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Opinión

La Navidad desde la mirada de Constelaciones Familiares

Una nueva navidad se nos avecina y con ella se da comienzo al espíritu navideño, las vidrieras de los negocios en el centro de la ciudad y también porque no los de las zonas aledañas y de los barrios se visten para la ocasión con adornos maravillosos.
Lic. Amanda Carrara

Por Lic. Amanda Carrara

Ese espíritu en el que las esperanzas se renuevan, los hogares muestran otra faceta con decoraciones colocadas esmeradamente por los dueños de casa, a lo que también se suman una innumerable cantidad de reuniones con aquellas personas que se interactúa en los diversos grupos ya sean éstos amigos de la vida, de la infancia, aquellos que hicieran mientras practicara algún deporte, compañeros de trabajo, llegando en ocasiones a ver nuestras vidas invadida por tantas actividades sociales que requieren ser organizadas prolijamente en nuestras agendas y evitar las muchas veces inevitables fechas de cenas, comidas, brindis y encuentros que se superpongan unos a otros.

Y a todo esto sigue la organización de la cena de nochebuena, la comida, los regalos, para recibir a las 12 en punto la Navidad, esa celebración que muchas veces provoca una mixtura de emociones, una imagen, que se plasma de la familia reunida en varias generaciones, muchos sonriendo, felices y compartiendo, otros que se muestran nostálgicos por aquellas ausencias que implica un sufrimiento callado, sofocado y controlado, mientras que en algunos no deja de aprovechar los espacios de opiniones respecto a aquellas personas difíciles que generan momentos de tensiones y relaciones conflictivas. Todo esto suele darse casi a la vez, los cambios de lugares repentinos por aquel con el que se quiere tener una charla amena, o por el contrario tomar distancia de otro que no deja espacio para un diálogo en armonía. ¡En fin!

Es una época en que se suele acrecentar y hacer evidentes las rupturas, los desacuerdos y desencuentros, las posteriores negociaciones entre las diferentes costumbres familiares, las incompatibilidades e inconsistencias entre “mi” familia y “tu” familia, hace que el mes de diciembre se lo viva de una manera amenazante, estresante y sobre todo de ansiedades.

Estos movimientos hacen de que muchas personas se pregunten de que, si realmente la familia forma parte o no del sistema al que se lo suele sentir en exclusión, como si estuviera fuera de él.

¿Y cuál es la mirada sistémica de las Constelaciones Familiares al respecto?, la familia, el clan del cual muchos reniegan en esta época del año son todos, no solo por la información biológica que se comparte, sino también a la historia que los une, porque guste o no, de ahí venimos y por consiguiente formamos parte de ellos, en la mesa sentados hay ascendientes y descendientes nuestros. Esto no implica que nos tengamos que llevar de maravillas todos entre todos, porque hay diferencias de miradas, opiniones y el estar reunidos juntos no significa que no se hubieron provocado heridas, distanciamientos, sufrimientos. Por esta razón sentarse a la mesa a disfrutar de una fiesta como es la navidad es una decisión personal, reconocernos parte de ellos con todo lo bueno y todo lo malo es aceptar honrando a todos aquellos que estuvieron antes que nosotros y mostrarles el debido respeto, porque de alguna manera hicieron algo bueno para que nosotros pudiéramos tomar la vida, de ellos nos la fue proporcionada y nosotros la tomamos, al precio que nos costara a ambos, y continuaremos ese legado, porque un regalo como la vida no se puede devolver, solo se puede transmitir, de una generación de padres a sus hijos en un orden de sucesión, y así formar líneas de ancestros hasta 7 u 8 generaciones, y si tomamos como referencia nuestros choznos, cada uno de nosotros provenimos de 2 padres, 4 abuelos, 16 bisabuelos, 64 tatarabuelos, 248 choznos, y de todos y cada uno de ellos traemos información, por lo tanto somos un crisol de información cromosómicas y de historias que nos hacen ver exitosos, por el solo hecho de haber podido tomar la vida ya que ésta continúa en nuestros descendientes, hijos, nietos, bisnietos, tataranietos… por lo que se puede ver claramente que habían muchos antes que nosotros llegáramos a la vida y habrán muchos otros que llegarán después.

