La noticia fue confirmada a Télam por el músico santiagueño Diego Castro (también radicado en Neuquén), quien detalló que Herrera “estaba internado hace dos meses por una fractura de cadera pero su fallecimiento obedeció a una neumonía generada por un virus intrahospitalario”.
Afincado en el Alto Valle donde se conocieron, Castro reveló que Herrera “en Catriel, en la provincia de Río Negro, fundó escuelas donde fue docente y luego su época más fértil la transitó en la ciudad de Neuquén como dramaturgo, poeta, pero también autor de guiones de cine y titiritero, pero también cantor de vidalas, amigo fiel de sus amigos y un referente de una generación importantísima”.
De la intensa actividad creativa del artista nacido en 1937 en San Fernando del Valle de Catamarca, Castro rescató el libro “Ocurrió en Cupajo”, que, dijo, “transcurre en Cupajo, una población imaginada, el ‘Macondo’ del ‘Tata’ Herrera”.
La pluma del catamarqueño también fue insumo para canciones con músicas de Delfor Sombra y Daniel Rochi, además de varias con el guitarrista Falú.
Acerca de la versionada “Donata Suárez”, el propio instrumentista tucumano contó en el registro “Reencuentro en el CCK” (2021) que la historia de la pieza refiere “a una muchacha a la cual el poeta no atinó a decirle nada, pero como buen poeta hizo que el paisaje le dijera lo que él hubiera querido decirle”.
Nació en Catamarca en 1937 pero vivió gran parte de su vida en Río Negro y Neuquén. De muy joven se interesó en la docencia y ejerció como maestro y alfabetizador, llegando a ser reconocido por fundar escuelas en Río Negro y cubrir roles de director y supervisor de instituciones primarias y secundarias en el norte argentino.
En su trayectoria creó obras poético-musicales como “Scheypuquíñ y Juan” y “Con Pablo en Isla Negra” (con música de José Luis Bollea) y escribió libros de narraciones y poesías como “Sin Adiós”, “Ojos al viento”, “Ocurrió en Cupajo”, “El rastro en las bardas”, “Materia Prima”, entre otras. Muchas de sus escrituras, como por ejemplo “Donata Suárez”, “Canción de las tabernas”, "Náufragos del desierto", fueron musicalizadas por artistas como Juan Falú, Delfor Sombra, Daniel Rochi y Edgardo Lalo Molina, entre otros.
El “tata” tuvo una intensa actividad como promotor cultural llegando a ser delegado representante para Neuquén del Centro Nacional Patagónico del CONICET y de la Fundación científica y cultural Ameghino, entre otros cargos que desempeñó.Desde el INAMU reconocemos su gran aporte a la cultura, a la música y a la educación, y enviamos nuestras condolencias a sus familiares y afectos en este difícil momento.
Fotos: Eduardo Fisicaro
Con información de Télam
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