Arqueólogos italianos encontraron los restos de dos víctimas de la erupción volcánica de Pompeya del año 79 D.C. y pudieron reconstruirlos en la posición que tenían al momento de morir.
El hallazgo se produjo a 700 metros del noroeste de la antigua ciudad romana, durante excavaciones científicas. Los cuerpos estaban ubicados en un pasillo de 2,20 de ancho que daba acceso a la planta superior de una finca, donde los investigadores habían detectado cavidades en las capas de ceniza endurecida.
Al verter yeso en estas grietas, siguiendo la técnica inventada por el arqueólogo Giuseppe Fiorelli en 1867, pudieron volver a constituir los cuerpos en su posición original.
El hallazgo indicaría que la erupción sorprendió a ambas víctimas cuando intentaban huir.
Uno de los esqueletos pertenece a un joven de entre 18 y 25 años, que medía 1,56 metros y vestía una túnica. Los científicos infieren que se trata de un esclavo, ya que tiene varias vértebras comprimidas, dolencia atribuida a duros trabajos físicos. Además, tiene la cabeza inclinada hacia atrás y sus dientes y su cráneo son visibles.
El otro es de un hombre de 1,62 metros, de entre 30 y 40 años, que tiene sus brazos doblados con las manos sobre el torso, una posición similar a la de otras víctimas halladas en Pompeya, y está vestido con una túnica y un abrigo. Probablemente se trate del propietario del sirviente encontrado junto a él.
Pompeya, sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d. C., es el segundo sitio más visitado de Italia después del Coliseo de Roma, con cerca de cuatro millones de visitantes en 2019.
Solo un tercio de la ciudad, que se extiende actualmente sobre 44 hectáreas cerca de Nápoles, ha sido excavado por los arqueólogos.
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