Ante la presencia del presidente Javier Milei, integrantes del Gabinete, legisladores y autoridades del gobierno porteño, García Cuerva sentenció: “Venimos a pedirle a Dios que nuestra Argentina se cure y viva. Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, la tolerancia, el respeto y si se mueren esos valores se muere el futuro”.
La homilía incluyó pasajes en los que la Iglesia hizo eco del agotamiento que vive la sociedad con la representación política que se tradujo en la baja concurrencia durante los comicios del 18 de mayo. “Años de promesas incumplidas, años electorales que nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, de incumplir con el deber ciudadano de ir a votar porque pensamos que otra vez lo mismo, nada va a cambiar, sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces”, graficó el arzobispo.
“Nuestro país también sangra. Tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión, tantos adolescentes y jóvenes victimas del narcotráfico que, en algunos barrios, es un Estado paralelo”, cuestionó, y sumó: “Tantas personas en situación de calle, familias que sufrieron las inundaciones, las personas con discapacidad. Tantas madres que ya no saben qué hacer o cómo evitar que sus hijos caigan en la droga o en las garras del juego”.
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