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Cultura Lecturas

El aleteo minúsculo del colibrí

Reseña para el libro "Conjuro de alas", de Miguel Hernández

Escribe FERNANDO VIANO

Un conjuro, según la definición estricta, es una fórmula o conjunto de palabras mágicas con las que se pretende realizar diferentes actos de encantamiento, principalmente el de efectuar un hechizo invocando a una divinidad o a una fuerza sobrenatural para pedir su intervención para lograr, por ejemplo, exorcizar o ahuyentar el mal. Pero un conjuro puede ser también, y tal como ocurre en Conjuro de Alas de Miguel Hernández, una invocación a la poesía en su dimensión elevada de vuelo, como si de una bandada de pájaros se tratara. Y así lo propone, en definitiva, el poeta y cantautor coscoíno (por adopción) que nos entrega, a manera de ofrenda, una edición de autor que viene a interpelar a todos y cada uno de los demonios que a diario nos visitan y expulsarlos, al fin, de la brevedad de nuestras miradas cotidianas.

Esta última producción poética del habitante de la tierra -sin importar ya el paradero de su residencia- trasunta la intimidad de sus mundos para abrirse luego en pétalos de una flor en la que vienen a libar las abejas de la nostalgia de la profundidad de las raíces que nos devuelven a la esencia de la vida, como si de una llanura infinita se tratara, en la que el andar es un viaje al margen de todo destino, pero adherida a la piel de una necesaria reconstrucción que se recuesta en las texturas de la naturaleza, en sus colores, sabores y aromas. Es así como haciendo una irrestricta defensa de lo simple, el poeta nos lleva hacia el extremo de lo complejo que resulta descubrirnos terrenales frente al vuelo de las aves de las palabras que atesora (pero que no apresa, sino todo lo contrario) para nosotros.

A modo de síntesis, lo que el escritor viene a decirnos desde la honestidad y dignidad de su convencimiento, es que el humano deberá comprender / que su destino final se encuentra más allá / de sus ansias de vuelo, / y tendrá que aprender a volar, tal como si de volver a nacer se tratara, o al menos de volver a encontrarse con lo sustancial de su existencia, esa vitalidad que escapa a los designios y mandatos de lo intrascendente y lo mundano de nuestros días, para posarse en los nidos que habitan en las alturas de los árboles, entre lo etéreo, sutil y volátil del abrir de par en par las alas y lo eterno, perpetuo e imperecedero de alcanzar el cielo.

Entre lo etéreo y lo eterno: dos expresiones que si bien podrían ser consideradas diametralmente opuestas en sus concepciones, nos llevan necesariamente a preguntarnos, junto con el poeta, en cuál de los dos extremos queda el sueño, el anhelo de estar vivos, aún cuando sin embargo, pese a todo lo que teníamos, / a muchos de nosotros les han muerto la memoria, / para que nunca más vuelvan a saber / de qué se trataba aquello de vivir. O como cuando el escritor afirma en su Breve cosmogonía de las partidas y los regresos que todo es un fragmento / de este futuro empecinado, / que tarde o temprano / crecerá hasta madurar, / con el regreso de tus ojos.

Ocurre que tal vez sólo baste con mirar, con observar de manera consciente hacia el horizonte para seguir creyendo en él, al igual que en los silencios irremediables que nos dan una dimensión real de nuestra propia inmensidad, hasta que la vida nos sorprenda intacta y dispuesta a ser vivida con sus paisajes, con sus matices. Y con sus pájaros. Con sus pájaros y sus cielos. Sus cielos y sus nubes. Y su escritura como ofrenda, como vuelo, como si de una bandada de poesías se tratara. Entre lo etéreo y lo eterno. Ese, y no otro, es el Conjuro de Alas al que nos convoca Miguel Hernández, en lo indispensable de sus palabras que bien merecen ser leídas. Tanto como resulta indispensable intentar comprender, al fin, lo mágico del aleteo minúsculo del colibrí. 

EL AUTOR

MIGUEL HERNÁNDEZ es cantautor y poeta, con una dilatada trayectoria, tanto en el mundo de las letras como en el de la música, con especial apego hacia el folklore, género que lo atrapó definitivamente a partir de su residencia en la localidad de Cosquín, Córdoba. Conjuro de Alas (Edición del autor, 2019) es su última producción poética y narrativa. El libro cuenta con ilustraciones de Celeste Vincenzetti, Profesora de Artes Visuales nacida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que cursó estudios en la vecina provincia de Catamarca, donde reside actualmente.

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