La biología en concomitancia con el linaje paterno y materno nos permite construir el árbol genealógico y nos ubicamos en él reconociéndonos parte del mismo y nos señala de dónde venimos, dándonos un lugar de pertenencia. Sin embargo, en el transitar de nuestras vidas vamos conociendo e incluyendo a todas aquellas personas que hicieron algo bueno por nosotros, aquellas que sin tener lazos consanguíneos las consideramos familia, porque hemos creado un vínculo que va más allá y que perduran en el tiempo y con los que se comparten vivencias, recuerdos, momentos difíciles como también alegres, porque se ha establecido una conexión especial y son incluidos como familia, desde una decisión muy personal.

También es importante destacar el caso de los yernos y las nueras, si forman o no parte de la familia a la que podemos denominar “Familia Extendida” y en este punto en particular que provoca en muchos casos controversias, se puede inferir que va a depender del nivel de aceptación que se tenga con respecto a ellos. La relación que la madre tiene con el hijo está claro que es una relación vincular eterna e indisoluble, más allá de como sea el hijo o la madre hay lo que Bert Hellinger da en llamar “Amor Incondicional” y ese amor siempre viene de atrás hacia delante, o sea los padres (papá y mamá) aman incondicionalmente a sus hijos, aunque con unos tengan mejor comunicación que con otros, ese amor siempre estará presente, sin importar lo que hagan, dejen de hacer, incluyendo las elecciones que hagan, nunca dejarán de ser hijos, y ese hecho hace de que sean parte del linaje y ocupen un lugar dentro del árbol. Y este hecho es tan importante que hay que incluirlos aún hayan muerto a edad temprana o que no hayan podido tomar la vida cuando de abortos se trata.

Mientras que las nueras y los yernos son elecciones de los hijos, donde el resto de los miembros de la familia no tienen injerencia alguna, porque ese amor si tiene condiciones pre establecida entre la pareja, que si no se cumplimentan pueden traer serios problemas y esa relación se puede romper siguiendo cada uno su camino. Por lo tanto, la aceptación o no de los yernos y las nueras es muy personal y se corresponde al nivel de aceptación que el clan tenga respecto a ellos, ya sea por comportamiento, respeto o servicio que estén dispuestos a ofrecer. No olvidemos que cuando una pareja se conforma son dos clanes que se unen, son ellos quienes tienen que tener el discernimiento para tomar lo que consideren mejor de cada clan y conformar uno nuevo, y éste nuevo sistema tendrá prioridad sobre el sistema anterior o el de origen, esta es una de las excepciones que Bert Hellinger marca de manera taxativa. En pocas palabras el hijo/a que forma pareja la prioridad la tendrá la familia que él o ella ha formado, no se renuncia al sistema del cual proviene o el de origen, simplemente crea otro nuevo que será el prioritario para él o ella, pues deberá cumplimentar otras funciones como la de madre/padre en la crianza y formación de sus hijos, porque así y solo así avanzan las sociedades, con todas las virtudes, carencias, defectos, abundancia etc.

