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1591 Cultura + Espectáculos ENTREVISTA

Silvia Zerbini: la leyenda viva de la danza

Sus manos bailan al compás de su voz, sus pies levitan en el aire, la luz magistral de su plateada corona en forma de rulos, acaricia la hermosa expresión de su rostro. Ella es un hada, de las que narran historias eternas, el hada de una danza única e inmaculada, que habla con el idioma del viento, del paisaje y los astros, no es un mito, ella existe y es leyenda viva…
Sara Gonzalez

Por Sara Gonzalez

La cultura redime muchos espacios, la literatura abrazada a su alma que danza, sus historias que cuentan tradiciones, latidos de la tierra que evocan movimientos ancestrales, costumbres, honores a la pacha mama, lealtad y culto a la vida en movimiento constante. Desde allí encuentra un nuevo espacio de vital importancia ella, la maestra Silvia Zerbini. Su profesión como bailarina la llevó a lugares destacados, de gozo encumbrado en la elite nacional y provincial de la Danza; sus técnicas y su estilo propio hablan por sí solos. Dueña de una trayectoria absolutamente entregada y dedicada a la formación de grandes bailarines y cuerpos de danzas importantes.

Sin perderse en ese vaivén, lejos de pretender alejarse de la danza, se posiciona en el latido más sentido de la sangre que mueve todo su ser. Y reflexiona: “La Danza no es solo la forma académica, también lo es… yo no me niego a que la zamba se baile con sus técnicas propias, digo que a eso le sumo, lo que pasa con esta tierra sobre la que estoy bailando. Como bailar cuando sé que el agua se está terminando, y nadie toma conciencia. ¿Qué me pasa con los incendios? De alguna manera todos los componentes justifican mi manera de moverme, vivimos en un cosmos en continuo movimiento”.

El pasado miércoles 23 de noviembre, en el salón audiovisual de la UNdeC, Silvia Zerbini presentó su libro DANZA, escrito en conjunto con Andrés Pérez. Una recopilación de vivencias, cultura, personas que marcaron un rumbo en su vida entrelazada al baile. Una manera de darle continuidad a su expresión artística, con más arte, y como ella misma dijera: “Un libro que forma parte de la extensión de mi brazo al bailar”. Un capítulo de su DANZA en letras, con forma de libro.

¿Cómo nace el proyecto de este libro? “Fue muy claro el momento, yo siempre fui muy funcional con las escuelas de danzas ambulantes, pero después de un tiempo, empecé a dedicarle más atención a las provincias, viajar a cada lugar, armando peñas fokclóricas, con música, baile y comidas típicas, y muchos de los que asistían a futuro serían profesores, nos encontrábamos en Mendoza. Y tengo siempre la costumbre de contar anécdotas, vivencias propias antes de alguna actividad. Y un grupo de chicas me dijo: ‘¿Por qué no escribe todo eso maestra?’ Así fue que me puse a escribir, pero no me gustaba nada de aquello que escribía, me resultaba mala mi forma de narrar. Incluso en San Juan me habían regalado un libro para empezar a escribir. Yo siempre he escrito, me gusta la prosa poética, incluso en diálogos tiendo a embellecer lo que expreso. Incluso diagramé un mapa, con todo aquello que quería contar. Así fue que me encuentro en Mendoza, con Andrés Pérez, y me dijo que el escribiría mi libro, enseguida accedí. Y para su sorpresa, el manifestó asombro, pero le dije que realmente sentía en lo profundo que era el indicado para escribir el libro junto a mí. Así comenzaron las largas charlas telefónicas, historias que traspasaban, durante una década se fue gestando este libro. Pero finalmente hace poco tiempo, se formó un equipo, con una alumna, otra arquitecta amiga, mi nuera, que en un lapso breve de tiempo, le dimos término al proyecto del libro”.

Vio la luz su libro DANZA, como testigo escrito de una tupida vida femenina, inquieta, elegante, mágica, maravillosa y profundamente filosófica, absolutamente cautivante desde los primeros movimientos, que hipnotizan a quien la vea palpitar el placer que transmiten sus pies halados. La versatilidad en los brazos, y el final sofisticado de sus manos, nada puede escapar a la atención de quien sabe volar a un firmamento encantado con su DANZA.

