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Cultura Cine. Puede verse en los cines de La Rioja

Frozen 2: menos nieve y más empoderamiento

La segunda parte de la saga repite las fortalezas de la película original y ahonda en el pasado para plantar un disparador atrapante y resolver enigmas pendientes.

Qué pasó con los padres de las hermanas? ¿Es lesbiana Elsa? Esas fueron algunas de las preguntas que quedaron en el aire luego de Frozen: Aventura congelada. El primero lo plantaron discretamente los creadores y recibió teorías locas de los fans. El segundo, nació de éstos. 

Aunque una princesa lesbiana o bisexual es todavía una deuda del rey de la industria cultural infantil, por ahora se está ocupando de otra deuda: no siempre debe haber una pareja, no siempre el interés amoroso está primero. Elsa está muy ocupada descubriendo de dónde viene y a dónde va, testeando el alcance de su poder, resolviendo un antiguo misterio y salvando no uno, sino dos reinos. 

En 2012, Disney iniciaba la era de las princesas sin príncipe a la vista: con Mérida primero, luego Elsa y después Moana, quien además venía a remover las turbias aguas de la hegemonía blanca. Cada una representaba un arquetipo femenino desde problemas similares. 

Mérida y Elsa tenían asuntos familiares que resolver. Mérida con su madre. Elsa con orígenes familiares y con su hermana. Esa es una constante en la vida femenina: la relación con las otras mujeres de su familia, incluso aquellas que ya no están pero que igual marcan, muchas veces con ese sutil patriarcado que apesta incluso las líneas matriarcales. 

Ambas princesas se embarcan en viajes transformadores que las llevarán a conocerse a sí mismas y a liberarse. Al final de esta segunda película, Elsa terminará, finalmente, soltándose el pelo, descalza y liberada de pesados vestidos.

Las hermanas de Arendelle aprenderán ahora a acompañarse, unidas no de una manera agobiante, y cada una encontrará su propio lugar. Mientras, Anna concede dos lecciones: luego de la primera película, elige acompañar a su hermana y su deber con su reino antes que ocuparse de su relación. Mientras, Kristoff la entiende y la acompaña sin reclamarle, y sin tomar el papel protagónico. La otra cosa que Anna va a aprender es a volar por sí misma. 

Las imágenes son impactantes: las etéreas figuras con las que permite jugar el poder de Elsa se acompañan ahora de un bosque otoñal y de un fuego hipnótico. Hay un salvaje caballo de agua que Elsa doma al pasarle una brida por la cabeza (el caballo recuerda a un kelpie, otro guiño a la mitología europea) y la impactante escena del trailer: Elsa enfrentándose con hielo a unas olas furiosas y heladas. Si no se la puede ver en 3D no es difícil imaginarse los efectos. 

La verdad es que Olaf cansa un poco, pero su presencia se justifica al ver la película en una sala llena de niños: no falla en hacerlos reír y no falla en emocionar en una escena al mejor estilo muerte de Dobby en Harry Potter. 

Las canciones mejoran a medida que avanza el film. Recupera el éxito coral del inicio de la primera y le hace un guiño a Libre Soy, incluso riéndose del hit musical que no podrá repetir, aunque se le acerca. Y parece, según dicen sus protagonistas en los últimos minutos, que este sí es el final. Por suerte, siempre queda volverlas a ver. 

Frozen 2

Animación. Dirección: Chris Buck y Jennifer Lee. Duración: 103 minutos.

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