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1591 Cultura + Espectáculos LA MIRADA SOBRE EL MUNDO

El fin del desarrollo como camino polifónico

María del Pilar Carabús

Por María del Pilar Carabús

África cuna de la humanidad, fue el territorio que nos vio nacer, quién albergó al Homo sapiens Moderno, y por ello mismo es nuestro origen, tanta insistencia por esclavizar a nuestros antepasados debiera llamarnos la atención. Parece ser que no hemos sido siquiera capaces de analizarlo, nuestra melamina simplemente se adaptó, cambiando de color por la menor cantidad de luz solar de otros territorios. Somos afrodescendientes. Indudablemente cuando algo causa tanto malestar y es repelido, una luz debe encenderse para saber qué intereses se tocan en el cuerpo del otro.

La historia tan arbitraria como el paso del tiempo, se ha olvidado de contarnos algunos pasajes, como la explotación obscena de uno de los continentes más ricos, quizá porque ello pueda llevarnos a entender cómo se forjaron las grandes potencias. Leopoldo II de Bélgica creó en 1885 un Holocausto casi olvidado en El Congo, se adueñó, con la máscara de protección a los Aborígenes, de todo el caucho y el marfil de este territorio a título privado, colonizando para sí mismo la extensión de tierra del tamaño de toda Europa Occidental. Su mensaje primero, fue acercar los africanos a la religión para sacarlos de la esclavitud, estrategia conocida, qué terminó con toda una población a disposición de los propios intereses del monarca, quedando sus habitantes en una situación de esclavitud aún más sádica y denigrante que la anterior, creada para acrecentar su fortuna.

Romantizar el odio es nuestra especialidad. Nuestro innato poder destructivo- autodestructivo se acelera con la inmediatez de este nuevo mundo. Las nuevas insignias, poder, riqueza, éxito. Palabras vacías, máscaras recubriendo lo que no hay en un mundo interior que va siendo saqueado poco a poco, siempre hay un relato que nos lleva al abismo, y seguimos creyéndolo. Freud habla del masoquismo primario, primero el odio antes que el amor, allí existe un placer en la descarga del mismo, cómo así también en la destrucción del otro. Agrega también el salvaje entusiasmo, cuando de guerras se trata. Pulsión de vida insatisfecha llevándola a otro estadio asevera Wilhem Reich. La pregunta acerca de ¿Por qué las desigualdades? se hace obvia con esta disyuntiva. Estamos hoy en la etapa de destrucción de nuestro desarrollo, palabra que muere día a día, le hemos quitado a los procesos su reloj de arena, todo debe ser ya. La palabra fluir es usada como signo autoritario de abandono a toda profecía que no sea cumplida o autocumplida inmediatamente.

Lo ilusorio “la nueva droga”. Porque claro, los conceptos van muriendo, la creación de una pareja no conviene, es mucho trabajo, ir a una Universidad y relacionarse con otros también, lo online me deja en casa tranquila sin neuroplasticidad, solo adquiriendo información. La meritocracia desaparece, queda casi nada por construir. El desarrollo de un plan de conquista de vida se ahoga entre facilismos dictados por el sistema. Nos dicen lo qué tendremos que estudiar en un futuro, qué trabajos y qué tipos de relaciones -según aplicaciones-. Hasta nos han inventado el concepto de «ciudades de 15 minutos», todo es inteligente todo está monitoreado. La subestimación a la misma inteligencia es escalofriante, es decir a nosotros.

La colonizacíon de la esclavitud no ha cambiado, los espejos de colores hoy se llaman tecnología. En Afganistán un Apartheid de género se suscita, las mujeres están dinamitadas en su existencia.

En Ucrania y varios territorios del mundo, guerras invisibles, o de moda parecen ser...usadas en los canales de noticias como entretenimiento diario, mientras los juegos del poder nos esclavizan con los precios de commodities trasladados a alimentos, fingiendo que se acabaran para el mundo, cuando la producción de granos se duplicó en los últimos 30 años.

Hablamos de homicidios, pero no de los suicidios, que se suscitan cada tres horas (4001 casos en lo que va del año), o de las miles de muertes que también superan lo visible, ellas por enfermedades psicosomáticas- la vertiginosa existencia no se tolera-.

Tapamos con ahínco la realidad. Es difícil armar un plan sobre un Castillo de papel.

El malestar, la decepción se iluminan hoy a través del escepticismo globalizado a raíz de las políticas mundiales de un sistema en consonancia. Las reglas de la máquina social llamada Estado valen para los que pueden y los que no, no se discrimina nacionalidad, procedencia, género, cultura, edad o formación. Estamos partidos viviendo una cruenta guerra de mercado cotidiana, cambian simplemente los nombres, estamos en la misma igualdad de condiciones que en la caverna el homo sapiens.

Insistimos igualmente en creer que hemos evolucionado, quizá porque con algo de esfuerzo la foto de la Tour Eiffel es posible, o la cartera de Louis Vuitton, o el postgrado de Harvard.

