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Opinión

Las escuelas de la vida democrática

La vida democrática es mucho más que las elecciones cada dos años: es compromiso y responsabilidad con la sociedad.
Dr. Ricardo López Göttig

Por Dr. Ricardo López Göttig

El mejor método de enseñanza, el más perdurable y efectivo, es a través del ejemplo. Cualquier aprendizaje se incorpora a nuestra vida a través de la constancia y rutina en el hacer, ya sea en un oficio, profesión, deporte o disciplina. Lo mismo ocurre con nuestra vida democrática que, más allá de la instrucción formal que podamos recibir en las escuelas, hay otra que se incorpora de un modo más directo, como es la participación en la sociedad civil y la vida local.

Los municipios son las escuelas –o deberían ser- más próximas de gobierno para los vecinos. Conocemos de primera mano las necesidades inmediatas, los problemas están visibles ya al salir a la vereda, y en las ciudades de escala humana se puede tener trato directo con el intendente y concejales. En las grandes urbes esto se pierde, la responsabilidad ante el ciudadano pareciera desvanecerse, pero puede suplirse por medio de la tecnología que acerca como medio de contacto con quienes son depositarios de la voluntad popular. El estado de las calles, la limpieza, la iluminación, la limpieza y seguridad de los espacios públicos, la fluidez y frecuencia del transporte, son cuestiones que se escapan de los moldes ideológicos, por lo que gana fuerza la perspectiva vecinal. El ciudadano aprende a hacer sus peticiones, a plantear sus demandas, a exigir sus derechos; en tanto que el concejal y el intendente, al ser próximos a sus vecinos, deben responder con eficiencia, eficacia y austeridad.

Los humanos también aprendemos a socializar fuera de nuestras familias en sociedades voluntarias, como son los clubes, las ONGs, los centros sociales y deportivos, asociaciones de toda índole. Hablamos, discutimos, nos peleamos, nos organizamos, nos arreglamos, dirimimos nuestras diferencias, planteamos ideas. Todo esto es parte del ejercicio de la vida democrática, nos prepara para el autogobierno, nos enseña sobre formas de liderazgo, toma de decisiones, negociaciones y presentación de propuestas. Son, también, canales que pueden servir a los municipios para la elaboración de políticas públicas que atiendan al tiempo libre en la promoción del deporte, el cuidado del medio ambiente y el patrimonio cultural, la educación no formal, la formación en oficios y hasta la atención primaria en salud.

Si esto es acompañado por una prensa local, el círculo se transforma en una herramienta virtuosa y poderosa para la comunidad, que sentirá su pertenencia, apego y valor al sentido de ciudadanía. La vida democrática es muchísimo más que esta convocatoria a elecciones que tenemos cada dos años, ya que es una actitud de compromiso y responsabilidad con la sociedad.

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