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El poeta español que dejó su último suspiro en Chilecito

Cuando me despedí de Miguel tras nuestra entrevista, con un apretón de mano y la voz tranquila me dijo…”NO SE OLVIDE DE SER FELIZ”.
Sara González Cañete

Por Sara González Cañete

“Vuelvo de Tierras lejanas a quedarme en Chilecito a recordar sus paisajes, su paz, su chaya y el vino.

De topadas y guitarreadas entrefereao con amigos. (…) Chilecito, Chilecito suenas en diminutivo y sos grande entre los grandes, con viñedos y Olivares.

Fuerte y rudo es el nogal curtido por el sol y nieves, también nos brinda sus frutos entre cáscaras sus nueces”.

Miguel Dorado Inauguró la noche del 31 de enero del 2024 su última Chaya, cruzó una enorme distancia, desde su España natal y se encontró con su Chilecito amado, el sonido de las cajas, la risa de febrero, las coplas sedientas de festejos, el vino fresco y la sonrisa se instaló en su alma. Llevaba 40 viajes regresando a su Chaya riojana y aquella noche el cielo estrellado abrazó su alma, para capturarla eternamente.

Entre amigos que celebraban su encuentro con el poeta y la Chaya encantada, el 4 de febrero siguió su tradicional festejo en el Patio de los Vilte. Vibró su espíritu con todas las coplas que acariciaron la caja chayera, tomando las manos que se extendían hacia él, para un apretón amistoso. En la oscuridad de sus ojos siempre estuvo la luz de la inspiración que plasmó en su prolífera obra poética. Destacaba a las montañas de cumbres nevadas ataviadas con cardón e iluminadas por la tímida luna.

Su corazón cansado, ya había dado señales de sus latidos débiles en zozobra. Ante una descompensación fue internado en Chilecito, tras su atención y alta sin embargo, volvió a caer con un cuadro más severo. En la sala de terapia intensiva aguardó con el estoicismo que caracterizó su vida, sus últimas horas pendían del único lazo que sostuvo su aliento. Esperar el arribo de su hija desde España, la presencia de sus hijos, su cercana prima y su gran amigo Manuel Vilte, un hermano de la vida que compartió historia y aventuras por 60 años junto a él. Fueron los íntimos que rodearon la despedida del hombre con la visión más clara, acertada y resiliente. La mirada del alma no se equivoca, aunque los ojos tengan el velo de la oscuridad.

Miguel Dorado pidió agua, reconoció a su amigo Manuel, le dio un apretón de mano, transmitiéndole en ese pase de caballero la parada de su tren, bajó en su lugar favorito en el mundo, murió en Chilecito el 7 de marzo a las 15, cuando la siesta Chileciteña hizo un silencio de tristeza aguda.

“Miguel se adelantó, siempre estará en la música, en la poesía, en la Chaya. En las imágenes fotográficas de esas que no hablan, pero cuando las ves van directamente al corazón, porque trazan un camino hasta el alma y los recuerdos. Fue un gran amigo, nunca tuvimos en seis décadas ni una palabra de discordia. Lo vamos a recordar eternamente. Miguel compartió conmigo tantos capítulos, cruzó mares para compartir momentos, buscando un canto y las risas. Lo vamos a recordar como se recuerda a los grandes”, expresó Manuel Vilte con un profundo sentimiento de amor hacia su amigo.

Chilecito adormeció la pluma de su querido poeta, y todos los rincones de sus calles se cubrieron de luto. Previamente a llegar a su ultimo febrero, Miguel manifestó a sus allegados el deseo que guardaba en el corazón: descansar en Chilecito, lugar donde fue y murió feliz. Si el universo escucha los susurros de los deseos, sin dudas presto oídos al poeta.

Sus versos cuentan cómo llego:

LA RIOJA TAMBIEN ES MIA.

“Un día llegue a La Rioja no me pregunten porque

Llegue de manos vacías, vacío el corazón también.

Y un grito de Libertad escondido en mi piel…”

Habrá 7 de marzo con sonidos de cajas chayeras y poemas de Miguel Dorado para galardonar el recuerdo de su vida en este lugar, que lo acunó con su luz, cuando sus ojos se cubrieron de tinieblas.

Una premonición en su poesía escribió su final, sin saber él cuán fuerte son los designios de la palabra, cuánta magia declaran las prosas.

VUELVO A LA RIOJA

En mi sueño por volver

Tu vino me está chumando

Y con lágrimas de estrellas

Tu luna me está llamando

Voy tejiendo serenatas

Para tu balcón riojano.

Guarda sitio en tu jardín

Para una rosa llorando.

Y esos pimpollos que esperan

El calor de mi verano

Decile vos palomita

Decile que estoy llegando…

Vuelvo a La Rioja, vuelvo a chayar

Ya vivo el sueño del carnaval.

A pocos meses de cumplir 94 años, llego a calmar su nostalgia de La Rioja que amó, como sólo los poetas saben amar, con versos que desangran el dolor del corazón, y rimas que bailan al compás del amor.

Su legado no solo quedó plasmado en más de 130 poemas, además grabo un disco con temas que llevan sus letras. CANTO DE LA LUZ EN LA NOCHE. Colaboró desinteresadamente siempre con el turismo chileciteño, publicando una revista de excelente calidad, donde se apreciaban imágenes de lugares icónicos, acompañados de sus poemas. Inversiones que costeaba con su propio dinero. Fue reconocido, estimado y querido, amorosamente apodado el “Cieguito Dorado”.

“LA LUNA REINA EN LA NOCHE

SU CORTE SON LAS ESTRELLAS

BAJO EL PATIO DE SU CIELO

Y UN TRONO DE CORDILLERA

EN SU REINADO NOCTURNO

MI VIDA TUVO COLOR

BEBÍ EL BESO DE SU VINO

BESÉ EL VINO DE UN AMOR”.

Cuando me despedí de Miguel tras nuestra entrevista, con un apretón de mano y la voz tranquila me dijo…”NO SE OLVIDE DE SER FELIZ”. Firmó un ejemplar de su libro para darme una reliquia literaria, para regalarme la posta de su inspiración. Asumí el compromiso de narrar las historias más profundas y significativas de los artistas que han quedado prendados de esta bellísima Perla Riojana. Miguel Dorado arrullan las Montañas y estrellas tu descanso en tierra Diaguita.

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