En sus inicios, desde la inocencia más pura de la infancia, bailaba con los pies flamenco, y con las manos el pañuelo divertido buscaba otro idioma musical, ella es inigualable desde todos sus conceptos. No siempre estuvo ajustada a la formalidad de cada técnica en el baile, sabe soltar sus emociones, y fluye al compás del tambor, de una chaya, entre coplas, en la fuerza del zonda, se desliza entre montañas y surca paisajes. Baila con algo más, que no se define con títulos académicos. “Me preguntan siempre… ¿Por qué bailas así Silvia? ¿Así cómo?, respondo, porque yo no puedo explicar esto que solo transmite mi DANZA, y este libro nació intentando además, explicar tal vez, a quienes me preguntan recurrentemente, porque bailo así… para darles algunas respuestas”.

Recibida a los 17 años como maestra, comenzó a estudiar, danzas clásicas, tap, contemporáneo, zapateo americano, flamenco, danzas griegas, danzas fokclóricas, malambo, chacarera. Un vasto mundo que le dio formación profesional a su pasión; a los 19 años comenzó a inclinarse definitivamente enamorada de su elocuente expresión corporal, innovadora, determinada a contar la historia de todas las DANZAS, en su propia danza. A los 24 años brillaba en los escenarios de Cosquín, con el elenco del maestro Tapia. Los ritmos de la música vibran en su ADN, ella no interviene en los géneros del baile, ella crea un mundo dentro de ellos, participa con el son, ama cada rincón del mundo donde conoció un capítulo más del baile.

Cuenta sus historias desde la conciencia, tiene candombe, tiene noches de Lunita Tucumana, ella chaya despierta. Salta entre las estrellas con la danza clásica, y evoca a la pacha mama en cada mirada sobre la tierra.

Silvia Zerbini nació bailando, y se reconoce incapaz de vivir sin bailar, no existe en su vocabulario un pensamiento cercano tan siquiera a retirarse de la pasión que significa DANZAR. “La Danza debe ser un reflejo para todo aquel que vea un baile, al alcance de todos, que represente al lugareño. Por ahí pasa mi baile, me encontré en el camino con muchas hermosas personas, algunos pueden expresar la Danza como yo. Nos jugamos, a no siempre agradar, o a gustar, cada uno encuentra su impronta en el camino”.

Bajo la mirada de Silvia, ¿cuáles son las faltas más urgentes en la cultura actualmente? “Las danzas reflejan a los pueblos, sus historias, creencias, sus modos de comunicarse. Los pueblos están en crisis, la desaparición de los ritos en comunidad ya no están, ya no se piensa en comunitario. El individualismo del sistema en el que se vive, que nos domina, hace que en el baile, en la comida, el estilo de vida, en el vestir, en el lenguaje, existan una falta de carácter propio. Por otro lado, esta misma liviandad con la que se vive, también se deposita en la danza. Además tenemos a los más acérrimos, que todo lo estructuran en un modo acartonado, en lugar de abrir puertas, escuchar a los jóvenes, saber qué les sucede, cómo quieren expresar un malambo. También genera estas distancias. Y por último quiero decir, que existe una confusión del respeto, porque si respetamos la danza, yo puedo ponerme al lado de otro, y no solo hablar de danza, bailar, hacer que suceda lo que el otro no puede hacer. Está pensado siempre desde el respeten la danza, paguen lo que corresponde... pero hay una voz, empecemos por respetar la voz, cuando alguien plantea, que debe ponerse a leer para hacer una coreografía, ¡me asombro! ¿No leíste nada? Y pienso, ¿qué es tu cuerpo? ¿Está vacío? ¿No tiene memoria? ¿No depositaste nada en él? Eso pasa, estamos viviendo a la ligera, se perdió el respeto, lo rápido está de moda, la falta de respeto. Pero no está de moda amar al abuelo, escuchar a nuestros ancianos y su sabiduría. No digo que esté mejor o peor, digo que hay nuevas cotidianeidades de los cuerpos, que los profesores antiguos no han respetado, y los niños copian esas figuras. A veces observo un bailarín, y pienso si sabrán todo lo que representa y dice una figura, ¿tendrá la conciencia? Hay que parar, y tomarlo en serio, no solo saber con lo aprendido, saber con aquello que sabe el hombre de campo, el que predice una lluvia o el viento sonda. Ese saber esta ignorado, y puesto de forma peyorativa, pero es aquel en esencia, el que sabe mucho más de lo que dicen los libros”.

