Por Lic. Pablo Gibaut
Una mañana de trámites, como tantas otras, en la plaza 9 de Julio, veo pasar a un nene que corre con las zapatillas desatadas, la mochila que le baila de un lado a otro en la espalda y un andar que, para quien observa con detenimiento -y algo de cancha-, deja ver cómo sus pies caen hacia adentro, deformando toda la zapatilla. La madre, apurada, lo alcanza con el celular en una mano y con la otra lo toma rápido de la mochila para que no cruce la calle solo. Nadie nota nada. Pero el cuerpo (sobre todo los pies y esa espaldita) deja señales. Y aunque nadie las vea, esas alertas marcan, silenciosamente, los patrones de movimiento y la postura, que impactarán en el futuro de esa persona.
Nuestros pies sostienen todo lo que somos. Son los cimientos de nuestra estructura, la conexión directa con la madre tierra. Cada paso que damos encierra una coreografía silenciosa entre 26 huesos, 19 músculos intrínsecos, 33 articulaciones y más de 100 ligamentos. Pero -como somos hijos del rigor- hasta que duelen o fallan, esa arquitectura perfecta suele pasar desapercibida. Se los exige, se los comprime, se los descuida. A veces no ven la luz del día por horas. Solo cuando aparece el dolor, el cansancio persistente o una “tronchadura” inesperada, empezamos -al fin- a prestarles atención.
La valoración biomecánica del pie es una herramienta clínica y preventiva que permite observar cómo funciona esa base fundamental del cuerpo. Lejos de ser una moda o un tecnicismo, es un modo de comprender desequilibrios que se manifiestan en la marcha, en la postura y, muchas veces, en el dolor.
Hay pies planos, pies cavos, pies valgos o varos, y tantos otros más con sus combinaciones y clasificaciones. Pero no hay dos pies iguales. Cada pisada cuenta una historia: la de un niño que tropieza seguido y parece torpe al caminar; la de una mujer que arrastra un dolor crónico en el talón; la de un abuelo que evita caminar por miedo a perder el equilibrio; la de un trabajador que no soporta estar de pie todo el día; o la de un deportista que desgasta sus zapatillas siempre del mismo lado. La biomecánica permite ver lo que a simple vista no se nota: compensaciones musculares, alteraciones articulares, patrones de movimiento que, sin ser necesariamente patológicos, terminan afectando la calidad de vida.
La valoración no es una mala noticia, es una puerta de ingreso. Nos permite prevenir antes que curar, orientar tratamientos con más precisión, adaptar el calzado a cada necesidad, o incluso algo muy cotidiano en mi consulta como derivar a otros profesionales cuando es necesario. Pero también -y esto es quizás lo más importante- es una herramienta para educar. Aprender a observar el cuerpo y fortalecerlo, es parte de una cultura del cuidado que muchas veces olvidamos en medio del apuro diario… aunque para la peluquería y el lomito, esa cultura la tenemos re clara.
En mi rol de kinesiólogo, aplicando la ciencia del movimiento, encuentro en la valoración biomecánica una oportunidad concreta de hacer mi aporte a la comunidad. De la consulta te vas con el talle adecuado de zapatillas, con una serie de ejercicios personalizados para fortalecer los pies -en videos claros y prácticos-, y, si hace falta, con las plantillas ortopédicas que te ayuden a equilibrar esos patrones alterados. No se trata solo de corregir lo que está mal, sino de acompañar lo que puede mejorar. Porque un cuerpo que camina con armonía también se relaciona mejor con su entorno, se desplaza con mayor seguridad… y vive con menos dolor.
Quizás por eso me imagino al nene de la plaza, ahora en el recreo. Le han atado los cordones, y sus pies, ya no “hechos un bollo” dentro de las zapatillas, pisan distinto. Ya no camina inseguro ni torpe: ahora corre, mientras lo veo alejarse. No es perfecto, pero tampoco necesita serlo. Porque cuidar el cuerpo no debería ser el último recurso, sino el primer acto de amor propio. Y porque tal vez, si aprendemos a mirar distinto una pisada, una marcha, un calzado gastado… también empecemos a mirar distinto a quienes caminan a nuestro lado.
EL AUTOR
LIC. EN KINESIOLOGÍA Y FISIATRÍA M.P. 421. DOCENTE INVESTIGADOR UNIVERSITARIO EN FUNDACION H.A BARCELO. REPRESENTANTE MOPLEX LA RIOJA
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