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El casco de Franco Colapinto: un homenaje merecido a la hazaña de Nürburgring

En 1969, tres Torinos argentinos deslumbraron al mundo con un decoroso cuarto puesto en una carrera de 84 horas de duración, en Alemania.

El piloto argentino de Alpine Franco Colapinto decidió homenajear a la “Misión argentina” de las 84 horas de Nürburgring 1969, con el diseño especial que tendrá su casco en el Gran Premio de Estados Unidos.

En la carrera mencionada, el ya expiloto Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón de F1, juntó fuerzas con el director de equipo de IKA Torino en el Turismo Carretera, Oreste Berta, y conformaron un equipo de pilotos y mecánicos argentinos para representar al país en Alemania, junto con un auto nacional: el Torino.

Colapinto afronta este fin de semana la disputa del Gran Premio de Estados Unidos, con el objetivo de sumar sus primeros puntos en el año y convencer a los directivos de Alpine de renovar su contrato para la temporada siguiente.

En Nürburgring, en 1969, se vivió una de las carreras más importantes de la historia del automovilismo argentino. Con un grupo conformado por argentinos, el Torino deslumbró en el circuito conocido como el “Infierno Verde” y volvió al país con un valioso cuarto puesto en la tabla general, siendo además ganador de su categoría.

La carrera tenía una gran complejidad y era una verdadera prueba de resistencia: duraba 84 horas y cada equipo debía tener tres pilotos por auto presentado, con turnos rotativos para permitir el descanso de los mismos. Además, el circuito tenía 176 curvas y una duración de entre 13 y 14 minutos, siendo la lluvia intensa otro factor que le dio dificultad a la competencia.

El auto elegido fue el IKA-Renault Torino, basado en el AMC Rambler American norteamericano y con el rediseño europeo del italiano Battista Pininfarina, pero creado para el mercado nacional y desarrollado por Industrias Kaiser Argentina en Córdoba, por lo que se lo consideraba “el gran auto argentino”.

A cargo de la dirección del equipo en formación estuvo Juan Manuel Fangio, que contó con la ayuda del diseñador Oreste Berta, como director técnico, y su equipo de mecánicos. Entre los dos conformaron una lista de 15 pilotos aptos para la contienda.

El Torino número 1 era encabezado por Luis el “Loco” Di Palma, quien ya contaba con cinco triunfos y 16 podios en el TC, y posteriormente sería campeón del mismo en dos ocasiones, además de dos títulos en el Sport Prototipo Argentino, tres en la Formula 1 Mecánica Argentina y uno en el TC 2000, en 1983, con un total de 68 triunfos entre todas las categorías.

La formación del auto número 1 era completada por Carmelo Galbato, piloto italiano nacionalizado argentino que mantiene el recordó de mayor cantidad de triunfos en el TC para un extranjero, con cinco, estrenó el Ford Falcon angostado en el TC, y hasta tiene una calle con su nombre en Plaza Huincul, Neuquén, ciudad en la que se crió, y Oscar “Cacho” Fangio, hijo de Juan Manuel que no fue reconocido legalmente hasta 2015 y se retiró de la competencia en plenitud.

El segundo Torino era integrado por Jorge Cupeiro ganador de 41 carreras en 11 años, Gastón Perkins, campeón del TC en 1969 y Eduardo Rodríguez Canedo, que había debutado en 1961 y tuvo 36 años de carrera. Mientras que el tercer coche les correspondía al dos veces campeón del TC Eduardo Copello, el joven Oscar Franco, que había debutado en la más alta categoría argentina un año atrás, y Alberto “Larry” Rodríguez Larreta, expiloto de Formula 1 en el GP Nacional de 1960, con Lotus.

Además, entre los mecánicos y colaboradores estaban: Batelli, Andrew, Casarín, Comari, José Diez, Cordero, Huerta, Pablo Macagno, San Feliú, Zagaglia, J.C. Zurita y Giaconi.

El equipo argentino sobresalió en todo momento. En un principio, los europeos llamaban a su auto “el Elefante Blanco”, ya que era una coupé con espacio para cinco personas y 1300 kilos de peso, mucho más que sus rivales, aunque esto no fue un problema. Además, el piloto Galbato colaboraba para que sus compañeros no se enfocaran en las críticas iniciales. Con una personalidad muy carismática y graciosa, el ítalo-argentino solía despedirse de los extranjeros diciendo “oxídense” (de pronunciación similar a “auf wiedersehen”: adiós en alemán) para hacer reír a los demás pilotos y descomprimir tensiones.