Silvia analiza una realidad que carece de alma, se perdió la conexión entre la tierra, el cuerpo, el intelecto y un pueblo. Existe acaso la posibilidad de rescatarnos con el arte, y volver a las bases principales de una cultura rica en tradiciones, historias, rica desde sus latidos más profundos que nacen en el sonido y la armonía de la naturaleza y su completitud.

“Debemos estar atentos continuamente a lo que podamos aportar, tal vez en lo mínimo, desde los espacios donde se puedan construir. Comparto una anécdota: mi nieto cumplió años, y todos los regalos eran juguetes fabulosos, grandes camiones. Yo le regalé un cajón con tierra y brotes de papas, mi hijo me miró de forma extraña. Pero a los meses mi nieto le dijo: -¡Papá, vamos a comer unas papas que yo coseche! Fue entonces donde el regalo cobró sentido. De eso se trata, el hecho de enseñarle a saludar un algarrobo, cosechar una papa, no quita que ejecute la guitarra eléctrica, disfrute de la moda, todo forma parte de un conjunto. Es necesario volver a nuestros centros, estamos viviendo para el afuera. Yo tiendo a creer que aquello que destruye es el desequilibrio, en todos los órdenes”.

Ver bailar a Silvia emociona y conmociona, traspasa los umbrales de los sentidos más toscos y se queda habitando un recuerdo eterno. Transmite arte tangible bajo sus movimientos angelados, genera un idilio inagotable que no puede esperar hasta volver al mismo sitio, y danzar al son que ella vibra en su audiencia. Silvia y sus perfectas siete décadas, tienen la belleza propia de la sabiduría innata, sabe dejar fluir los años, cual olas en el mar, y en ellas nada como sirena. Su poder de transformación con el baile hizo de su nombre, Silvia Zerbini, una marca de respeto glorioso, años de arduo trabajo sembrando baile en escenarios de todo un país, y continuamente reinventándose en su pasión. Magnánima, simpática, cordial, naturalmente elegante, honesta y real. Eso es ella, belleza en todas las expresiones.

¿Cómo se observa la Silvia de hoy? “Traigo a colación una frase de la desiderata, que la recuerdo siempre gentilmente. ‘Asume graciosamente el paso de los años’; yo soy una mujer de 72 años, no quiero negarlo, lo cual no significa que no busque aggiornarme, soy una mujer sabia. Asumir que esta soy yo, no significa que deje de tener curiosidad, asombro, no dejaría de bailar, puedo y voy a seguir bailando. No soy la misma, pero puedo hacerlo diferente, me gusta andar en cuatriciclo, y uso uno, ¡a veces me miran con sorpresa! (ríe con música en su risa, como en toda la entrevista). No buscar parecer, siempre ser. Esta soy… me estoy preparando para una buena muerte, y cuando suceda, hagan una peña con baile, además después de morir seguiré bailando. Lo que no podría hacer mientras viva, será retirarme de la danza. Me divierte, ¡y eso es fundamental!”

Con los años, Silvia se construyó una fortaleza desde la danza, su esencia se hizo indispensable para la cultura de La Rioja y forma parte de un importante capitulo nacional. Se formó, y volvió a su propia deconstrucción, logrando una armonía entre diferentes danzas, sin que nada se desvirtué. Una mujer que supo hacer de su pasión un estilo de vida, transmite una emocionalidad singular en la sensibilidad de las personas que disfrutan su magia al bailar. Y genera la misma pregunta con respuesta al mismo tiempo, ¿cómo es posible que baile así? No sería posible que baile así… de no ser ella, Silvia Zerbini.

Una mujer poderosa, altiva, con la medida justa de soberbia y humildad en el mismo corazón, una caricia para la cultura, dueña de un brillo propio e imponente, ella la fabulosa y maravillosa Silvia, despertó todos sus recuerdos, tomo tinta y papel, para dar un paso nuevo de baile, y llamarlo DANZA.

ENTREVISTA CULTURA SILVIA ZERBINI DANZA

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