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Opinión

Captar lo múltiple en el transcurrir de una actividad corporal

Captar multiplicidades nos conduce a imaginar una neurología del devenir, del ir siendo, neurología abierta a nuevas conexiones neuronales, neurología artista.
Susana Kesselman

Por Susana Kesselman

Desde que nacemos captamos multiplicidades. Las sensaciones no son sólo aquellas que reconocemos en un mapa neurológico -visual, auditivo, táctil, olfativo, gustativo- sino paisajes de una sensibilidad intensa que no tiene palabras para ser nombrada y por eso se simplifica.

“Veo varias puestas de sol en el mar, todas las tardes durante veinte días de mis vacaciones”.

El enunciado nombra una amalgama de sensaciones: el olor del mar que me llega por ráfagas, el ritmo de mi corazón, el ritmo del sol cuando se oculta –cuando se oculta a mis ojos que lo miran desaparecer en el mar-, las temperaturas disímiles de mi cuerpo y las del aire que me rodea, los roces de la ropa con mi piel, el suelo donde apoyo mis pies.

Es una visión diferente cada día, pero a veces mis ojos miran esas puestas con los mismos ojos, como si ya las hubiesen visto. (En las sensaciones de lo múltiple incluyo la nostalgia que se prepara cuando al final del último día me digo que no veré este paisaje mañana.) A esta multiplicidad de sensaciones no les pongo nombre, las narro, las describo. Captar multiplicidades nos conduce a imaginar una neurología del devenir, del ir siendo, neurología abierta a nuevas conexiones neuronales, neurología artista. Es la neurología artista la que nos hace percibir matices, coloraciones, alturas de sonidos, cambios de un objeto según las circunstancias y el estado de ánimo del que observa, del que percibe. ¿Cómo sería sino predisponerse a lo nuevo? ¿Sería posible predisponerse a la experiencia sin el provocativo e imperioso deseo de las percepciones a venir?

También existe la neurología de la experiencia ya vivida. Aquella con la que decimos esto ya lo viví, ya lo conozco, tengo sus huellas, la historia de sus huellas en mi cuerpo. Así habrá –tiempo futuro– un tiempo presente, tiempo en el que percibo la multiplicidad y simultáneamente un tiempo que es el del recuerdo de la percepción, pegado a ese presente, pero que es un ha sido, un fue o un era de la percepción.

La práctica de la eutonía como caldeamiento corpodramático se produce en la alquimia de esos tiempos. Tiempo de la percepción: la persona percibe el cuerpo recostada en el suelo. Entre los roces de la ropa, las sensaciones del aire sobre la piel y los toques del suelo se configura la percepción de esa multiplicidad que es la superficie corporal. Tiempo del recuerdo de la percepción: alguien recuerda lo que percibió, evoca las sensaciones.

Puzzle

Un libro de anatomía describe, a la manera de un mapa, qué es y cómo funciona el cuerpo, pero nada nos dice de un cuerpo singular, en el aquí y ahora de la vida. Las personas que desean iniciar un viaje corporal precisan el ánimo dispuesto para construir sus propios mapas, cartografías, geografías encarnadas. El viaje pone en movimiento la predisposición de la persona a observarse, que es como decir la predisposición a explorar su cuerpo. El cuerpo se hace atractivo, la atención se orienta hacia las sensaciones y así se va construyendo un itinerario. El viaje por el cuerpo fabrica su andadura y su búsqueda.

El terapeuta de la sensibilidad corporal tiene entre sus herramientas un Inventario, conjunto de consignas verbales, invitación a registrar el cuerpo -de modo global o partes de él- según un cierto orden y tal como lo proponen los principios de la eutonía. Quien participa en esta experiencia recibe del profesional un estímulo para descubrir otros itinerarios que los propios y sensibilizarse a nuevas escuchas de sus percepciones.

