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Cultura

Cosquín Rock 2023, primer día de una maratón de rock

120.000 espectadores llenaron los escenarios desde temprano para ver bandas de todas las épocas dando asi comienzo al mayor festival de rock del país

La oda al rock volvio a batir records y colapso el valle de Punilla, 120.000 espectadores se dieron cita para ver bandas de todo tipo y época, permitiendo la concurrencia de padres e hijos a la par.

Esa cantidad de gente hizo algo caotico el acceso a la compra de comida en el sector gastronómico.

Mientras Divididos hacía de las suyas en el escenario Norte (Mollo le dedicó la chacarera Huelga de amores al pueblo comenchingón), en el escenario Montaña Catupecu Machu demostró por qué tiene un lugar especial en la historia del festival. El reunido grupo de Fernando Ruiz Díaz tuvo invitados (Juan Ingaramo y Usted Señalemelo), tocó con dos bateristas (incluido Abril Sosa) y recordó al fallecido Gabriel Ruiz Díaz en Plan B. Su hermano, además, dejó otra de sus habituales frases festivaleras: “Hasta la montaña siempre”.

El tramo final del sábado tuvo uno de sus mayores picos de alegría con la actuación de Turf en el escenario Sur, y en pleno horario nocturno central. El carismático Joaquín Levinton aguantó solamente tres canciones entre sus compañeros y se plantó en la pasarela del escenario para arengar y despertar a su público.

Luego de Cuatro personalidades, No se llama amor y Casanova, llegó Crónica TV con memes alusivos en pantalla. Y como condimento especial, Santiago Motorizado se sumó a Loco un poco (miles de celulares filmaron “magia blanca”) y Emiliano Brancciari hizo lo propio para Pasos al costado. El final, o la frutilla del postre, llegó con Yo no me quiero casar, ¿y usted?. La canción, una de esas que canta y baila todo el mundo, hizo estallar el escenario Sur y coronó una gran actuación del siempre histriónico grupo.

Cuando Juanse subió al escenario Norte minutos antes de lo pactado, el predio ya lucía mucho menos congestionado. El líder de los Ratones Paranoicos se presentó con su proyecto solista, en el cual sobrevive uno de sus mayores laderos, el bajista Pablo Memi. 10 minutos antes de lo previsto, y mientras el pulso electrónico tomaba por asalto el escenario Montaña, el cantante y guitarrista salió a escena con una camiseta argentina y un tapado negro que asimilaba la figura del vampiro que tanto nombra en una de sus canciones. El show tuvo de todo, incluyendo al propio Juanse subido a las estructuras de sonido. Todo un clásico a nivel personal.

Pero no fue una actuación más para el músico, que decidió invitar a Ale Kurz, de El Bordo (Enlace); Junior, ex-La 25 (hoy Caras Extrañas, que se sumó en Ya morí); Mateo Sujatovich (que terminó soleando en la guitarra La nave) y a dos referentes del rock en Argentina: Celeste Carballo y León Gieco. La cantante mostró su vigencia se sumó y Sucia estrella y Ruta 66. Gieco, a su turno, compartió dos joyas de su archivo personal: El fantasma de Canterville y Pensar en nada.

Fue, probablemente, el punto culmine de una noche que empezó bien temprano y tenía todavía resto para más. A esa altura, cuando Juan Ingaramo también cerraba un show ecléctico que probablemente hubiera funcionado mejor en otro horario, era el turno de los DJs y de más nombres internacionales. Desde sus cabinas, Enrico Sangiuliano y Charlotte De Witte eran los encargados de bajarle el telón a una edición de Cosquín Rock que comenzó con varias postales para el recuerdo. Mejor, (casi) imposible.

COSQUIN ROCK

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