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1591 Cultura + Espectáculos MÚSICA

Química folklórica

Susana Romero y Nicolás Ochoa apuestan fuerte a la música, pero también a sumar las experiencias individuales para dar como resultado una conjunción de voces que habitan en la armonía del encuentro, el disfrute y los sueños compartidos.
Fernando Viano

Por Fernando Viano

La escena folklórica en La Rioja tiene tantos nombres como estilos diferentes, cultores cada uno de ellos y ellas de una tradición que va más allá de todo tiempo y todo espacio, pero que siempre abre las puertas a nuevas propuestas, nacidas desde el amor y la pasión de quienes hacen de la música un estilo de vida y de la vida una melodía constante que se traduce en canciones que van marcando el camino, dejando huellas. Susana Romero y Nicolás Ochoa vienen siendo parte activa y vital de ese camino y de esas huellas. En primer lugar, a través de sus recorridos individuales, historias que fueron construyendo partiendo de las experiencias que fueron marcando sus rumbos, pero también desde una convicción musical que los acompaña desde siempre.

En segundo lugar, asumiendo una instancia que a todas luces aparece como superadora en la suma de las partes y en la búsqueda constante del abrazarse a lo colectivo para dar forma y sustancia a un proyecto que se va ampliando con el correr de los días y que ancla fuerte sobre un espacio en el que la amistad afianza y da rienda suelta a los sueños. En ese lugar se encuentran y desde ese lugar amplifican sus voces para decir, para expresar, para dejar un mensaje en el que se imponen el disfrute y la armonía. Y la naturalidad. Esa naturalidad con que se dio el encuentro entre ambos. La misma naturalidad con que viven los procesos. “Nos gusta tanto la música, cantar”, afirma Susana Romero a 1591 Cultura+Espectáculos y deja abierta la puerta para que Nicolás ratifique, sin dudar: “Lo hacemos porque nos gusta”. Ese es, indefectiblemente, el punto de confluencia que los hace sonreír al sentir que comparten un derrotero en el que la música es el norte y la complicidad una geografía para recorrer. Se conocen. De alguna manera, se presienten. Y en ese presentirse, confirman la apuesta por lo que aman: cantar. En el canto habitan. Y desde el canto se potencian. “Siempre estamos para el otro. Somos personas distintas, pero hablamos todo con sinceridad. Este proyecto nos hace bien a los dos. El empuje, las ganas de Nico me potencian. Me equilibra de alguna forma”, sostiene Susana. Y Nicolás confirma: “Lo que encontré en ella es esa simpatía, esa fuerza de ir por las cosas. Una persona que me apoya en todo. Hay conexión, química y me empuja a seguir adelante. Es muy difícil estar solo en este mundo de la música y la confianza entre nosotros es muy importante”. “Confianza”, en este punto, aparece como una palabra clave para abrir paso al encuentro entre dos artistas que arriban a este presente desde diferentes perspectivas musicales, pero que confluyen en el objetivo de construir un nuevo espacio, aferrándose también al disfrute. “Cantaba folklore cuando era chica, pero me imponían lo que iba a cantar. Ahora lo vivo de otra manera, gracias a Nico. Cantamos canciones que nos gustan”, cuenta Susana. Y Nicolás asiente: “Disfrutamos cuando nos subimos al escenario y nos metemos en la interpretación de las canciones. Con Susana es algo muy hermoso combinar todo lo que nos gusta”. De allí en más, sólo les hace falta mirarse para darse cuenta de lo que cada uno está pensando. Igual que ocurre cuando comparten escenario, en el fluir de las canciones, o cuando coinciden en un ensayo, en ese trabajo permanente por alcanzar los sueños trazados, aún cuando no sea este, el de los sueños, un factor determinante. “Estoy viviendo otra etapa, más centrada en el disfrute, cantar porque me gusta y no por conseguir algo. La remé mucho, hasta que dije ‘que llegue lo que tenga que llegar’. Disfruto de cada presentación, de trabajar en eso, de buscar mejorar”, afirma Susana y, de alguna manera, traza el mapa de su visión respecto de la música.

Nicolás, en tanto, desde su propia experiencia, arriba a un espacio similar: “Quiero vivir las cosas despacio, de a poco. Se me dio la oportunidad de estar en el Pre Cosquín, viajar. No quedé para la final, pero esa experiencia me hizo sentir que tengo que seguir para adelante. No quiero ser famoso, eso puede llegar o no, pero sí me quiero dedicar a esto porque lo amo, disfruto hacerlo, estar en un escenario y olvidarme de todo. Vivir cada experiencia, cada momento, con mi familia que siempre me apoya”.

