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Los niños y el arte...Tocaba lindo el viejo sixto...

El arte es el medio privilegiado de expresión que poseen los pueblos, el camino que nos lleva a conocer su esencia, la historia de sus luchas, sus dolores, sus alegrías.
Lic. María Isabel Rodríguez Álamo

Por Lic. María Isabel Rodríguez Álamo

El arte es el medio privilegiado de expresión que poseen los pueblos, el camino que nos lleva a conocer su esencia, la historia de sus luchas, sus dolores, sus alegrías. Es tal vez el legado más auténtico, la vía más genuina de acceder al espíritu de una nación. El “Guernica”, de Pablo Picasso, inmortalizó sobre el lienzo el horror de la Guerra Civil Española. Algunas obras del compositor Frederic Chopin eran consideradas “cañones ocultos entre las flores”, ya que detrás de su suprema belleza se advertía el dolor del artista en su exilio de Polonia. En nuestro folclore existen piezas inolvidables que evocan tiempos idos, costumbres de otras épocas. Solo con escucharlas uno puede sentirse transportado.

Pienso que entre tantos aspectos, la educación debe prestar especial cuidado en ofrecer a los niños y jóvenes la oportunidad de tomar contacto con las diversas manifestaciones del arte, tanto autóctono como universal.

La música, la pintura, la literatura, las diversas expresiones del arte constituyen para el ser humano una fuente exquisita de alegría y deleite, y también de consuelo y refugio en las horas oscuras.

Luli era mi paciente. Dos veces por semana asistía a consulta. Como psicopedagoga, era mi tarea acompañar sus aprendizajes. Conjuntamente con su docente de apoyo, diseñábamos para ella estrategias específicas así como recorridos alternativos en aquellos contenidos que le representaban mayor dificultad.

Un día al llegar me mostró la tarea que le habían encomendado. La misma consistía en investigar sobre la música folklórica argentina y sus principales representantes. Debía elegir un autor y elaborar una breve reseña de su vida y sus obras. Le ofrecí ayudarla.

Luego de pasar revista a varios nombres notables de nuestro folklore, nos decidimos por don Sixto Palavecino, ya que yo contaba también, como lectura complementaria, con un pequeño texto novelado sobre un tramo de la niñez del autor santiagueño, de la escritora Laura Devetach.

Tal como le fuese encomendado a Luli, realizamos una reseña de su vida y principales obras, luego de lo cual, ella disfrutó de la historia.

Concluida esta tarea, me pareció importante ofrecer a la niña la posibilidad de que tomase contacto con su música, así que la interrogué: “¿Te gustaría escuchar algo de lo que compuso don Sixto?” a lo que ella asintió. Así que busqué en la plataforma de youtube, elegí una de sus chacareras más conocidas y la puse. A medida que la pieza avanzaba, observé que Luli la escuchaba con atención. Aun así, al promediar la misma, la interrogué sobre si deseaba continuar. “¿Seguimos o corto?” “No, no corte” me respondió. Al concluir la misma, me miró y me dijo divertida “Cantaba lindo el viejo Sixto”.

La sesión finalizó. Al llegar su madre a buscarla, ella, que nunca se expresaba demasiado, le contó entusiasmada que había escuchado una música muy linda, que era una chacarera y que quien tocaba y cantaba se llamaba “Sixto Pala…. cómo es psico?” “Sixto Palavecino”, le recordé.

Mucho más tarde, al retirarme del consultorio, acudió a mi mente el recuerdo de lo ocurrido esa tarde. Pensé en la sensibilidad musical que Luli había demostrado poseer, y que yo desconocía. Recordaba cómo ella había sido capturada por los acordes de aquella chacarera que se hubiese pensado más adecuada a oídos adultos, cómo parecía haber disfrutado de los sones del violín y los versos. Su comentario final me causó gracia, pero al mismo tiempo, ternura y asombro…

Luli aún necesitaba explicaciones adicionales, recorridos opcionales para alcanzar la comprensión de ciertos contenidos, y no obstante poseía una exquisita sensibilidad. Ella era capaz de disfrutar de una obra como ésa. Había podido apreciar su belleza, lo cual derivó en aquella frase que tanto me conmovió.

En esta experiencia que relato se trató de una pieza de nuestro folklore, pero también podría haber sido una pintura, una obra literaria, una obra de teatro…

El arte en cualquiera de sus variadas manifestaciones no puede no tener cabida en los diferentes espacios: un consultorio, el aula, el hogar. Estoy convencida de que los niños poseen una gran sensibilidad hacia las manifestaciones artísticas, solo que muchas veces, éstas permanecen dormidas, ignoradas, inexploradas.

Aquella tarde lo aprendí con Luli.

LA AUTORA

LIC. EN PSICOPEDAGOGÍA M.P. 115

PROFESORA EN PSICOPEDAGOGÍA

INTEGRANTE DEL EQUIPO EOYA PERTENECIENTE AL PROGRAMA INTERMINISTERIAL CRECER SANOS.

PSICOPEDAGOGIA

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