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Opinión

Año nuevo, ¿todo es nuevo?

Es muy positivo y maduro dejar el pasado en el pasado y mirarlo con benevolencia, porque en aquel momento era lo único que se pudo hacer y traerlo al presente no va a cambiar lo sucedido.
Amanda Carrara

Por Amanda Carrara

Parece que, a las vísperas de iniciar un nuevo año, hay un movimiento interno muy particular, donde en algunos da lugar a la fantasía de que todo ha de ser nuevo, porque la primera hoja del nuevo almanaque viene con otras 11 más que prometen tiempos esperanzadores. Si bien un almanaque ha finalizado y lo desechamos para colocar el otro a estrenar, hay proyectos que se deberán continuar y a los que deberemos hacer lugar en el nuevo almanaque, porque la vida no pasa por cuantos almanaques hemos reemplazado, sino por cuantos proyectos hemos comenzado y concluido, porque la vida son procesos que necesitan ser cerrados para abrir otros, ya que para iniciar algo nuevo es necesario cerrar lo anterior.

Apelando a nuestra honestidad el año que estamos a punto de iniciar difícilmente haga algo por nosotros, somos cada uno de nosotros los que dejaremos las huellas en cada almanaque que hemos vivido, con todas aquellas oportunidades que supimos tomar y transformarlas en proyectos para un crecimiento personal que impacta en nuestro rededor.

Abrirnos a los cambios que nos muestra la sociedad y aceptarlos tal cual se nos presenta es una de las maneras en las que podemos transformar aquellos asuntos pendientes y dejar lo que no nos corresponde a aquellos que les pertenece, es invitarlos a renunciar a lo que nunca va a ser y mirar hacia aquello que, si está disponible para nosotros, alivianando las cargas de causas innecesarias que no nos permiten ser felices.

Resentimientos, dolores por ofensas, traiciones vividas como nuestras cuando se trata de otras personas y que impactan en nuestras vidas como si fueran propias y que no ayudan a nadie, ni al que las sufrió ni a los que acompañan. La incapacidad de ver con serenidad y benevolencia el daño que nos provocaron también tiene un costo, de ser mirados de la misma manera, porque también hemos provocado daño.

Es muy positivo y maduro dejar el pasado en el pasado y mirarlo o contemplarlo con benevolencia, porque en aquel momento era lo único que se pudo hacer y traerlo al presente no va a cambiar lo sucedido, sin embargo le podemos dar otra mirada más contemplativa, agradeciendo de que haya sido así, de ese modo, porque es lo que nos ha permitido llegar al hora, a lo que somos hoy, con la experiencia del dolor superador e iniciar una nueva etapa con la fuerza necesaria para abrirnos a expectativas y proyectos diferentes.

Nosotros vinimos al mundo por el amor y entrega que tuvieron nuestros padres, provenimos del éxito de la unión de un óvulo y un espermatozoide, de muchos solo fueron esos y no otros, y de ahí venimos, muchos quedaron en el camino sin lograr su cometido, solo nosotros tuvimos la capacidad de tomar la vida, aquella que otros no pudieron, y nosotros sí, y en honor a ese acto tan íntimo de entrega mutua, deberíamos impregnarla de un valor supremo.

Siempre en las consultas suelo decir que nuestros padres son lo mas cercano a Dios que tenemos en esta tierra, porque ellos son nuestros cocreadores, no importa el como ni las circunstancias, miremos el resultado final, y con eso hagamos algo bueno, algo distintivo.

Si vemos a nuestros padres como un hombre y una mujer cualquiera, les hemos de atribuir millones de defectos, carencias, errores, y todos los etc. que quieran agregarle, pero si los miramos como nuestros padres, los únicos que aportaron algo para que nosotros estemos aquí, son perfectos, cambiarles un cabello los haría diferentes y dejarían de ser lo que son. Cada uno de nosotros tenemos un 50 por ciento de cada uno. En cada uno de nosotros convive la información de los ancestros de nuestro padre como los de nuestra madre, por lo tanto, somos un elemento más que valioso para cada uno de los clanes, y atentar contra uno de ellos, estamos atentando contra nosotros mismos.

Ser benevolentes con otros no nos hace mostrarnos buenos y piadosos, nos hace ser benevolentes con nosotros mismos también, mirarnos como personas que tenemos el suficiente potencial para provocar más daño del que pudimos haber recibido, y si ese día aconteciera, necesitaríamos ser mirados con benevolencia.

Bert Hellinger en su libro “El amor del Espíritu” hace referencia sobre la benevolencia explicando que: “Querer bien a otros es un movimiento de amor. Nosotros sentimos esa benevolencia de varias maneras. Por un lado, de ser humano a ser humano, ante todo entre hombre y mujer, cuando quieren permanecer junta una vida entera. La benevolencia mutua los une de una manera venturosa.

Aún con los que han permanecido ajenos a nosotros, podemos ser benevolentes. La benevolencia supera lo desconocido, sin que por ello excedamos esta actitud interna, como, por ejemplo, acercándonos o complaciéndolos. La benevolencia por sí sola ya nos acerca y nos pone al alcance de otros.

La benevolencia la aprendemos y la ejercitamos de una manera extensa, si entramos en concordancia con los movimientos de aquel espíritu que todo lo mueve, tal como es, que todo lo quiere, tal como es, porque lo piensa, como es. Por ello está dirigido a todo, tal como lo piensa y lo mueve.

Si nos sintonizamos con estos movimientos, si somos abarcados por ellos y si ellos nos cogen en su movimiento, también nosotros nos descubrimos dirigidos a todo, tal como es. Nos encontramos consagrados a él benévolamente.

Les deseo a todos y cada uno de los lectores un año 2024 de muchos ciclos que se cierran y otros muchos que se abran, porque el éxito está en cada uno de ustedes, el resto forma parte de la experiencia…

Lic. Amanda Carrara

Mtra. en Psicología Sistémica

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