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Defensa y Cultura en la Antártida: dos ministerios en pos de la soberanía

El secretario de Gestión Cultural, Federico Prieto, conversó con Télam sobre la puesta en marcha de políticas culturales permanentes en el continente blanco y sobre la importancia de reafirmar los lazos identitarios.

La blancura del continente Antártico, que confiere a Argentina su bicontinentalidad, reafirma, con el impulso de colaboración interministerial entre Defensa y Cultura, los lazos identitarios a través del programa "Cultura y soberanía" y la entrega del primer Punto de Cultura en ese territorio, que implican la puesta en marcha de "políticas culturales permanentes en este territorio por muchos ignorado que tengan impacto en el imaginario colectivo que es parte de Argentina", afirma el secretario de Gestión Cultural Federico Prieto.

En pleno inicio de la campaña Antártica con el Irízar, los ministerios de Cultura y Defensa, más concretamente desde la Secretaría de Gestión Cultural y el Comando Conjunto Antártico, continúan un trabajo de colaboración iniciado este año, con las bases argentinas en la Antártida, territorio de la provincia de Tierra del Fuego.

Con condiciones climáticas intensas que pueden evitar llegadas y posponer salidas, se presenta el programa "Cultura y soberanía" en Base Marambio, ubicada a 200 metros sobre el nivel del mar, y se oficializa la entrega del primer Punto de Cultura en el continente antártico, en Base Esperanza.

"Existen antecedentes diversos de colaboración entre el Ministerio de Cultura de la Nación y el Ministerio de Defensa, de quien depende el Comando Conjunto Antártico (CoCoAntar)", indica Prieto en diálogo con Télam.

La característica de los proyectos en la Antártida, destaca, es el requisito de colaboración entre ministerios, algo que muchas veces no logró continuidad.

"Pero desde hace algo más de una década, con la salvedad de los cuatro años del gobierno anterior que desmanteló cualquier política soberana en nuestro territorio bicontinental, desde distintos organismos se suman proyectos y esfuerzos para desarrollar políticas que recuperen y promuevan desde distintas perspectivas el valor histórico, cultural, económico y científico que tiene este territorio nacional", destaca el funcionario.

E indica que los ministros Jorge Taiana y Tristán Bauer, de Defensa y de Cultura, respectivamente, "expresan la voluntad de avanzar en una colaboración activa y sostenible a lo largo del tiempo", cuyo "objetivo es recrear la idea de soberanía a partir de una tarea conjunta y colaborativa, como una práctica concreta y no quedarnos en un mero slogan", porque "es tiempo de construir políticas culturales permanentes en este territorio por muchos ignorado que tengan impacto en el imaginario colectivo que es parte de Argentina", vaticina.

La idea de una soberanía integral contempla en el trabajo de política cultural diversidades como eventos artísticos, religiosos, festejo comunitarios o deportivos y "un colectivo de personas que crean, participan, interactúan, un territorio y un campo simbólico sobre el que se opera". Y afirma, "siempre una política cultural genera sentido, construye ideas, promueve miradas diversas sobre cuestiones de la vida social, de la más compleja a la más sencilla. Es la forma de relacionarnos con el mundo".

La construcción de una imagen que debe ser multidisciplinaria, aclara, y tiene desde el ámbito de la cultura, entre otras cuestiones, la posibilidad de "hacer visible este territorio en toda su extensión, dando lugar a los relatos de la historia de las comunidades que lo habitaron". Al tiempo que indica, crítico, que "debemos articular investigación y difusión de esa historia olvidada y por muchos, menospreciada".

"La identidad es el punto de partida de los procesos culturales, que se constituyen a partir de nuestra creatividad, prácticas, historia y tradiciones, desarrolladas como comunidad en un territorio. Un territorio que es un barrio, una ciudad, una región y un país. La cultura de un país se alimenta de esa diversidad y del diálogo de esas formas de la cultura en circulación e intercambio". Y desde su perspectiva, "la mejor política cultural es la que se hace impulsando los procesos locales".

Reforzar la identidad compartida permitirá saberse parte de una totalidad, "que por lo tanto tenemos derecho sobre el territorio marítimo en general y la Antártida Argentina en particular. Desarrollar las culturas, por lo tanto, es un acto de soberanía", define.

La agenda común partió de "buscar facilitar la circulación de lo artístico y lo simbólico con la Antártida, llevando propuestas, pero también acompañando otro tipo de procesos", señala.

Las actividades surgidas de una mesa de trabajo que comenzó este año a partir de la escucha del CoCoAntar sobre las necesidades de este territorio tan particular y distante, partieron de una demanda que excede lo artístico y tiene la soberanía como eje común.

"Es un comienzo y seguimos buscando tejer la mayor cantidad de encuentros posibles para sumar no solo ideas, sino recursos y capacidades", enfatiza Prieto y señala que están trabajando para "desarrollar una política de integración cultural con la Antártida, mirando el territorio nacional con la conciencia de que nos falta que todas y todos incorporemos el mapa bicontinental como nuestra casa común".

Por otro lado advierte que hablar de una identidad o de una "Antártida cultural" remite a una construcción "de más de un siglo, desde la instalación de las primeras bases argentinas".

"Hay una cultura que incluso va más allá del momento de estar habitando la Antártida, porque no cualquiera elige ir allí para hacerse parte de un proyecto; quien lo hace sabe que se suma a una comunidad especial, con un régimen de vida duro, con algunas incertidumbres que no se tienen en otros lugares del país; llegan con una vocación de conocer y experimentar algo no habitual".

Además, "la Antártida, desde sus comienzos, está marcada por una épica, bien descrita hace más de 70 años por el General Pujato y en consonancia con el Plan quinquenal de Perón", contextualiza.

Entonces se pregunta: "¿Tenemos que describir ritmos musicales o una estética teatral o una producción artística determinada para hablar de una cultura antártica? No, no se trata de eso", afirma y explica: "La Antártida tiene una historia no escindida de la historia del resto del país. Hay procesos en la forma de llegada al continente blanco, y la forma que adquiere la ocupación argentina del territorio que hablan de un proyecto para el país e implican un modo de imaginarnos en el mundo".

En ese sentido enumera que, por ejemplo, "producimos conocimiento a partir de la investigación científica, sostenida por instituciones públicas, el desarrollo de dispositivos tecnológicos necesarios, la construcción de barcos con capacidad de navegar e intervenir en la zona, y la definición de un forma de participar de una zona internacional de modo pacífico, sin pretensiones hegemónicas en la región y con afán colaborativo".

Para Prieto, en ese listado "también podríamos hablar de lo que se conoce como una cultura de frontera, no porque se conviva en un espacio limítrofe tradicional, sino porque la Antártida es un espacio internacional, sin delimitaciones definidas aun de manera terminante, aunque si delegadas por el Tratado Antártico vigente hasta 2050, y allí en el continente se vive resolviendo la vida más de forma colaborativa que de manera conflictiva".

FUENTE: TELAM

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