Susana y Nicolás armonizan en sus voces, al igual que en sus objetivos. Y así, dan lugar a una nueva instancia en la que la colaboración entre ambos da como resultado un proyecto que ya recorrió sus primeros pasos en Chilecito y que ahora se proyecta hacia el 4 de septiembre, ocasión en que nuevamente compartirán escenario en Capital, junto a otros artistas invitados. Mientras tanto, afirman no estar conscientes de lo que hacen, porque lo hacen por disfrute. Y cuando se les pregunta hacia dónde van, es Susana la que responde: “Nos han preguntado eso, incluso nuestros músicos. Venía de cantar cumbia y decidí volver al folklore. Lo tomo desde otro lado, lo disfruto. La música me hace vivir, levantarme y pensar qué canciones voy a cantar, ensayar. El objetivo es que nuestra ‘Peña Entre Amigos’ vaya por todo el interior, porque está esa idea de viajar, de compartir, de conocer gente, lugares. En Chilecito nos fue muy bien. De lo que se trata, básicamente, es de hacer una linda movida cultural. Y queremos crecer”.

Crecer. Y crecer juntos. Aún cuando sea difícil el poder insertarse en el intrincado universo del folklore riojano al que ambos conocen muy bien, no dejan de entusiasmarse a partir de sus fundamentos. “A veces estamos muy embalados y nos encontramos con piedras en el camino, porque el factor económico frena mucho”, afirma Susana y Nicolás reafirma: “a veces nos cortan las alas, pero no bajamos los brazos y vamos adelante con nuestra ‘Peña Entre Amigos’”.

Hacia adelante. Cada uno con lo suyo, pero con mucha química desde la música. Química folklórica.

DESDE PEQUEÑA

CANTABA EN LA ESCUELA. MI MAMÁ ERA PROFE DE PIANO, MI PAPÁ TOCABA LA GUITARRA. EMPECÉ CON ARIEL TULA, UN PROFE DE CHILECITO, A LOS 13, 14 AÑOS. ME ENSEÑÓ A TOCAR LA GUITARRA, A TOCAR CANCIONES. DESPUÉS SEGUÍ SOLA. ANDABA POR LOS ESCENARIOS CON LA GUITARRA. FUI PARTICIPANDO EN ALGUNOS GRUPOS. DESPUÉS ME VINE A LA RIOJA A ESTUDIAR Y LA MÚSICA ERA UN HOBBY. LUEGO TUVE UN PROGRAMA DE FOLKLORE. NACIÓ LA PEÑA DE TIERRA ADENTRO. ERA LA POSIBILIDAD DE TENER UN LUGAR. EL CONCEJO DELIBERANTE ME AYUDABA CON EL SONIDO. PASARON MUCHOS ARTISTAS POR AHÍ. DE AHÍ ME QUEDÓ ESO DE PRODUCIR EVENTOS.

UN REFUGIO

MIS PRIMOS TOCABAN. TENGO UN PRIMO QUE PERTENECÍA AL GRUPO VOCAL NORTE. ME COMENZÓ A GUSTAR, PERO NO ME FUI DE LLENO A ESO; ME DECIDÍ DE ADOLESCENTE A ESTUDIAR CANTO, PERO CANTABA PARA MÍ. EN LA PANDEMIA SE ME ABRIERON LAS PUERTAS. FUI CONOCIENDO GENTE DEL PALO DE LA MÚSICA Y SE COMENZARON A ABRIR LAS PUERTAS, PARTICIPANDO EN CONCURSOS DE CANTO A NIVEL NACIONAL, Y SE ME DIO LA POSIBILIDAD DE PARTICIPAR EN “TALENTOS FEDERALES”, QUEDÉ ENTRE LOS MEJORES DEL FOLKLORE DEL PAÍS. LA MÚSICA ME SALVÓ MUCHO, FUE UN REFUGIO. DESPUÉS DE LA PANDEMIA ME DECIDÍ A DEDICARME.

EL AGRADECIMIENTO A UN REFERENTE: NELSON SCALISI

Susana Romero y Nicolás Ochoa no coinciden únicamente en su camino musical y en la confluencia de las armonías. También lo hacen en el especial agradecimiento para un músico referente como Nelson Scalisi, quien no sólo los acompaña en la aventura de compartir canciones, sino que también les ha ido marcando algunos pasos fundamentales desde el consejo. El dúo volverá a brillar este fin de semana en Chilecito. El sábado en Robert A y el domingo el Lisboa.

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