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Política BRICS

Brics: Argentina en el tablero de China

Argentina acaba de ingresar formalmente al grupo de países BRICS, integrado hasta ahora por Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica. Junto a nuestro país se han sumado al grupo Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Egipto.

El presidente Alberto Fernández acaba de anunciar el hecho como un logro de su gestión y decir que esto fortalecer a la Argentina porque se suma a un bloque de países que representa 40% de la población mundial.

¿Cuáles son en verdad las implicancias? Bueno, las más importantes no son económicas, en principio, sino geopolíticas. Cuando los Brics se formaron oficialmente, en 2009, su perfil era mucho más económico. China, Brasil, Rusia y la India eran vistas como potencias demográficas y económicas encaminadas a liderar o tener roles muy relevantes en un mundo que por entonces seguía liderado por Occidente y sus principios democráticos, republicanos, de respeto a los derechos humanos, y de apertura de mercados.

Con los años ese posicionamiento varió. Hoy los Brics son la plataforma en que China, en una pelea cada vez más tirante y dura, busca desplazar del liderazgo mundial a Estados Unidos, pero justo cuando su población empieza a achicarse. Rusia es hoy un país invasor de Ucrania, que encuentra en los Brics (y en Argentina) un lamentable baño de legitimidad, aunque justo cuando su único pilar económico, el gas y el petróleo, empiezan a perder gravitación por el cambio climático. El lugar donde Brasil busca consolidar su liderazgo sudamericano distanciándose de Estados Unidos y posicionándose como el gran proveedor de alimentos del mundo. En 2009 hubiera sido impensable que Irán formara parte de esta foto.

Para la Argentina tradicional, populista, es negocio sumarse a los Brics en términos políticos y propagandísticos. Muestra al país al lado de otras potencias, con el eco de fondo de la Tercera Posición posición. Ni yanquis ni marxistas. Un gestito antiimperialista, antioccidental nunca viene mal. A cambio, no implica ningún compromiso económico. No hay que abrirse al comercio como exige cualquier tratado de libre comercio, lo que implica que no potenciará ningún crecimiento, pero a cambio Argentina puede seguir siendo todo lo proteccionista que quiera. Tampoco nadie audita las cuentas públicas, como el FMI, porque tampoco nadie le prestará dinero a la Argentina.

Es cierto que los Brics tienen un Banco de Desarrollo al que ahora podrá acudir Argentina. Pero no es para auxiliar financieramente a nadie en una crisis, como el FMI. Es sólo para dar créditos puntuales de infraestructura: construir un puente, cosas así.

En lo comercial, tampoco parece necesario. China, la India y Brasil ya son tres de los cuatro principales socios comerciales de la Argentina. No hizo falta el Bric para eso.

Hay una punta financiera que podría ser importante. Para China los Brics son clave en su intención de empezar a posicionar el yuan como alternativa al dólar y el euro como monedas de reserva. Es la última fase de un verdadero imperio. Entonces los Brics están promoviendo comerciar, entre ellos, en sus propias monedas. La propaganda oficial argentina dice que eso es genial porque así “no habría que usar dólares de las reservas”. Pero oculta un detalle esencial: si bien podríamos pagarles las zapatillas importadas a China en yuanes, al venderle la soja tendríamos que recibir yuanes, en lugar de dólares. O sea, en el mejor de los casos, no cambiaría nada. En el peor, podríamos quedar más dependientes de comerciar sólo con países que reciban yuanes. Al menos hasta que China logre su objetivo y sea el imperio definitivo de un capitalismo global sin pruritos democráticos.

BRICS ARGENTINA CHINA

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