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Opinión

Reducción de la jornada laboral, por una sociedad más justa e inclusiva

A pesar de algunos exabruptos respecto al “¿para qué?”, los trabajadores y las trabajadoras merecen reducir su carga horaria, y no sólo por las referencias internacionales positivas sobre la materia se aprecia la necesidad del debate serio.
Juan Cuartango

Por Juan Cuartango

La reducción de la jornada laboral, es una temática de absoluta actualidad a nivel prácticamente global y se están realizando experiencias por parte de distintos grupos empresarios, bajo el monitoreo de calificadas consultoras y ámbitos académicos en diferentes países del mundo. En la mayoría de los casos hubo beneficios múltiples para las partes involucradas como mejor calidad de vida, menores gastos y mejoras de las relaciones familiares de los trabajadores, mayor productividad y menores costos, por parte de los empleadores.

A ello debe agregarse una reducción de la siniestralidad laboral y mejora de la salud de los trabajadores y sus las relaciones intrafamiliares, que beneficia a ambas partes y a la sociedad en su conjunto.

Los avances tecnológicos, la informática, la robótica y en mayor medida la inteligencia artificial, han incidido en la profundización del tema, y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con miras a su primer centenario en 2019, constituyó un ámbito de análisis y debate sobre dichos avances, el impacto de los mismos en el empleo y como paliativo de ese impacto se evaluó entre otras, la alternativa de reducción de la jornada laboral.

Los procesos tecnológicos y la carga horaria de prestación laboral -entre otros factores a ellos asociados-, son temas inseparables en un contexto global que es atendido por la OIT por su especial incidencia en el mundo del trabajo como otros fenómenos que hacen al proceso global referido por el propio Papado como la Cuarta Revolución Industrial.

No me pares ahora

Es así que aparece, como una corriente irrefrenable, la reducción de la jornada laboral como la semanal a cuatro días parece imponerse a nivel global y en nuestro país desde diversos sectores políticos y gremiales que han ingresado proyectos con miras a reducir la carga laboral de prestación sin alterar las condiciones preexistentes ni las futuras en materia salarial. Como siempre sostenemos, con el derecho comparado como fuente, más allá de las doctrinales que se vienen desarrollando, aparecen auspiciosamente los resultados registrados en Islandia con una semana laboral de cuatro días, experiencia desarrollada entre 2015 y 2019 sobre una población de referencia.

Chile está transitando una transición tendiente a los cuatro días y extender los días de descanso a tres con una fórmula progresiva aprobada legislativamente que fue definida como 4x3 que persigue reducir la jornada laboral a 40 horas semanales en un principio, para bajar a las 38 horas al quinto año de su implementación con una clara visión de modernizar su legislación laboral como traducción a que las mejores condiciones y la calidad de vida, no es menor trabajo, sino organización, que en términos comparados así se ha comprobado.

El caso de Colombia, con una gradual y progresiva reducción de dos horas de la jornada actual, desde 2023 y hasta 2026, hasta llegar a las 42 y el texto que lo impulsa expresa lo inalterable del salario y sus cargas como así también su consecuente e inalterables obligaciones de los trabajadores, instituyendo un acuerdo entre las partes de la relación laboral a los fines de implementar esta normativa y que en nuestro entendimiento y práctica doméstica vendría a ser el instituto de la negociación colectiva.

¿Cómo andamos por casa?

Nuestro país, para el sector privado, tiene legislada una de las jornadas más largas del mundo, 48 horas semanales y 200 horas mensuales, como en poco más de 3 decenas de países en el mundo, en el resto, la cantidad de horas es menor.

La ley 11.544 que fue sancionada en 1929, bajo la Presidencia de Hipólito Yrigoyen y rige hasta hoy, estipula un máximo de nueve horas diarias o cuarenta y ocho horas semanales para la jornada laboral. La propuesta del oficialismo propugna por una reducción de dicha jornada laboral hasta alcanzar los presupuestos de la Recomendación 116 y el Convenio 47 de la OIT, que establecen la semana laboral de 40 horas y abordan los elementos a considerar para reducirla a dicha carga horaria, conforme las circunstancias especiales del país de que se trate.

El tema es materia de tratamiento en un plenario de Comisiones de la Cámara de Diputados de la Nación, en el cual el Comisión de Legislación del Trabajo es protagonista y donde, analizan siete proyectos de los cuales cinco corresponden al oficialismo, presentaron Sergio Palazzo, Eduardo Valdés, Hugo Yasky, Claudia Ormaechea y Mónica Litza, mientras que las dos restantes fueron elaborados por el socialismo y el Frente de Izquierda.

Uno de los proyectos del oficialismo lleva la firma de Hugo Yasky, líder de una de las CTA y propone una semana laboral de 4 días con no más de 40 semanales. Otro, firmado por Claudia Ormaechea, propicia una jornada semanal de un máximo de 6 horas diarias y un tope de 36 semanales.

El proyecto de Sergio Palazzo, Secretario General de La Bancaria, coincide con el de Ormaechea, también dirigente bancaria, en proponer 6 horas diarias y 36 semanales, pero introduce la posibilidad de hasta 8 horas diarias, con cuatro días de trabajo semanal.

El proyecto del socialismo también establece que la jornada no podrá exceder de 36 horas semanales, en tanto el del FTT establece 6 horas diarias y 30 semanales.

Nos inclinamos por la reducción en un día semanal, aún cuando ello pudiera implicar un incremento de la jornada diaria, ya que evitaría los gastos de traslado, el tiempo que insume él mismo y permitiría un disfrute más pleno del tiempo libre.

Debemos advertir que la mayor productividad y demás beneficios derivados de la reducción de jornada laboral en un día por semana, no permitiría albergar grandes expectativas de creación de nuevos puestos de trabajo, ya que la menor carga horaria se vería con creces, compensada con mayor productividad de ello derivada. Se busca, esencialmente, mejorar la calidad del empleo.

El plenario de comisiones comenzó citando a los actores sociales para que se expresen sobre él particular, mereciendo especial atención los descomedidos e inoportunos términos del representante de la Unión Industrial Argentina que oponiéndose a la reducción en análisis, fundamentó su posición planteando los siguientes interrogantes: “Yo limito la jornada, entonces ustedes tienen que trabajar menos; ¿Para qué? ¿O sea, está mal trabajar? ¿Estamos en contra del trabajo? ¿Para qué? ¿Para ir afuera a hacer que? Preguntó el dirigente titular del Departamento de Política Social de la UIA, asesor del grupo Techint y de la candidata presidencial Patricia Bullrich en materia laboral, ante el plenario de Comisiones de Diputados que trata los proyectos supra referenciados.

De exabruptos y burlas

Los comentarios huelgan y la titularidad del autor de semejante exabrupto, del Departamento de Política Social de la entidad empresaria, suena a burla. Mientras pretenden “modernizar” los convenios colectivos de trabajo –dejando sin efecto los actuales- para flexibilizar derechos, no entienden, en cambio, necesario agiornar la jornada laboral a los estándares mundiales propuestos por la OIT, ya que las únicas reformas necesarias para la representación del sector empresario, son las que implican pérdidas de derechos laborales.

Surge necesario elevar los términos del debate y lograr los consensos y unificación de los distintos proyectos, como se hizo en la ley de Teletrabajo, dejando de lado mezquindades y con miras a una sociedad más justa e inclusiva.

(*) Abogado laboralista, ex ministro de Trabajo Bonaerense y conductor del Grupo Descartes.

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