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1591 Cultura + Espectáculos LA COLUMNA DE PAULA

La papa: el alimento protector del hambre en la guerra

Esta columna para mí es un cúmulo de emociones encontradas, de sabores y sensaciones que recorren mis venas y arterias, de imágenes difusas que aparecen en mi mente y de lugares recorridos viendo donde se sembraron esas papas que ayudaron a sobrevivir a más de un ser humano que tuvo que vivir el horror de una guerra.
Lic. Paula Monsberger

Por Lic. Paula Monsberger

La papa debió originarse hace unos 8 mil años en lo que hoy es Perú, cerca del lago Titicaca, a 3.800 metros sobre el nivel del mar. Aproximadamente hace siete milenios que los seres humanos comenzaron a domesticar a este vegetal un ser vivo alimenticio “salvador” de la hambruna en la humanidad. Ustedes me preguntarán què tiene de importante hablar de la papa en la Columna de Paula; es más que importante, porque para los que somos hijos y nietos de inmigrantes, la papa, fue el alimento que salvó a nuestros abuelos y padres de morir en la guerra.

Esta columna para mí es un cúmulo de emociones encontradas, de sabores y sensaciones que recorren mis venas y arterias, de imágenes difusas que aparecen en mi mente y de lugares recorridos viendo donde se sembraron esas papas que ayudaron a sobrevivir a más de un ser humano que tuvo que vivir el horror de una guerra. El que no la ha vivido, tal vez no entienda mi Columna. ¿Sabían que hay más de 3 mil variedades de papas, de todas formas y colores, aunque la mayoría derivan de las más de 200 especies de papas silvestres del archipiélago chileno de Chiloé?

La papa, palabra de origen quechua, fue renombrada por los españoles como patata por el cruce de la palabra papa con la palabra batata, que es el nombre que en taíno (lengua procolombina de las Antillas) se le da al camote. De patata derivó en el inglés potatoe, el francés patate, en alemán Kartoffeln, y en italiano tartufolo. Se dice que dicho ser vegetal alimenticio maravilloso, viajó en el año 1554 desde el antiguo Perú a España.

Dice la historia que para el Imperio Inca, la papa fue clave, siendo el alimento más importante del pueblo, y esto se repetiría posteriormente en Europa, continente que vivía bajo la amenaza del hambre. En menos de un siglo la papa se convirtió en cultivo primordial de la alimentación de los italianos, los alemanes, los polacos, los rusos y otros pueblos.

A partir del siglo XVII, con la Guerra de los Treinta Años que sufrió Europa, la papa empezó a cultivarse masivamente para mitigar los efectos de la hambruna. Los ejércitos subsistieron y combatieron gracias a las calorías que la papa aporta. Me contaba mi abuelo, que él y sus compañeros, sobrevivieron las Guerras, comiendo papa.

En Irlanda la papa se cultivó desde principios del siglo XVII, pues era el cultivo ideal para una isla afectada por la pobreza. Los animales salvajes no causaban daño a la planta, que además se podía cultivar en suelos pedregosos y laderas de colina. Hoy la papa es el cuarto cultivo más importante a nivel mundial, sólo detrás del arroz, el trigo y el maíz.

No podía faltar “El Museo de la Papa”. El alemán Karl Freidel, un amante de la papa, quiso transmitir todos los aspectos interesantes sobre ella en su museo, en la pequeña Ciudad de Fussgönheim, una zona de cultivo de papás en la llanura del Río Rhein, en la cercanías de Mannheim. Los europeos pero principalmente los alemanes y austríacos aman la papa. No falta en la tradicional cocina alemana, austríaca, italiana y francesa. En los supermercados se encuentran papas que tienen nombres de mujeres, como “Nicola”, “Sieglinde” y “Linda” y una variedad violeta.

El museo, es una sinagoga restaurada, donde podemos encontrar pela papas, postales, botellas de aguardiente, recetas de cocina, y todo lo relacionado con las papas. El museo informa al visitante acerca del origen y la historia de la planta y su nombre. En 1988 abrió sus puertas. “Al principio la gente se reía, pero actualmente el museo es una de las atracciones principales de la ciudad. Desde el Perú, país de origen de la papa, vinieron visitantes que regalaron al museo el traje de un plantador de papas peruano. En 1589, el botánico Clusius llevó la papa a Alemania y logró cultivarla en el Jardín Botánico de Fráncfort. Sin embargo, al principio todo el mundo sólo se interesó por la flor de la planta, como adorno en los jardines principescos. Las flores varían de un azul tinto, violeta, rosa, amarillo a un blanco nieve. Pero a principios del siglo XVII, Europa descubrió la papa como delicia culinaria y fue apreciada en las cortes. Finalmente, Federico el Grande de Prusia, amante de la papa, comenzó a propagarla en Alemania.

Según Freidel, hay más de 6 mil tipos de papa en el mundo. Sólo en Alemania se cultivan 150 variedades. Algunas de ellas son históricas y se cultivan solo por amor a la papa. El motivo de éste museo en honor a la papa que inició Karl Freidel, presidente del Círculo de Historia y Cultura Local, fue hacerle un homenaje, porque “LA PAPA” ha “protegido a miles de personas de morir de hambre, sobre todo en tiempos de guerra”.

Para los que vivieron la guerra, y para los que tenemos la bendición de no haberla vivido, pero si sentido en las venas a través de nuestros ancestros, de escuchar sus palabras mojadas por lágrimas de lo que vivieron; como así también de poder saborear esas papas que con esfuerzo y tanto amor plantaron para sobrevivir, no tenemos ya palabras para seguir escribiendo la columna de hoy, sólo decir: ¡gracias por el legado que heredé cultivando el cuidado por el alimento que nos ganamos trabajando honestamente!

¡Hasta la próxima columna, estimado lector!

LA AUTORA. Paula Monsberger es: Magister en Relaciones Internacionales. Lic. en Ciencia Política, Relaciones Internacionales y Comercio Internacional. Profesora de Alemán. Maestra en Declamación y Recitado. Conductora de Radio y TV. Actriz.

LA COLUMNA DE PAULA

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