La eutonía, como práctica corporal, desencadena un proceso que va revelando a quien lo experimenta, zonas del mapa anatómico que se conectan en el cuerpo encarnado, como las piezas de un rompecabeza, pero con varios acoples. Los territorios corporales se hacen y deshacen a través de un inventario –viajeros del cuerpo temporal-. Se enhebran espacios y tiempos, calidades de tejidos, direcciones, ejes, planos, ritmos.

Una clase de eutonía puede comenzar de varias maneras. A veces el eutonista propone una caminata con el objetivo de que las personas observen sus movimientos, posturas, en una acción habitual. Es frecuente invitar a la persona a recostarse en el suelo en de cúbito dorsal, con la intención de disponer el cuerpo al aquietamiento.

En el camino de la quietud, del silencio y en posturas donde la persona no necesita hacer esfuerzos para sostenerse, se actualiza la disposición a la escucha sensible, sensorial de su cuerpo. Los cambios en el tono muscular van produciéndose a través de estas diferentes calidades de acciones. Es propio de la eutonía no pensar el movimiento sólo como desplazamiento.

El concepto de tono muscular –actividad de un músculo en estado de reposo aparente– nos remite a otros tipos de movimientos: posturas, movimientos imperceptibles, intención de movimientos, gestos, actitudes. La hipótesis es que la persona afinará su sensibilidad para recoger la información proveniente desde el cuerpo, experimentará variaciones del tono, aprenderá a producirlas y así a inventar cada vez un nuevas corporeidades.

Articulación y conexión

Desde la clínica corporal que intento desarrollar, hago diferencia entre articulación y conexión. Se articulan zonas próximas en el cuerpo y estas articulaciones son las mismas, aún con sus diferencias, para el conjunto de los humanos y no sólo se articulan zonas del cuerpo, también se articulan palabras, gestos.

El eutonista, desde la disciplina con la que se involucra, no solo analizará las articulaciones, también irá cartografiando los matices de cada corporeidad, las conexiones. Una zona del cuerpo puede convocar a otras alejadas, el diafragma extraña al cuello, porque el diafragma es el fondo del cuello del cual se desprende en su devenir embriológico, del mismo modo que a través de un sonido se llega a conmover la columna o una melodía puede despertar una pierna.

El neurólogo Oliver Sack en Con una sola pierna, relata la recuperación del movimiento de su pierna herida -cuando todas las rehabilitaciones habían fracasado- mientras oía el concierto de violín de Mendelsohn.

“Con los primeros compases sentí la esperanza y la certeza de que la vida volvería a mi pierna, se vivificaría y avivaría con movimiento original y recordaría o recrearía la melodía motora olvidada”.

El filósofo Gilles Deleuze en sus estudios sobre cine, hace diferencia entre la imagen-movimiento y la imagen-tiempo, considerando que la primera se refiere a un tipo de narrativa que toma por objeto el esquema sensorio-motor: “Un personaje percibe, padece, reacciona”, mientras que la imagen tiempo, surgida con el neorrealismo italiano: “Trataría de nuevas formas de coexistencia, de serialización, de transformación”, los personajes se encuentran en situaciones que no pueden prolongarse en reacciones anunciadas. “Ya no es posible reaccionar.” En la posguerra ya nadie está seguro de que sea posible reaccionar.

Deleuze trae un aire fresco a cualquier reflexión sobre el cuerpo. Es como si nos alertara a los terapeutas corporales ante la tentación de lecturas del cuerpo estereotipadas y simplistas, frecuentes en nuestro medio. La cabeza se relaciona con el pensar, el corazón con el sentir, la pelvis con el sensoriar y otras lecturas típicas. Es como si Deleuze nos dijera que el cuerpo se transforma en un histórico social cambiante, que el cuerpo nunca será lo que era, ni es lo que es, que el pobre ya no sabe qué es reaccionar ante un mundo que parece no oír la voz polifónica de sus latidos, de sus vibraciones.

*Eutonista

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