Argentina llegó a la “Maratón de la Ruta” con dos semanas de anticipación y cuatro Torinos, tres para competir, que no podían ser arriesgados antes de la carrera, y uno “muleto” por lo que los pilotos practicaban el trazado en dos Renault 16 y un Ford Taunus, conseguidos por Fangio, así como también en el cuarto “Toro”

Además, el “Chueco” había llevado su Mercedes 300SEL, en el que sentaba a cada piloto como acompañante y lo aconsejaba. Entre sus recomendaciones, Fangio había aconsejado que utilizaran marchas altas en las curvas, para mantener un ritmo de competencia parejo y, además, cuidar las gomas y los frenos.

Los accidentes comenzaron antes de la carrera. El primero llegó con el “Chino” Rodríguez Canedo a bordo del cuarto Torino, quien no tomó bien una curva e impactó contra unos árboles a 150 kilómetros por hora. El choque del coche suplente hizo que se pusiera al número 1 en pista, en el que chocaría Oreste Berta, quien derrapó y cayó por una banquina de casi 200 metros. “Aunque el techo quedó a la altura de las puertas, yo salí sin ningún rasguño”, declararía más tarde.

Así, el equipo de mecánicos tuvo que ponerse a reconstruir el auto “muleto” con las piezas del auto número 1, de mayor impacto, que todavía servían. Lo consiguieron, aunque el chasis quedó torcido, quedándole el apodo de “la Banana”.

“No importan los tiempos, los Torinos deben llegar”, afirmaba Fangio, aunque el primer día de la competencia fue soñado: los autos 2 y 3 lideraban la carrera, mientras que el 1 también formaba parte de los primeros 10 puestos. El primer accidente fue vivido a las 10 horas de carrera, con el coche número 2. Quien manejaba era Jorge Cupeiro, quien no pudo sortear las inundaciones que había en algunas partes del circuito y la neblina, que lo hicieron despistarse y estancar el auto en una zanja.

A mediados de la competencia se quedó el coche n°1, con problemas con las luces en plena noche. Di Palma empezó a manejar muy cerca de la parte posterior de un rival, para intentar guiarse hasta llegar a boxes, pero pudo arreglar el problema a bordo. Continuando con la marcha, las luces volvieron a fallar y, a ciegas, Di Palma se despistó y rompió el cárter.

Quien siguió en carrera fue el n°3, con el apoyo de todo el equipo y el país detrás, aunque los problemas llegarían a cuatro horas del final. Cuando el Torino peleaba la punta junto a un Lancia italiano y un Mazda japonés, llegó el reclamo de un comisario deportivo, puesto que el auto tenía el caño de escape roto y superaba los 86 decibeles permitidos, por lo que el auto debía parar para ser arreglado.

Con “Larry” Rodríguez Larreta al volante, Berta y Oscar Franco se dirigieron al taller del circuito y fabricaron un pequeño silenciador. Como solo estaba permitido que trabajen dos mecánicos en el auto y no se permitía subir con ninguna herramienta al auto, además de que cada minuto de detención en boxes significaba una penalización, Franco tuvo que iniciar su turno con el silenciador, hecho con alambre y tela de amianto, escondido en el pecho y tapado por un pulóver. Alrededor de cinco vueltas después, paró y solucionó el problema de la mejor manera posible, superando la observación de un veedor y volviendo a la pista.

El problema generaría una penalidad de 14 vueltas, que bajó al Torino del segundo al quinto puesto de la clasificación general. De todas formas, la habilidad de Franco al volante generó que el auto termine en el cuarto lugar. El arreglo empezó a fallar poco tiempo después, aunque Fangio y Berta ganaron tiempo discutiendo con el comisario, lo que permitió que el “Toro” termine la carrera en el cuarto puesto general y primero de su categoría, con 334 vueltas totales, 315 computadas, y 67 horas en la punta, el que más tiempo estuvo.

Culminada la hazaña, que fue festejada merecidamente como un triunfo, incluso los rivales pasaban por el box del equipo argentino para felicitarlos por el rendimiento. Berta detalló que unos ingenieros de Mercedes se acercaron a elogiar los frenos del coche nacional, que Fangio hizo retirar completos para regalárselos.

En su regreso al país, una extensa caravana de autos los esperaba en el aeropuerto y los acompañó, dando cuenta que la carrera había sido más que un éxito.

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