Ese día del año 1947, la Ley 13.010 consagró la igualdad de los derechos políticos de mujeres y varones.

“Mujeres de mi Patria: Recibo en este instante, de manos del gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una larga lucha, tropiezos y esperanzas…La lucha ha sido ardua, pero hoy victoriosas surgimos conscientes y emancipadas, fortalecidas y pletóricas de fe en nuestras propias fuerzas…”. Fragmento del discurso que pronunció Evita ante la multitud reunida en la Plaza de Mayo el 23 de septiembre de 1947, para celebrar la promulgación de la ley que consagró la igualdad de derechos políticos de varones y mujeres.
Evita militó fervorosamente la inclusión de las mujeres en la vida pública y política del país. Su palabra era escuchada con devoción y llegaba al corazón de su pueblo. En el Mensaje de Eva Duarte de Perón el 27 de enero de 1947 dirigido a la Mujer Argentina expresaba: “… El voto femenino, será el arma que hará de nuestros hogares, el recaudo supremo e inviolable de una conducta pública. El voto femenino, será la primera apelación y la última. No es sólo necesario elegir, sino también determinar el alcance de esa elección. En los hogares argentinos de mañana, la mujer con su agudo sentido intuitivo, estará velando por su país, al velar por su familia.
Su voto será el escudo de su fe. Su voto será el testimonio vivo de su esperanza en un futuro mejor. Los legisladores saben eso, compañeras. Es premioso recordarles que no lo olviden. Esa es una de las formas de nuestra lucha cotidiana, amigas, ahora que nos hemos conocido mejor y estamos unidas por todo el país, en un bloque solidario…”.

En nuestro país, el 4 de junio de 1946, el Presidente de la Nación, general Juan Domingo Perón, en su primer mensaje a la Asamblea Legislativa, se pronunció a favor del voto femenino. En octubre del mismo año, lo incluyó en un proyecto de ley inserto en el Primer Plan Quinquenal. El mismo en su art. 1° decía: “Toda mujer argentina, nativa o naturalizada, tiene derecho, a partir de los 18 años de edad, de elegir y ser elegida… “.
En las elecciones nacionales del 11 de noviembre de 1951 votaron por primera vez 3.800.000 mujeres argentinas. El 73,9% lo hizo por el Partido Peronista. En el Chaco el porcentaje alcanzó el 80%. El 90.37% de las empadronadas emitió el voto. El peronismo fue el único partido, con posibilidades de triunfar, que llevó mujeres en sus listas. Los radicales no incluyeron candidatas mujeres.
En esas elecciones se incorporaron a las bancas nacionales veintitrés diputadas, más tres representantes de los Territorios Nacionales y seis senadoras nacionales. Incluyendo las diputadas y senadoras provinciales, fueron 109 legisladoras. Único antecedente en el mundo de mediados del siglo XX. Nada parecido había acontecido antes de ese hito histórico e instituyente.
En la actualidad es la democracia paritaria el objetivo que se afianza en el mundo. Fue una de las metas que la Cumbre Mundial de Mujeres, celebrada en Beijing en 1995, se propuso para el año 2005. La finalidad de la paridad es el cambio de actitudes y de valores, respecto a la distribución del poder social en igualdad y equidad de género, en los lugares de decisión política.
En Europa, los documentos fundacionales de la Unión Europea consagraron la paridad como contenido esencial de la ética política comunitaria europea.
Las últimas Conferencias Sobre la Mujer de América Latina y el Caribe han instalado la paridad, como una nueva meta regional. A diferencia de las cuotas, que son medidas correctoras y temporarias, la paridad es ontológica y axiológicamente distinta. La esencia de este principio de todo el orden jurídico es la valoración inmanente y trascendente de la persona, sea varón o mujer. El valor basal es la igualdad en el ejercicio del poder y reconocer a las mujeres como ciudadanas plenas e iguales a los varones.
