El consumo en bares y restaurantes cayó entre 20% y 30% en lo que va del año, según referentes del sector. La baja duplica la registrada en 2024 y afecta tanto al turismo como al público local, que ajustó sus hábitos para sostener salidas más austeras.
El impacto de la crisis se profundiza por el aumento en los costos fijos. Las boletas de servicios duplicaron su valor, los alquileres se dispararon y el costo laboral presiona sobre negocios que ya no logran cubrir sus gastos con la facturación actual. La demanda se mantiene deprimida y no convalida mayores precios.
Carlos Alberto Yanelli, presidente de la Cámara de Restaurantes, sostuvo que “el consumo gastronómico está completamente deprimido”. Explicó que si bien el contexto muestra señales desinflacionarias, los costos de mercadería, servicios y alquileres siguen por encima del promedio general de precios, lo que deteriora la rentabilidad. “Los restaurantes no pueden trasladar esos aumentos porque la demanda no valida valores superiores”, agregó.
Daniel Prieto, presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC), coincidió en que “la caída interanual ronda el 30%” y señaló que el turismo tampoco sostiene la actividad como en otras crisis. “Antes bajaba el turismo por el tipo de cambio, pero subía el consumo local. Ahora bajaron ambos. La gente viene menos y el que viene, gasta menos”.
Ambos dirigentes remarcaron que los establecimientos intentan adaptarse con cartas más acotadas, acuerdos con proveedores y promociones con tarjetas o menús ejecutivos en horarios de baja demanda. Algunos optan por porciones más grandes para compartir o campañas en redes para mantener su visibilidad. “Cada restaurante conoce a su cliente y aplica estrategias para sostenerlo”, detalló Yanelli.
El cambio de hábito también se refleja en los platos elegidos. Prieto explicó: “Las parrillas ya no ofrecen lomo ni vacío, y optan por cortes más baratos”.
En bodegones y pizzerías, los platos para compartir ganaron terreno. Según los referentes, se trata de una elección forzada por la pérdida de poder adquisitivo.
Las proyecciones para la segunda mitad del año son inciertas. Desde el sector, señalan que la estacionalidad invernal complica aún más la situación, especialmente en zonas de menor densidad. Esperan que el repunte turístico previsto para la primavera y las vacaciones de fin de año contribuya a aliviar la situación, aunque aclaran que sin una recuperación general del ingreso, los bares y restaurantes seguirán en una situación crítica.
Pese al contexto adverso, algunos establecimientos buscan diversificar su negocio a través del delivery o la venta de platos listos para terminar en casa. Otros apuestan a reforzar la comunicación y las redes sociales. “No se sale solo. El rubro no es una isla. Debe haber una reactivación general”, concluyó Yanelli.
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