ignacio Brusco

Por Ignacio Brusco

La música es un idioma primitivo que permite despertar componentes afectivos y racionales en forma individual e intersubjetiva. Se ha estudiado mucho sobre el lenguaje y el cerebro, especialmente respecto a lo oral y escrito. Sin embargo, menos ha sido investigado acerca del cerebro en torno al lenguaje musical.

La capacidad musical es aquella empleada para percibir o ejecutar música, la cual es llamada frecuentemente “oído musical”. De este último sabemos que existen muchas variantes, pasando por el “oído absoluto” (que es el que poseen aquellas personas que tienen en forma implícita la tonalidad en sus cortezas cerebrales, pudiendo reconocer notas musicales sin ayuda) hasta las personas que no distinguen ninguna tonalidad.

Sabemos hoy que el cerebro humano está constituido por dos hemisferios, izquierdo y derecho, y que cada uno de ellos realiza actividades diferentes. La capacidad musical se encuentra fundamentalmente en el hemisferio derecho, mientras que en el hemisferio izquierdo se halla el sector encargado del lenguaje gramatical, tanto en el aspecto de su comprensión como en el de su expresión. Es decir, se sostiene la idea de que, en general, lo matemático y gramatical funciona del lado izquierdo y lo espacial-musical del lado derecho. Así es que cuando a una persona que no ha estudiado música le hacemos escuchar una melodía desconocida, se le van “encendiendo” las cortezas auditivas del lado derecho (sólo musicales); pero, cuando se le hace le hace escuchar música a alguien que estudió armonía, se encienden ambas cortezas: la musical pero también la gramatical. De esto podría derivarse que la incorporación del aprendizaje musical en quienes han estudiado se produjo en el hemisferio de la matemática; sugiriendo entonces que deberían ser consideras las funciones cognitivas en el estudio de la música, fundamentalmente en niños, dada su plasticidad neuronal.

Por otro lado, también se localiza en el hemisferio derecho el entendimiento de la música que posee el acento del lenguaje, llamado prosodia. La expresión y comprensión tanto de la musicalidad regional (por ejemplo hablar en cordobés o en porteño) como de las variantes tonales expresivas que le damos al idioma (tales como la exclamación o la interrogación) se encuentran en el lado derecho. Esta capacidad nos permite expresar más eficientemente nuestras ideas semánticas a partir de la música que le damos a nuestras palabras.

Por ejemplo, una palabra simple puede dar a entender cosas tan disímiles como una ofensa o una comunicación amistosa dependiendo de su musicalidad (como pasa como con algunas malas palabras).

Un estudio realizado por Jorge Gurlekian del Laboratorio de Investigaciones Sensoriales del CONICET mostró que el castellano hablado en Buenos Aires posee la prosodia napolitana; hecho explicado por la fuerte corriente inmigratoria de finales del siglo XIX y comienzos del XX. De ahí que en otros países que no hablan el castellano los porteños seamos confundidos con los italianos.

Pero ¿y qué sucede con las personas que no comprenden la sonoridad de las palabras? Lo más probable es que padezcan problemas interpersonales y sociales. Esa situación puede ser una característica personal, una forma de ser; pero puede ser problemático cuando a la persona esto se le produce debido a una lesión cerebral, provocando que no exprese o comprenda emocionalmente el lenguaje (alexitimia), o que se convierta en monocorde cuando antes era claramente expresiva; o, más extraño aún, cuando a partir de una enfermedad la persona presenta un cambio de su acento regional, generando el llamado “síndrome del acento extranjero”, en la que habla como como si fuera de otro lugar.

Es entonces la musicalidad cognitiva un elemento esencial de nuestra capacidad de comunicación intersubjetiva. Una función a veces ignorada del pensamiento, pero que sin embargo es la música que enmarca nuestra gramática y pensamiento: sin la cual ni somos ni decimos lo mismo. Enmarca así una actividad instintiva primaria que se encuentra muy activa en animales desarrollados y desde el comienzo de la vida en el homo sapiens.

*El autor es neurólogo, doctor en Medicina y doctor en Filosofía.

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