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Sociedad REDES SOCIALES

Consumos Culturales: impactante aumento en el uso de las redes sociales en Argentina

Con datos representativos a nivel nacional, la Encuesta Nacional de Consumos Culturales revela hábitos y preferencias culturales de argentinas y argentinos. Cómo se amplió el acceso en la última década a las redes.

En el marco del reciente Mercado de Industrias Culturales Argentina (MICA), se presentaron los resultados parciales de la Encuesta Nacional de Consumos Culturales (ENCC), con información recabada entre finales de 2022 y comienzos de 2023. Y aunque era un dato esperable, el crecimiento del uso de redes sociales impacta: son utilizadas por el 95 por ciento de la población. Atraviesan clases sociales, géneros y edades.

En su tercera edición desde 2013 y con un diseño metodológico que lo hace representativo a nivel nacional, este instrumento es “el único relevamiento oficial acerca de los hábitos, consumos y preferencias culturales de la población argentina” y permite realizar una lectura de la evolución de esos comportamientos durante los últimos diez años.

La encuesta, desarrollada en torno a seis preguntas básicas (¿qué miramos?; ¿qué escuchamos?; ¿qué leemos?; ¿qué prácticas digitales realizamos?; ¿adónde vamos?; ¿en qué participamos?) pone a disposición datos concretos para analizar consumos de televisión, contenidos audiovisuales en plataformas y páginas web; música, radio y podcast; noticias, revistas y libros; redes sociales y videojuegos; cine, teatro, música en vivo y museos.

”Esta tercera edición arroja información sobre diversos sectores de las industrias culturales, las transformaciones de sus modalidades de producción y monetización desde el punto de vista de la demanda; las prácticas digitales, los consumos masivos, el uso de plataformas, el acceso y participación en el ámbito del patrimonio material e inmaterial, y las prácticas vinculadas a la formación artística y cultura comunitaria”, se lee en la introducción del material elaborado por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca) y la Dirección de Planificación y Seguimiento de Gestión del Ministerio de Cultura.

Si se piensa en términos de evolución tecnológica y conectividad, el universo de las redes sociales es particularmente interesante a la hora de plantear un análisis diacrónico que abarque la última década.

LAS REDES, EL MEDIO MÁS MASIVO

Entre los primeros datos que se conocieron de la ENCC, uno de los más resonantes está vinculado a que casi toda la población (95%) usa redes sociales. Si se compara ese dato con las cifras de 2013, cuando ese porcentaje era del 57%, la variación fue de un 38% en nueve años. Además, entre 2017 y 2022 la proporción de nuevos usuarios fue del 25%.

Para Julia Houllé, socióloga que comandó la encuesta y directora de Planificación y Seguimiento de Gestión, el uso de este tipo de plataformas “creció exponencialmente” y las redes se convirtieron en “el medio más masivo”, con ejemplos que superan el 70% de uso entre los entrevistados.

Entre las más utilizadas, la presencia de WhatsApp es prácticamente universal (la usa el 92% de los encuestados), mientras que la segunda no es ni Instagram (58%) ni Facebook (72%), sino YouTube (82%). TikTok, con el 34%, ya superó a Twitter (16%) y otras más nuevas como Telegram (14%) y Twitch (9%).

Además, en esta edición se incorpora la consulta por la visualización de transmisiones en vivo, práctica realizada por el 44% de la población durante el último año. En paralelo, el 81% afirma haber visto videos en redes sociales “frecuentemente” u “ocasionalmente” en ese mismo período.

“Las redes sociales son el tema estrella de la encuesta. Vivimos en internet, pero también vivimos en las redes sociales”, apuntaba a su turno Brenda Focás en la presentación realizada en el marco del Mica. Investigadora de Conicet y doctora en Ciencias Sociales, su área de trabajo está centrada en los estudios de recepción y audiencias. Además, fue parte constitutiva de la elaboración de la encuesta como integrante de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (Idaes) de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), institución que colaboró en el diseño y monitoreo de este instrumento.

“Son llamativos los altos porcentajes de personas que usan redes sociales. Es un dato transversal en términos de variables sociológicas: atraviesa géneros, edades, clases sociales”, completa Focás al ser consultada por La Voz. “Era algo que veníamos viendo en trabajos cualitativos y esto le pone el dato cuantitavo”, contextualiza.

Para ella, algo que resulta evidente si se ve la evolución de los resultados obtenidos entre 2013 y 2022 es que la crisis global por el Covid-19 funcionó como una suerte de disparador para esta ampliación en la cantidad de usuarios. Apuntaladas por el avance tecnológico en materia de conectividad, las redes sociales se convirtieron en refugio digital.