Las festividades navideñas a lo largo y ancho de nuestro planeta se celebran de las mas variadas y diversas maneras, a mi en lo particular me gusta pensar que la navidad representa una fiesta en la que se conforma y consolida la primera familia cristiana, en rededor de una persona que nace con un destino de cambiar la humanidad, se muestra en el lugar de nacimiento a un padre vigilante, atento a que nada perturbe la tranquilidad de una madre que dio a luz a un niño en condiciones de múltiples riesgos tales como el político que se vivía en ese momento, en el contexto en el que se dio el nacimiento, un lugar tan contaminado como un pesebre rodeado de animales, en un clima poco favorable, por ser invierno, y sin embargo, a pesar de tantas situaciones adversas, todo salió bien, el niño nace saludable, es arropado, contenido y alimentado en los brazos de su madre, y a partir de ahí la historia lo sigue como el único niño sobreviviente de la matanza de los inocentes, sus padres siempre estuvieron ahí para él de una manera incondicional. Su madre acompaña, sostiene, sin interferir en la misión que el hijo se propone, solo acompaña, a veces desde la distancia, pero siempre presente. Más allá de ser creyentes o no, ese ser humano llamado de diversas maneras como Cristo, Jesús, mesías, Emmanuel, marcó un hito histórico indiscutible, porque en cualquier libro de historia, antropología, biología, se hace referencia a 300 años antes de Cristo, o en el 20 después de Cristo, aún no he tenido la oportunidad de haber leído que mencionen antes de buda o después de buda, antes de Alá o después de Alá.

Me gusta sentir ese espíritu que se vive previo a la navidad, como si se tratara de una ofrenda anual a la esperanza de que, como en aquella época, se transforme en un anhelo de cambios que laten intensamente en el ambiente. A nuestro hogar que construimos junto a mi esposo, lo visto de fiesta, porque ahí he transcurrido muchos días y noches agradecida por tenerlo, por contar con él, saber que es mi refugio y sobre todo disfrutar de el en las situaciones que fuere, en ese hogar lloré de alegría y de tristeza, en él educamos y criamos nuestros hijos, nuestras mascotas, en él también soñé, cree mis proyectos, impulsé mis anhelos. ¡Como no vestirlo de fiesta para celebrar la navidad! Como no agradecer a una parte tan pequeñita del mundo donde se cobija y refugia mi mundo, estas son las cosas que nos hacen sentir la trascendencia humana para catapultarnos a un plano mayor, al espiritual, que muchos lo tienen acallado u olvidado detrás de una cortina construidas con el trabajo, las obligaciones, y porque no también el olvido para evitar el dolor.

Como podrán haber observado los lectores que no hice referencia a que estas festividades están gobernadas o no por el consumismo, que muchas redes sociales colapsan con el posteo de buenos deseos bajo la influencia de la hipocresía de una sensibilidad sobreexpuesta carente de emotividad, ya que no es el sentido ni la mirada que deseo dar a este artículo, porque esa mirada es una decisión muy personal para vivirla en esa dirección.

También puede suceder que cuando te sientes a la mesa quien te toque al lado en la cena de Nochebuena a lo mejor no sea aquella persona con la que te hubiera gustado estar, solo mírala con benevolencia, porque quizás ha tenido una vida difícil y no supo cómo ni el modo de resolverla o de sostenerla, apiádate al igual que muchos se apiadaron de nosotros, porque no será para siempre, es solo circunstancial y en ese acto puedes marcar una gran diferencia para ti y los otros asistentes, porque en definitiva y en palabras de Carl Sagan, “Somos polvo de estrellas. Todos provenimos del mismo evento cósmico”.

Por último y no menos importante es recordar que cada uno de nosotros somos en nosotros mismos un cúmulo de factores internos muy particulares, con nuestra historia y experiencias de vida diferente e incluso a los de nuestro propio clan y que los cambios comienzan en nosotros mismos.

En este tiempo navideño estamos habilitados para sentir aquellas emociones quizás enquistadas y permitirnos agradecer por lo que fue, tal como fue, y que nos permitieron ser lo que somos, como también recibir el agradecimiento de terceros, que, ante aquellas pequeñas e insignificantes acciones para nosotros, fueron grandes cambios y oportunidades para otros.

Les deseo a todos y cada uno de ustedes una Feliz Navidad, en armonía, ocupando el lugar que corresponda, ante el padre como hijo, ante la pareja como un igual, ante los hijos como mamá o papá y brindar con la copa bien en alto y como dicen los franceses “Pour nous” (por nosotros) porque desde ahí comienza y se logra todo.

La autora: Mtra. en Psicología Sistémica

CONSTELACIONES

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