No todo tiene que ser obra de un genio. Pues no hablo de la obra sino de la respuesta que produce o puede producir. Se acerca el fin de un año y el comienzo de uno nuevo y cada persona se plantea su balance buscando esas respuestas que tal vez el año no le ha otorgado y que quiere definir entre el 31 del año que se va y el día 1 del nuevo año que se inicia. ¿Pero no creen que la simple respuesta es darnos cuenta que es solo la continuidad en números de la vida que ya venimos creando? Preferiría tratar de despertar en ese día 1 no pensando “que la muerte de la empatía humana es uno de los signos más reveladores de una cultura social que está a punto de caer en la barbarie” en palabras de la escritora alemana Hannah Arendt. Si consideramos una emoción tan fuerte como el amor, pero a veces más real, ¿sería el opuesto o no? ¿Podría ser la respuesta al fin del amor o del miedo al no amor? A veces la espada más hermosa o el hacha más rudimentario pueden provocar la misma respuesta, dependiendo de como se la empuña. A veces el amor o la pasión pueden producir respuestas diversas si el enfoque difiere. A veces el mejor o el peor vino, puede provocar el mismo efecto en esa respuesta, solo cambiando los envases y los contenidos. A veces lo bueno y lo malo son dos caras de la misma moneda, cayendo de un lado y del otro, varía su respuesta. A veces el estímulo puede variar pero la respuesta es la misma. ¿Crees que la belleza o la maldad puedan tener la misma resonancia, según el criterio de quién la ostenta? ¿Crees que la mediocridad se eleva al mismo nivel al ser aclamada como lo es la excelencia? ¿Crees que al día le sucede la noche con la misma e intensa luz que transporta ese rayo después de cruzar el cielo de tormenta?
Cada ser humano ve en su entorno el más encumbrado asiento, interesante, ¿no? Cada niño ve a su madre la más hermosa, cada padre ve al mejor hijo, cada marido ve a la mejor mujer y cada viajero cansado regresa al hogar más acogedor de la tierra. Cada uno forjará su respuesta.
¿Que respuesta encontramos entonces en el paso de un número al otro que parece la caída de una cascada pero es solo un día más del proceso que nos lleva a ver que estamos envejeciendo?
Tal vez ese envejecer “sea un proceso extraordinario en el que te conviertes en la persona que debiste ser desde el principio”, como expresara David Bowie. O tal vez ese paso de un día al otro, se asemeja en su respuesta al pensamiento de León Tolstoi al pronunciar: “Hay quien cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego”; fuerte, ¿no? Respuestas que nacen solas o no, que crecen como las plantas, “así también crecen los hombres, algunos en la luz, otros en la sombra”. Carl Jung.
Si me preguntas que pienso estimado lector, creo que la respuesta a crecer en luces o sombras, como en todo cambio, en todo avance, en todo nuevo camino, en un nuevo inicio, en un nuevo año; radica en la brutal honestidad para con uno mismo, deshojando capa tras capa, para encontrarnos con esa piel, con ese sabor, con ese aroma, con ese dolor, con ese soñar, con ese sentir, con ese ser.
“Por encima de todo: “No te mientas a ti mismo”, Fiodor Dostoyevski.
¡Estoy convencida de que allí radica la respuesta de respuestas a solo un cambio de número en el calendario!
¡Hasta que nos reencontremos en la próxima respuesta, ya con cambio de número, en un nuevo año, estimado Lector!
LA AUTORA
PAULA MONSBERGER ES: MAGISTER EN RELACIONES INTERNACIONALES. LIC. EN CIENCIA POLÍTICA, RELACIONES INTERNACIONALES Y COMERCIO INTERNACIONAL. PROFESORA DE ALEMÁN. MAESTRA EN DECLAMACIÓN Y RECITADO. CONDUCTORA DE RADIO Y TV. ACTRIZ.
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