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Política ANALISIS

El consumo de vino cayó a un mínimo histórico

Según la última medición, cayó 6,9% y quedó en apenas 16 litros, una disminución de 12,5 litros en 18 años. Referentes de la industria coniciden en que es un fenómeno multicausal.

De acuerdo al informe de “Comercialización de Vinos Mercado Interno” del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) correspondiente a diciembre de 2023, el consumo per cápita del país llegó al peor registro histórico: apenas 16,7 en 2023, una cifra un 6,9% menor a los 18 litros por persona que había marcado el 2022.

La información fue recogida por el diario Los Andes, de Mendoza, con la firma de la periodista Sol Devia.

Referentes de la industria vitivinícola aseguraron que los motivos que han llevado a esta caída histórica en el consumo per cápita de vino en Argentina son varios. Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina (BdA), relacionó el desplome en el consumo del vino con la caída general de la actividad económica que se vive en el país y la pérdida del poder adquisitivo que sufren los argentinos. “Esto no solo afecta al vino, también a otros alimentos y bebidas donde se ve una disminución que promedia entre el 20 y el 25%”, dijo.

Bolsillos flacos

De acuerdo al enólogo, si bien los precios de los vinos no se han disparado como otros productos en las góndolas, la situación lleva a priorizar otros consumos prioritarios: “Los bolsillos están flacos y el vino es una bebida fácilmente sustituible con otras más baratas, directamente por agua, y la gente prefiere por el mismo dinero que sale hoy una botella comprar alimentos”.

A esta coyuntura nacional, el referente de BdA sumó el contexto internacional, donde se observa desde ya hace un tiempo una inclinación por las gamas más altas de vino, produciendo un cambio de cantidad por calidad. “Se van sustituyendo volúmenes por productos de más calidad, se consume menos, pero de más alta calidad. Eso también hace que se vayan sustituyendo lo que antes formaban parte de un promedio de 20 litros, que en un momento llegó a superar los 90 litros per cápita”, manifestó.

Como tercer factor, Bressia sumó una vieja discusión de la industria, la tolerancia del alcohol al volante en el país. “El tema de los controles de alcoholemia inciden mucho también, porque hay un temor por las multas y por los accidentes. Aunque el vino no es el responsable de los accidentes, porque ahí influyen otras bebidas, estamos metidos dentro de la misma categoría. Es algo que se hace sentir en bastantes provincias argentinas que tienen tolerancia cero al alcohol”, planteó.

Como solución, Walter Bressia comentó que desde la cámara que nuclea a más de 200 bodegas del país están insistiendo en el trabajo sobre una nueva Ley de Vinos que les permita la elaboración de nuevos ejemplares que se adapten a las demandas del mercado. “Se trata de desalcoholizar vinos, algo que se está consumiendo en el mundo. Es importante que pudiéramos llegar cuanto antes a hacerlo aquí en la Argentina. Esto está dentro de un marco legal, por lo que se está trabajando y el INV está trabajando en estos puntos para dar una respuesta también a lo que se viene”, completó.

Patricia Ortíz, CEO del grupo de bodegas Fincas Patagónicas que compone Bodega Tapiz, Zolo y Wapisa, coincidió con su colega y sintetizó: “Hay una combinación de cambio de hábito por el consumidor más joven, que si bien, bebe alcohol, muchas veces no elige el vino, sino otras bebidas como cerveza o cocktails con gin, vodka. Por otro lado, la pérdida de poder adquisitivo lleva a que muchos consumidores no lo hagan con la frecuencia que acostumbraban”.

Por su parte, Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi), también señaló que la caída en el consumo per cápita es un fenómeno multicausal. En coincidencia con Bressia, también señaló la premiumización como uno de los principales motivos del escenario actual. “Una de las principales causas es que hay una pérdida importantísima del poder adquisitivo. Los volúmenes que normalmente se venden en Argentina son los de vinos básicos que toma la gente que tiene menos poder adquisitivo en este momento. La caída en los de media y alta gama es muy baja comparada con las caídas estrepitosas de las clases de los vinos de baja gama o de entrada de nivel”, señaló.

De todas maneras, Ruggeri aclaró que si bien estos vinos reciben la denominación de “baja gama” por una cuestión de valor, se trata de ejemplares de excelente calidad, hechos con mayor masividad que otros segmentos que se trabajan en el país. “Ese tipo de vinos son los que más han sufrido la caída y esos son los que justamente mueven los volúmenes grandes. Por eso las caídas porcentuales son grandes”, justificó.

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