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Los 50 años de Martín Palermo: el día que murió su hijo, pidió jugar, fue figura y rompió en llanto

Uno de los momentos inolvidables en la cinematográfica carrera del goleador se vivió en 2006, cuando saltó a la cancha en medio de un drama familiar y convirtió un doblete para darle la victoria a Boca.

Martín Palermo, máximo goleador de la historia de Boca que está cumpliendo 50 años, vivió uno de los tantos momentos cinematográficos de su carrera el día que murió su hijo, pidió jugar y fue figura en la victoria 3-0 sobre Banfield. Aquella tarde, el Titán conmovió a todos con sus lágrimas tras convertir dos goles y salir reemplazado en medio de una ovación histórica de toda La Bombonera.

El 6 agosto de 2006, Boca recibía a al Taladro en la primera fecha del Apertura. El equipo dirigido por Alfio Basile, que venía de conquistar el Torneo Clausura, quería iniciar con un triunfo el nuevo certamen que a la postre ganó. El día anterior, Palermo había sufrido la muerte de su hijo Stéfano, nacido prematuramente, por lo que se presumía que el Titán no sería de la partida.

Sin embargo, un llamado de teléfono a Basile cambió todo. “Coco, quiero jugar igual”, le dijo Palermo al experimentado entrenador. El DT, sabio conductor de grupos y muy fraternal con sus jugadores, le dio toda su contención: “Martín, hacé lo que sientas. Si venís, vas a ser titular, pero eso queda en vos”.

El goleador estaba en pareja con la modelo entrerriana Lorena Barrichi, quien había sentido molestias los días previos al partido y había sido internada. Todo terminó de la peor manera. Hubo un parto prematuro y horas después el pequeño Stéfano murió en la clínica.

La Bombonera recibió a su ídolo con todo el fervor y le regaló una ovación inolvidable. Diego Maradona, presente en su palco, intercambió gestos de cariño con el 9 y le dio su apoyo públicamente.

Tras un primer tiempo sin emociones, en el que un cabezazo de Palermo dio en el travesaño, los goles llegaron en el complemento. A los 13 minutos, Sebastián Battaglia metió un pase entre líneas al corazón del área y Palermo, viendo que Lucchetti se había tirado al piso para llegar al cruce, empaló la pelota con el pie derecho y la mandó a la red sin obstáculos.

Miró al cielo, trotó hacia el córner y se arrodilló. En cuestión de segundos todos sus compañeros estaban ahí para abrazarlo y compartir con él un momento tan especial. El Titán no ocultó las lágrimas y volvió al centro de la cancha conmovido, mientras la Bombonera entera gritaba por él.

Pero había más. A la media hora, se tiró al piso para capturar un rebote en el área chica y, de zurda, convirtió el tercero de Boca y segundo de su cosecha. Fue su gol número 147 con la camiseta xeneize.

Poco después, Basile lo sacó para que recibiera el calor del público en la despedida y ya en el banco de suplentes, muy conmovido, Palermo se estrechó en un largo abrazo con el DT, que parecía no querer soltarlo. El Panadero Díaz, ayudante del Coco, y los suplentes, entre ellos su amigo Pablo Migliore, también le demostraron su afecto. Las cámaras se olvidaron del partido y mostraban lo que ocurría en el banco de suplentes con todo detalle.

Años después, el Loco contó por qué quiso jugar ese partido: “Era una necesidad. Ya no se podía volver atrás. Lo que había pasado era muy doloroso y difícil de asimilar. Sentí ganas de entrar a la cancha y estar con mis compañeros, por eso le dije a Coco que quería jugar”.

Nacido en La Plata el 7 de noviembre de 1973, Martín Palermo surgió en Estudiantes y tuvo dos etapas gloriosas en Boca, donde se convirtió en ídolo, ganó títulos locales, dos Copa Libertadores y una Intercontinental (con dos goles suyos al Real Madrid, en Japón) y alcanzó el récord de mayor goleador de la historia del club, con 236 conquistas. Se dio el gusto de jugar el Mundial Sudáfrica 2010 con la Selección de Maradona y de convertirle un gol a Grecia.

MARTIN PALERMO BOCA

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