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Sociedad

La vida en prisión de Mark David Chapman, el hombre que asesinó a John Lennon tras escuchar voces en su cabeza


El criminal, que cumple 69 años, fracasó en sus catorce intentos por obtener la libertad condicional y sigue cumpliendo la cadena a perpetua a la que fue sentenciado por el crimen perpetrado en 1980.

Desde hace 44 años la vida de Mark David Chapman transcurre entre las rejas de su pequeña celda en la prisión neoyorquina de Alden. Este hombre, que hoy cumple 69 años, conmovió al mundo el 8 de diciembre de 1980, cuando asesinó a John Lennon de 5 disparos.

Tras escuchar voces en su cabeza que le decían “hacelo, hacelo”, según su propia confesión, Chapman, por entonces de 25 años, acabó con la vida del ex Beatle, uno de los hombres más famosos del momento, en plena vía pública y se quedó allí esperando a la policía para confesar su macabra obra.

La vida en prisión del hombre que asesinó a Lennon, nacido el 10 de mayo de 1955, en Texas, es monótona y aislada, dado que nunca se integró al resto de los condenados. En los primeros años todo se hizo más difícil, porque entonces la mayoría de los reos eran fanáticos de los Beatles y estaban dispuestos a vengar su crimen.

Con el paso del tiempo y el cambio generacional, el encono personal contra Chapman fue cediendo y tuvo oportunidad de ser más aceptado entre sus compañeros de prisión, pero nunca estrechó lazos profundos con nadie. “Es callado, retraído, no le interesan las actividades deportivas ni compartir momentos con sus compañeros”, dice el informe del Penal.

Su mayor obsesión es obtener la libertad condicional, un beneficio que está autorizado a solicitar cada dos años desde que cumplió 20 de su condena a perpetua. Desde entonces ha experimentado un derrotero de fracasos. El beneficio le fue denegado en 14 ocasiones, desde el año 2000, la última hace un par de meses.

Ahora, deberá esperar hasta 2026 para volver a solicitar su salida de la cárcel, algo que los jueces no parecen dispuestos a aceptar, pese a las distintas estrategias concebidas por el homicida y sus abogados a lo largo de estos años.

“Planeó y ejecutó cuidadosamente el asesinato de una persona de fama mundial sin otra razón que ganar notoriedad. Si bien la vida de una persona no es más valiosa que la vida de otro, el hecho de que eligiera a alguien que era una persona y amada por millones, independientemente del dolor y el sufrimiento que causaría a su familia, amigos, demostró un desprecio insensible por el santidad de la vida humana y el dolor y sufrimiento de los demás. Este hecho sigue siendo una preocupación para este panel”, dijeron los magistrados para rechazar el pedido del asesino recientemente.

Para sensibilizar a los jueces y convencerlos de que merece el beneficio, Chapman ha ido cambiando su postura. Inicialmente decía estar poseído por una fuerza que lo impulsaba a cometer el asesinato de Lennon. Sentía una voz en su cabeza que le decía “hacelo, hacelo”, pese a que él “no quería matarlo”.

Con el paso del tiempo, su testimonio se modificó. “Era la maldad que tenía en mi corazón lo que me llevó a cometer el crimen. Yo quería ser alguien y nada iba a impedirlo. Hice daño a mucha gente en todas partes y si alguien quiere odiarme, no pasa nada, lo entiendo. Lo cierto es que estoy arrepentido”, ha repetido hasta el cansancio en sus últimas audiencias de liberación.

Aquel 8 de diciembre del 80 a la tarde, Mark David Champan logró acercarse a Lennon a la salida de su departamento en el Upper West Side, en Nueva York. Pudo estrecharle la mano y hacer que le firmara un autógrafo en el disco “Double Fantasy”, pero se quedó de guardia allí, esperando su regreso y leyendo “El guardián del centeno”, un libro en el que se inspiró para el crimen.

A las 11 de la noche de ese lunes, cuando John regresó al edificio, acompañado de su mujer, Yoko Ono, Chapman se interpuso en su camino y le descerrajó seis disparos, de los cuales cinco le impactaron en el cuerpo. “Me han disparado”, fueron las últimas palabras del genial músico, que llegó sin vida al hospital.

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