“La pandemia de algún modo aceleró este proceso de apropiación de las nuevas tecnologías, que no es exclusivo de los jóvenes o de los nativos digitales sino que también se ve un uso muy fuerte en población de adultos y adultos mayores”, explica. Y como ejemplo concreto, se vale de otro dato desagregado que aparece en la encuesta: el 72% de los mayores de 75 años usan WhatsApp.

Sin embargo, también hay matices. Por caso, Houllé apunta cómo la porción de mayor edad entre los encuestados “por ahí sí tiene WhatsApp pero usa mucho menos el resto de las redes”. En el caso de YouTube o de las plataformas digitales, por ejemplo, “hay que contar no sólo con internet y una buena conectividad, sino con una serie de habilidades que hacen que uno pueda acceder a eso”.

LOS NUEVOS USOS (Y REFERENTES)

Por otra parte, desde la propia encuesta se destaca que las actividades más realizadas en redes son “mirar publicaciones, compartir contenidos (reposteo) y subir producciones propias”. Según Houllé, “7 de cada 10 miran publicaciones de amigos, en cambio hay un 40% que suben publicaciones y están generando contenido, y casi un 50% que comparte o repostea contenidos de otros”.

“Ahí también aparece algo de las redes sociales que habilitan ciertos roles más activos o replicadores, aunque no necesariamente críticos. No es sólo el contenido que consumen ahí sino que además lo replican”, explica la socióloga. “Las redes sociales hablan de una pertenencia a un grupo, de un compartir con otros usuarios”, precisa luego, mientras destaca que gracias a estas nuevas dinámicas “empiezan a circular contenidos que se replican de una manera mucho más vertiginosa”.

Otra de las características vinculadas a la expansión del universo de las redes en nuestra vida cotidiana tiene que ver con la descentralización de los referentes tradicionales en materia de generación de contenidos o mensajes de alta trascendencia.

“Para acceder a consumos culturales y mediáticos ya no necesitamos del medio o del portal que es una selección de la información. En las redes sociales uno puede seguir directamente a actores, actrices, productores culturales, futbolistas. Ahí hay una sinergia, una interacción entre usuarios y productores que es muy interesante”, considera Focás.

CÓMO SE CONSUME LA INFORMACIÓN EN REDES

En ese sentido, Houllé asegura que la encuesta como instrumento generador de datos “sirve para poner sobre la mesa algunas cuestiones que hay que profundizar”. Un ejemplo concreto de esto aparece a la hora de analizar cómo son los modos de consumir información en un ecosistema mediático cada vez más complejo: “Más del 50% de la población se informa o lee noticias a través de redes sociales, y quienes lo hacen con más frecuencia son jóvenes entre 18 y 29 años”.

“Yo considero que las redes sociales vienen a sumar un medio de comunicación que es relevante tanto en la producción como en la circulación y el contenido de la información”, aporta Focás.

Otro dato que suma Houllé lo evidencia: el 20% de los encuestados realiza comentarios en redes sociales sobre lo que mira en la televisión. “Las redes son ese lugar activo en donde se replican sentidos”, define al respecto.

“Lo que se ve, en el caso de la información, es que frente a un escenario antagónico y polarizante en los medios, las personas siguen a determinados influencers o líderes de opinión que ellos consideran apolíticos. Es una respuesta a la saturación de la grieta. Es algo para prestar atención, en principio”, propone a su vez Focás.

“Antes, se creía que el diario ‘reflejaba’ la realidad; ahora hay muchas alertas sobre lo que se consume pero paradójicamente las prácticas terminan dando cuenta de las redes sociales como burbujas de filtros. Terminamos todos siguiendo a las personas que más o menos piensan como nosotros, o reproduciendo ciertas creencias”, completa.

Allí, por supuesto, también aparecen algunos puntos oscuros que vale la pena iluminar. Fenómenos como la adicción al consumo de redes y al uso del teléfono celular se cruzan con prácticas como el bullying o el acoso cibernético, que a su vez se hacen cada vez más “virales”.

“Son prácticas que se extienden. No son nuevas pero es cierto que se viralizan videos o hay situaciones puntuales donde es necesario algún tipo de regulación o llamado de atención”, acota la investigadora.

En ese marco, y teniendo en cuenta las posibles consecuencias de este escenario cada vez más amplio en materia de acceso a las redes sociales, Focás subraya la necesidad de pensar una “alfabetización mediática y digital generalizada”, no sólo para los más jóvenes.

Más allá de los usos relativos de los diferentes grupos etarios, para ella todavía queda mucho camino por recorrer si el objetivo es desarrollar un ecosistema digital con reglas y límites claros.

Y aunque se despega de las miradas apocalípticas de documentales como El dilema de las redes sociales o La línea tenebrosa, advierte: “Las redes también tienen un rol muy fuerte en la desinformación”.

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