En el año 2017 se instituyó un hito progresista y superador del sistema de cuotas, al sancionarse en nuestro país la Ley Nacional de Paridad de Género para las Listas de Cargos Nacionales Electivos y Partidarios. De esta manera, las listas legislativas deben tener el 50 por ciento de candidatas mujeres de forma intercalada y secuencial. En lo medular, se establece que la participación de las mujeres en cargos legislativos nacionales y del Mercosur, electivos y partidarios, debe ser paritaria, es decir, 50% de mujeres y 50% de varones, en forma alternada y secuencial. En las provincias se incorporó la paridad en igual sentido.
El objetivo es que la paridad sea una realidad en todos los ámbitos de la institucionalidad, es decir, superar la paridad en los cargos legislativos y consagrar la paridad en todos los ámbitos sociales e institucionales. Esto significa que todas las instituciones están conformadas por varones y mujeres, en igual porcentaje y participación efectiva.
Las mujeres argentinas tenemos el antecedente concreto de paridad, que se utilizó en las listas electorales justicialistas, en 1951, cuando el Partido Femenino Peronista eligió a sus propias representantes, para que luego fueran intercaladas, en las listas legislativas definitivas del peronismo.
La desigualdad de género persiste y debe ser señalada para poder superarla. Es innegable que en la primera línea del poder político, en nuestro país, las mujeres están ausentes: la presidencia de la nación, las gobernaciones de las provincias y la Jefatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen titulares varones. Ni una mujer gobernadora. Las intendentas no llegan al 20%. Otros ejemplos: la Corte Suprema de Justicia de la Nación está integrada por magistrados todos varones. En la Cámara Nacional Electoral no hay ni hubo nunca una mujer. Sólo jueces varones.
No hay justificativo para tal discriminación. Debe considerarse que, desde la década del 90, en nuestro país y en toda Latinoamérica, es mayor el número de egresadas mujeres que de egresados varones. En el ámbito de la representación sindical las mujeres están sub representadas o ausentes. En el rubro empresarial sólo el 5% de las empresas tiene CEOs mujeres, esta cifra se repite en todo el mundo. También en la actualidad hay ausencias de mujeres o menor participación en los cargos ministeriales provinciales. No hay ninguna ministra en Deportes, Trabajo y Obras Públicas. La Rioja tiene a la única mujer titular de la Secretaría de Transporte.
Las ausencias o inequidades en la participación política e institucional de las mujeres nos demandan acciones eficaces para superar injusticias y discriminaciones.
Una vida libre de violencia es el presupuesto básico para vivir una ciudadanía digna y plena. En esta fecha tan significativa del empoderamiento de la mujer en la política, debemos ratificar el compromiso de trabajar en todos los ámbitos para prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra la mujer.
En Argentina, una de cada tres mujeres vive situaciones de abuso o acoso en las redes sociales, según el último informe de Amnistía Internacional.
El estudio, además, posee un capítulo extendido para la situación de los derechos humanos en la Argentina. “La impunidad y las injusticias son un patrón estructural en casos que recorren desde violencia de género hasta represión policial. Las autoridades deben adoptar medidas urgentes para mejorar estos índices”, asegura Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en este territorio. Uno de los principales sectores en los que se ve reflejado esto es en el ámbito digital, lo que afecta a su salud e integridad física, y a su vez produce un grave efecto aleccionador dirigido a censurar y silenciar.
Debemos sumar nuestras voluntades y capacidades para prevenir estas tragedias familiares y desgracias sociales.
“Somos la mitad, queremos paridad”, es la demanda superadora y progresista, la consigna de la mayoría social de este presente que avanza decididamente hacia la igualdad real, que supera la mera formalidad de las declamaciones incumplidas. Trabajemos, con militancia comprometida y solidaria para que se concrete este noble objetivo, en todos los ámbitos sociales y políticos, mejorando cualitativamente la representación social, institucional y política, para la consolidación y perfección de la democracia y así contribuir a lograr la grandeza de la Patria y la felicidad del pueblo.
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