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Sociedad CON SERGIO GALLEGUILLO. A PURO FOLKLORE

La fiesta chayera se mudó al Festival de Jesús María

Unas 16 mil localidades vendidas convirtieron a la noche de la chaya riojana en la segunda más concurrida del Festival de Doma y Folklore.

Al igual que durante la cuarta jornada, la centralidad de la quinta noche del Festival de Jesús María 2023 tendría que esperar hasta bien pasada la medianoche con la chaya riojana y de la mano de Sergio Galleguillo.

Pasada la medianoche, la organización informaba cerca de 16 mil entradas vendidas y en las gradas no cabía ni un alfiler.

A la 1.30 y aunque parecía que el programa estaba retrasado media hora, hizo su aparición Sergio Galleguillo. Y el cielo en el campo se volvió blanco. La ceremonia de la harina se esparció entre la marea humana que colmó el campo de Doma. Difícil de explicar la felicidad en los rostros con ese carnaval seco y cobertor.

Con pulso eléctrico, la banda se acomodó a una propuesta que fue desde las zambas y chacareras al encuentro chayero con tinkus, takiraris y chayas.

Dependiendo de la canción, algunos músicos intercambiaron charango, acordeón, teclas, y viola criolla. Bateria, bajo y guitarra eléctrica completaron la prolija banda del de La Rioja.

Al repertorio no le faltó ninguno de los clásicos: Qué linda es La Rioja, Amor Prohibido, Niña Chay, El Camión de German, Carnaval en La Rioja, y Solita y Sola. Una linda nota: invitó a cantar a su hija Salomé y a su hermana Anita un par de canciones de su repertorio más antiguo. Fue un autoregalo que la gente comprendió y aplaudió.

Para cuando se fue, alrededor de las 2.40, el viento soplaba del sur, en el cielo ya no había estrellas, y la impresión era que podía llegar el agua en algún momento de la madrugada. Después de cinco días de agobiante ola de calor, Jesús María la recibiría agradecida.

Ninguno de los programados antes del cantor riojano tuvo más de 20 minutos en la grilla televisiva. De hecho, el espectáculo de las tropillas entabladas o el entrevero de tropillas se llevó el doble de tiempo que lo que programaron, por ejemplo, a Los Carabajal.

El de las tropillas entabladas es un espectáculo notable que el público disfruta mucho. 400 caballos de distintos pelajes a los que se separa de su yegua madrina y que buscan con desesperación volver a ella. Gana el que primero junta a toda su tropilla.

La nota triste de la jornada la aportaron los familiares de Agustín Ávila, el adolescente asesinado durante la madrugada del domingo en el portón trasero del Festival por donde salen los artistas.

Mientras que la mamá, Vanessa Arrieta, marchaba en Guiñazú (donde vivía el adolescente), el papa, Gustavo Ávila, se concentraba en el portón de ingreso al anfiteatro José Hernández con pancartas y carteles en los que las consignas por Justicia se repitieron.

A la hora de la concentración, alrededor de las 18, ya había una numerosa cola de gente esperando para ingresar al estadio y disfrutar de las actividades de campo que tienen lugar antes de la programación de escenario.

A las 21, la totalidad del estadio se mostraba casi al límite de su capacidad y en la previa hasta tiene lugar el rito de seguir festejando el título mundial de fútbol de Catar, al canto de “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar…”.

Cumplidas las primeras cinco noches, el festival aspiraba a alcanzar las 80 mil entradas vendidas. Hacía mucho que no se veía un comienzo tan exitoso.

La apertura televisiva, tras la presentación de los locutores Cristian Bazán, Natalia Balverdi y Andrés Boletta, dejó en el escenario Martín Fierro a Los Carabajal para una buena dosis de canciones que conoce todo el mundo.

Casi enganchado siguieron con Qué hermoso sueño soñé y Sembremos la chacarera.

Musha Carabajal fue el encargado de contar que estaban disfrutando sus 55 años de trayectoria desde que Agustín Carabajal puso el puntapié de la agrupación. En plan casi reggae anudaron La estrella azul, otro clásico inoxidable. Y vendrían después Lágrimas de amor, y Dejame que me vaya.

Y hablando de clásicos, pasada la medianoche subieron las Voces de Orán, con 52 años de trayectoria y con mucha presencia en este Festival. Su Tormenta de vino fue digno del generoso aplauso que recibieron.

Si en la noche del lunes fueron Los Tekis y Q’Lokura, este martes toca Galleguillo y Ulises Bueno. Luego del show de Luz Paisio, quien pone voz femenina al cuarteto, “El barba” pisa el escenario de Jesús María aún entre nubes de harina de la chaya en el aire y rápidamente imprime su particular estética, voz y personalidad a cada rincón del escenario.

El público tuvo fiesta riojana y ahora disfruta de uno de los ídolos del cuarteto, fans absolutamente fieles y enloquecidos. Ulises es de pocas palabras sobre el escenario pero transmite pura potencia y agradece el “privilegio” de estar en el escenario Martín Fierro.

A poco de comenzar aparece uno de sus clásicos, Soy, y otro irrumpe a mitad de show, Intento. El público también baila Me levanté, Amante fiel, Infiel, Eternos pasajeros, Tu nombre. No es el estilo de Ulises el cover de temas tendencia. Pero se da el gusto de meter rock con otro clásico, esta vez de Los redondos, Jijiji. Sobre las cinco termina una noche que debería ser eterna.

JESUS MARIA SERGIO GALLEGUILLO CHAYA

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