
Por Sara Gonzalez
Aquel 29 de julio del 2000, el país y el mundo se conmovían con la noticia del fallecimiento de quien fuera el creador del bypass aortocoronario, una técnica que transformó radicalmente el tratamiento de las enfermedades cardíacas y salvó incontables vidas. Pero más allá de su genialidad científica, Favaloro fue un gigante por su incansable lucha por una salud más justa y accesible para todos.

Nacido en La Plata en 1923, forjó su vida entera en base a la medicina.
Su inquietud por la investigación lo llevó a Estados Unidos en los años 60, donde en la Cleveland Clinic desarrolló la técnica del bypass, un procedimiento que consistió en la utilización de una vena de la pierna para sortear obstrucciones en las arterias coronarias, restableciendo el flujo sanguíneo al corazón. Este avance le valió el reconocimiento mundial y lo posicionó como una de las mentes más brillantes de su tiempo.

Favaloro decidió regresar a la Argentina en 1971 con un objetivo claro: poner todo su conocimiento al servicio de su país. Así nació la Fundación Favaloro, un centro de alta complejidad que se convirtió en un referente importante de la medicina, la investigación y la docencia, siempre con la premisa de brindar atención de calidad sin distinción socioeconómica.
Favaloro fue un adelantado. Entendió que la medicina no podía ser solo una cuestión de curar enfermedades, sino también de prevenirlas y de educar a la población. Su visión integral lo llevó a impulsar programas de prevención, a formar nuevas generaciones de médicos y a denunciar las inequidades del sistema de salud, incluso cuando esto le generaba tensiones.
A un cuarto de siglo de su partida, su nombre es sinónimo de excelencia médica, pero también de honestidad, compromiso y pasión por el bienestar común. Su figura nos interpela hoy, en un contexto donde los desafíos en materia de salud son cada vez mayores.

El Dr. Favaloro fue un científico brillante; un humanista que entendió que el verdadero progreso se mide por la capacidad de una sociedad para garantizar el acceso a una vida digna para todos sus miembros.
"Favaloro se suicidó en las primeras horas de la tarde del sábado 29 de julio de 2000. Entonces, tenía 77 años y fecha para casarse el mes siguiente con una mujer a la que le llevaba 45 años. Entonces, la Fundación Favaloro para la Docencia e Investigación Médica, atravesaba una delicadísima crisis financiera que había terminado por mellar su autoridad dentro de la institución y obligado a instrumentar un plan de ajuste que implicaba reorientar drásticamente el esquema financiero del centro de salud y que le reservaba a él, su mentor, un rol honorario alejado de las decisiones. Repasar su vida implica reflexionar sobre la dimensión de lo que realmente significó su pérdida, valorar su legado y reconocer al hombre detrás del bronce.
Ese recorrido permite asomarse, también, al funcionamiento del sistema de salud argentino y sus claroscuros, y observar a este médico extraordinario internarse en los senderos muchas veces escabrosos de la política argentina. Un derrotero complejo y quijotesco pero también, por momentos, contradictorio, que acabó por teñir el sino trágico de su final. Favaloro había adquirido una celebridad inusitada, nunca antes alcanzada en el país por una figura del mundo científico que lo llevó hasta el extremo de ser considerado casi como un prócer, además de referente de un pensamiento ético, una voz que denunciaba el desahucio moral de la sociedad." (Lic. Pablo Morosi. Escritor/Periodista.)

Te recomendamos el libro “Favaloro el gran operador”
De Pablo Morosi.
Marea Editorial.
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