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La influencia de las pantallas en el aprendizaje

La necesidad de ser productivos, trabajar todo el día y estar fuera de casa en todo momento, hacen que mamás, papás y cuidadores hagan uso de las herramientas que están a mano, como un celular, computadora, tablet o tv, como apoyo para la crianza de las niñas y niños
Mayra Salcedo Getino

Por Mayra Salcedo Getino

En los tiempos que corren, el uso de pantallas y en muchos casos la sobreexposición de niños y adultos a los dispositivos electrónicos es una realidad innegable.

La necesidad de ser productivos, trabajar todo el día y estar fuera de casa en todo momento, hacen que mamás, papás y cuidadores hagan uso de las herramientas que están a mano, como un celular, computadora, tablet o tv, como apoyo para la crianza de las niñas y niños, ejerciendo como una suerte de “niñeras” en una etapa en la que los/las niños/as, en lugar de mirar de forma pasiva, lo que necesitan es ser mirados por adultos significativos.

La Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños menores de dos años no pasen tiempo ante una pantalla y los mayores de esta edad (3-4 años) no deberían sobrepasar la hora de exposición. A pesar de ello, estudios demuestran que, antes de los dos años, el 80,3% de los niños y niñas ya mira la televisión y el 37,4% utiliza dispositivos móviles; por lo que música, videos, fotos, apps y redes sociales, están presentes en la vida de los niños/as desde sus primeros meses de vida y a menudo, con más frecuencia de la recomendable.

El problema está, en que si el tiempo de conexión a dispositivos digitales es excesivo, sobre todo en los primeros años de vida, puede alterar profundamente el desarrollo de nuestros cerebros, impactando directamente sobre la adquisición de capacidades cognitivas, habilidades sociales y del lenguaje, aumentando así las posibilidades a largo plazo, de afectar el aprendizaje, el comportamiento e incluso la salud física y mental.

Los niños menores de 2 años necesitan exploración práctica e interacción social con cuidadores de confianza para desarrollar sus habilidades cognitivas, lingüísticas, motoras y socioemocionales. Por el contrario, la información de las pantallas se recibe de forma pasiva, con estímulos que aparecen mucho más rápido que en la vida real, con continuos cambios de escena que a veces es difícil de procesar para el cerebro infantil.

Esto no quiere decir que las pantallas no sean un recurso muy importante y útil en otras etapas del desarrollo y en otros contextos, pero los/las niños/as en sus primeras etapas, aprenden y se desarrollan desde la vivencia directa, utilizando el juego, la imitación y participando activamente de un mundo con estímulos sensoriales y experiencias de tipo social.

La tecnología nos brinda beneficios incontables y las pantallas siempre van a estar cerca, de grandes y chicos. Por ello, tenemos que saber que no es necesario suprimirlas por completo, solamente darles el lugar, el momento, el tiempo y el uso correctos, sin reemplazar la interacción social, las horas de sueño, la actividad física, el juego, el contacto con otros significativos y con la realidad, ya que los/las niños/as aprenden haciendo: corriendo, cantando, construyendo con bloques, disfrazándose, haciendo puzles, pintando, etc.

Por ello, más importante que limitar el tiempo de exposición de los pequeños, es necesario limitar el de sus adultos cuidadores para poder brindar tiempo de calidad, de juego y de aprendizaje, usando las pantallas solo como apoyo a tal fin: para aprender canciones y cantar juntos, para leerles un cuento, para dibujar y pintar juntos, entre otras. De esta forma, las pantallas se transformarán en un beneficio y no una dificultad en el aprendizaje y desarrollo de los/las niños/as.

LA AUTORA

LICENCIADA Y PROFESORA EN PSICOPEDAGOGÍA

PSICOPEDAGOGIA

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