Lo inmediato, lo efímero mató el desarrollo, incluso han desaparecido ya los juegos de motricidad, donde nuestro cuerpo era la figura, suplantados por una pantalla que mata el manejo del cuerpo, arma primordial para la expresión de las emociones y la liberación de tensiones. Nuestra caja de resonancia no vibra más con el movimiento, sino que se intoxica y enferma con la radiación de todo artefacto empeñado en llamarse inteligente.

¿Existe algo más perjudicial, nocivo y alienante que ello?

La sustitución de un camino de desarrollo que costó siglos de adaptación, desaparece con un piloto automático llamado smart phone. La guerra silenciosa en curso ya no es sobre ideologías, sino sobre cómo conseguir de manera compulsiva riqueza, éxito y poder. Lo ficticio se ha convertido en la actual satisfacción, las zanahorias del sueño americano convertido en universal, además de ser transgénicas, se desintegran en el camino con tanto pesticida.

Cambiamos el sometimiento creado por la religión de amar únicamente a un dios padre todopoderoso, que nos alejó del trabajo de amar a un otro de carne y hueso imperfecto, por el amor a lo abstracto, “artificialidad premeditada” la llamo yo.

Abandonados, abandonamos con un bloqueo de whatsapp a un otro que tiene un corazón que late, pero que se acostumbra a pararlo como mecanismo de defensa. Digamos que todo es susceptible de ser abandonado, incluso nuestra vida como seres emocionales. Nos hemos vuelto todos niños sin tolerancia a un fracaso irreal que se vuelve real cuando la tecnología es impuesta como sistema social, cultural y económico. Al no poder lograr lo que uno se propone, vamos matando lo que se interpone en satisfacer nuestras modernas necesidades y placeres, es como entrar en un agujero negro. No sabemos aún ¿cómo saldremos de allí y cómo terminaremos?. Quizá adormecidos, consumidos, modificados genéticamente o en estado de ira, furia.

Nos dicen que tenemos que aparentar bienestar en un mundo donde las oportunidades no tienen ningún sustento a largo plazo, existen simplemente carteles que brillan con sus luces leds como señales que pueden apagarse en cualquier momento con un interruptor, o mejor dicho, con un click. Aparecen como siempre personajes, signos, significantes psicóticos como figuras que nos crean una corriente peligrosa de navegar. Desde un papa, un presidente, una pandemia, un sistema, un nuevo orden, o las tan adoradas guerras qué ahora no pueden palparse con las manos, se ven en una pantalla como adoctrinamiento cultural geopolítico.

Nos estamos volviendo una especie que finge demencia.

¿Qué hacer ante tanta nube intrusa, ante tanto canibalismo?

Seguramente salvar nuestro tan preciado manuscrito emocional, en tanto y en cuanto entendamos que debemos “crear una voluntad” afuera de todo lo dicho, en armonía con nosotros mismos, con lo que nos hace bien, no con lo impuesto.

La represión del otro no nos corresponde.

“La domesticación no sólo genera cierto malestar con la cultura, como lo señalan Nietzsche y Freud” sino también cierta satisfacción, habitada en el obedecer.”

Dicen Deleuze & Guattari “Toda la estupidez y arbitrariedad de las leyes, todo el dolor de las iniciaciones, todo el aparato perverso de la educación y la represión, los hierros al rojo y los procedimientos atroces no tienen más que un sentido: enderezar al hombre, marcarlo en su carne, volverlo capaz de alianza, formarlo en la relación acreedor - deudor que, en ambos lados, es asunto de la memoria.” Tendremos que sacarnos las vendas de nuestras heridas, alimentando como sí fuéramos seres excepcionales, nuestra voluntad, nuestra pulsión de vida hacia un goce sano en general, alejándonos de todo determinismo. No hemos evolucionado, hacer ese análisis es necesario, estamos adictos a los llamados atajos, los más voraces de nuestra existencia a la vista, tenemos hoy las herramientas necesarias para ver lo que sucede a nuestro alrededor, para entender lo que significamos. Hemos quedado huérfanos de relatos altruistas, por esa misma razón hay que inventar con responsabilidad nuevos idiomas universales que nos den aire puro- sin negocios de por medio-, con la simple consigna de cooperar, colaborar en un bienestar compartido.

No dejemos que nuestra propia negligencia nos evapore la conexión transformadora con el otro.

LA AUTORA

María del Pilar Carabús
María del Pilar Carabús

MARÍA DEL PILAR CARABÚS. ABOGADA, ESCRITORA, COMUNICADORA, MBA “ESPECIALISTA EN DERECHO CONSTITUCIONAL Y DERECHOS HUMANOS” (MINORÍAS Y GRUPOS VULNERABLES) UNIVERSIDAD DE BOLONIA, ITALIA.

LA MIRADA SOBRE EL MUNDO

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